Sólo una taza más de café Alejandra Reyes Treviño

Sólo una taza más de café Escrito por: Nephilim (Alejandra Reyes Treviño) Son las 8:57 de la mañana y he estado cerca de 7 minutos observando la taza llena de café frente a mí. Es una taza sencilla, blanca, de porcelana, de tamaño promedio. Me levanto de mi asiento, sin apartar la vista de la taza, y le doy vueltas a la mesa, hasta que decido volver a sentarme. Me armo de valor, agarro la taza, y me pierdo en el charco de color café. Todos los recuerdos regresan a mí. Me pongo a recordar cada mísero recuerdo con él. No quiero hacerlo. Ya es tarde, pues ya empecé. Sw. to next pase Fue con él que apren Vamos, dale un sorb -No lo sé. ¿No está m amargo. 7 Verás e gustar e no me gusta lo -Lo sé, lo sé, solo te gusta lo dulce o ácido. -Me sonrió. Le sonreí. -Está bien, solo porque tú me lo pides. -Le di un sorbo a la taza. – Dios mío, iEsto está delicioso! -Te lo dije. -Sonrió triunfal. Desde esa vez, todos los días tomábamos café a las 9 de la mañana. Sin falta. Él sabía cómo me gustaba mi café, cortado: 1/3 de leche y el resto de café con dos cucharadas de azúcar. A él le gustaba tomarlo americano: 1/3 de agua y 2/3 de café.

Cómo nos divertíamos planeando nuestro futuro cada que desayunábamos. Siempre el mismo sueño. Nosotros dos casados, por supuesto, con dos hijos: una niña y un niño, con un hurón blanco de mascota, y trabajando en nuestra cafetería pasa asi poder tomar café todos los días juntos. Con él plante mi primer Cafeto. -¿Ya puedo abrir los ojos? -No, ya casi. Estamos cerca. Está bien, ya llegamos, ya los puede abrir. Me había llevado a un invernadero lleno de cafetos. -¿Qué hacemos aquP -Estamos aquí para que elijas tu primer Coffea. -¿Coffea? -O Cafeto. Tú sabes.

El árbol donde proviene el café. -¿En serio? ¿Puedo tener un árbol? -Claro querida. – Sonrió. Corrí y lo abracé. Mil gracias. – dije con lágrimas amenazando con salir de mis ojos. Nadie me había hecho un regalo similar. No es que el árbol fuera algo especial, o fuera de este mundo, sino que éste estaba cargado de sentimientos y vestigios de nuestra vida juntos. Nada que me regalen después podría superarlo. Me levanto de mi silla, aún con la taza en mi mano. No sé SI al tomarme el café, haga que recuerde cosas más profundas, así que me limito a seguir contemplándolo.

Se está enfriando y no me importa. Se me hace tarde para reunirme con mi hermana. Se me está rompiendo el corazón y sigo recordando aunque, mi orazon Slga en Juego. Estábamos tomando una taza de café cuando me pidió matrimonio. -Gracias por acompañarme a desayunar. -Sabes que a donde quieras ir, yo voy. -Me levanté y besé su mejilla. -Y tus deseos son órdenes, linda. Ambos nos sonreímos por egundos, hasta que 2 apareció el mesero. sonreímos por cerca de 15 segundos, hasta que apareció el mesero. -Buenos días. ¿Podría tomar su orden? -Buenos días. Le traerme un café cortado? -Y a mí un americano, por favor. -Claro, se los traigo en seguida. En cuando el mesero se despegó de la mesa y partió para la cocina, él también lo hizo. Hey, ¿A dónde vas? -Se me olvido decirle que me gusta 1/3 de más de café que de agua. -Me sonrió un poco nervioso. -¿Quieres que te acompañe? -Le ofrecí. -No, no es necesario Inda, no tardo. – y se esfumó. Tardó más de lo que debió. Observé que le daba algo pequeño, y que el camarero sonreía. En cuando llegó, lo cuestione. -¿Por qué tardaste tanto? -¿Yo? ¿Tardar? Solo fueron 3 minutos.

Además, ya viene con nuestras tazas. -Aquí está su taza señorita,-Me sorió de manera pícara el mesero. -y la suya señor. -Gracias. El mesero se retiró. Empecé a tomar mi café, pero él no lo hizo. Simplemente se me quedo observando fijamente. Yo sabía que él traía algo entre manos, y lo Iba a descubrir. -¿por qué no has empezado tú café? -Le di un trago al mío. -Hmm, ahora lo empiezo. -Empezó a sudar. -Bueno, más vale que empieces a cantar. -¿Qué? ¿Cómo que empiece a cantar? -¿Qué te traes entre manos? Has estado actuando muy raro. -le di otro trago a mi café. y no empieces con que no te traes nada porque no lo creo. – le di el último trago a mi café. -Si tanto quieres saber, observa tu taza. -¿Ya vamos a empezar otra vez 3 trago a mi café. -¿Ya vamos a empezar otra vez con la lectura del café? Sabes que yo no creo en eso y además… -miré hacia abajo, y me quedé perpleja- ¿Qué significa esto? Pegada a la taza se encontraba una sortija. -Lo he estado pensando desde que te conocí, y siempre concluyo en lo mismo. Así que ¿Para qué postergarlo? Se levantó y se hincó en una rodilla. -¿Te casarías conmigo?

Empiezo otra vez a llorar sin quitar mi vista del líquido prohibido para mi. Desde que lo conocí, el café ha sido parte de mi. Gracias a él amé el café, y gracias a él también, lo odie. El café siempre ha estado ahí para mí, tanto en las buenas como en las malas. Estaba tomando café cuando me dieron la terrible noticia. -Espero que regrese pronto. -Me dije. Él se había ido de viaje desde hace dos días, y no me había dicho el motivo. Sólo me dejo una nota en su buró. El día de su regreso, tenia puesta la mesa con un americano acompañado de un pan dulce, mantequilla y mermelada.

Supuestamente llegaría en cualquier momento. Aprieto la taza entre mis manos, ya fría por el tiempo, y termino de zambullirme en mis recuerdos. Tocaron a la puerta, me levanté corriendo a abrirla. Ya quería verlo. Abrí la puerta entusiasmada, pero para mi sorpresa estaba un oficial de policía. Con delicadeza dejé la taza en la mesita y voy a buscar la nota al cuarto. Sigo llorando. No puedo evitarlo. Empiezo a llorar mucho 4 7 mesita y voy a buscar la nota al cuarto. Sigo llorando. No puedo evitarlo. Empiezo a llorar mucho más fuerte. La encuentro en donde siempre está: en donde él me la dejó.

En su buró. -Buenos días oficial, ¿En qué puedo servirle? -Vine a hablar con usted acerca de su esposo. -¿Mi esposo? ¿Qué tiene? Regreso a la cocina, me siento en el piso y respiro entrecortadamente. No quiero recordar. No quiero pensar. Debería estar arreglándome para salir con mi hermana de ompras, no acurrucada contra la estufa llorando con una nota pegada al pecho y una taza de café enfrente de la mesa. -Su esposo ha tenido un accidente automovilístico mientras regresaba por la carretera. No podia creer lo que estaba escuchando.

Algo iba mal, y pintaba para mucho peor. -Oh, Dios ¿Está bien? ¿En dónde se encuentra? ¿En qué hospital? El oficial se quitó la gorra, agacho y meneó ligeramente la cabeza. Sólo bastó ese diminuto movimiento para que todo alrededor de mí se desmoronara. -¿Él… oh Dios, no, por favor, no. iDigame que está bien! -Señora, lamento decirle que su esposo falleció en ese accidente. Después de recibir la noticia, caí desmayada en la puerta, golpeándome la cabeza con un mueble. Me limpio las lágrimas, me obligo a respirar profundo y me concentro en la taza.

Después recuerdo las dos noticias que me dieron al tercer día de mi estadía en el hospital. Me encontraba acostada en la cama del hospital con una contusión y un dolor hospital. contusión y un dolor de cabeza terrible. Esos dolores no eran nada comparado con lo que sentía en mi pecho, cerca del corazón. Llegó el doctor que me recibió al llegar a checarme, acompañado de un oficial. -Buenos días señorita, ¿Cómo se encuentra? Mejor que ayer, supongo. -Bueno, señorita, el señor aquí a mi lado tiene unas cosas que decirle, y me quedaré aquí para mantenerla observada. Está bien. -Buenos días, antes que nada. -me saludo el oficial-vengo a darle cierta información acerca de su esposo, y de la razón por la cual Viajó. -Bueno, dígame entonces. -Su esposo Viajó para encontrarse con un vendedor, al cual le había comprado una propiedad. -¿Una propiedad? ¿Para qué? A mí no me comento nada. -le repuse al oficial. -Nosotros no sabemos más de lo que sabe usted. Pero algo que sí sabemos es que esa propiedad está a su nombre, y es una afetería. Unos golpes en la puerta interrumpen mi recuerdo, regresándome al mundo real.

Debe ser mi hermana, y no es bueno hacerla esperar. -Hermana ¿Estás ahi? -Voy en un momento. -Está bien, pero no tardes que ya vamos tarde. Me levanto del piso y miro la taza, llena de sentimientos que yo misma vertí. La agarro por el asa y vierto el café americano ya frio en el fregadero. Voy a mi cuarto y termino el recuerdo. -¿Una cafetería a mi nomb a. Nunca me lo imaginé -¿Una cafetería a mi nombre? Que locura. Nunca me lo imaginé de él. -Bueno, es todo por ahora, señorita, pero nos volveremos a ver ara hablar acerca de la herencia de su esposo. Espero que se recupere pronto. y con esa última frase se marchó. -Hay otra noticia que le he querido decir desde que llegó, pero esperé a que estuviera más estable. Pero por lo que veo, ya se encuentra mejor, ¿No? -Claro, me puede dar la noticia que quiera, ya estoy mejor. -Bueno, usted está embarazada. Cruzo el umbral de mi puerta y rodeo la cama. Veo la cuna que coloqué con ayuda de mi prima. Me coloco la bolsa, cojo la pañalera y cargo a mis dos niños. Salgo disparada a la puerta principal y me encuentro con mi hermana sentada en la banca en la terraza. Observo todo el jardín que sembramos él y yo.

A lo lejos veo el Cafeto más viejo de todos y sonrío. Ya no siento ese dolor en mi corazón, solo hay paz. -Fasta que te dignas a salir! -me recriminó. -Lo siento. -respondo apenada. -No te preocupes. -me sonrie- Mejor pásame a mi sobrina. Todo este tiempo pensaba que amaba el café, pero lo que en realidad amaba, y siempre amaré, era tomarlo con él y los recuerdos que me traen. Aún no he podido tomar una taza de café, y quien sabe, tal vez pueda hacerlo algún día. Pero en este momento, daría todo lo que tengo por tomar una taza más de café con él.