Reconciliación1

Y nos darán la orden para que nos reconciliemos…. Julio Hernán Rodríguez Zambranol «La reconciliación se manifiesta como un modo de la comprensión gracias al cual resulta posible en primer lugar aceptar la irrevocabilidad e irreversibilidad de las acciones y actividades humanas en general. En segundo término, la reconciliación se caracteriza por tener un efecto terapéutico o de catarsis, mediante el cual las experiencias de sufrimiento y dolor son superadas y permiten el restablecimiento de la confianza de las víctimas en SI mismas y en el mundo, entendido éste como el tejido de relaciones interpersonales. Según los analistas políticos, que cada vez son más, la pasada contienda electoral polarizó el país entre los que querían la paz y quienes no estaban de acuerdo con ella. Luego, con las aclaraciones de los competidores políticos, afirmaron que la polarización se dio entre quienes apoyaban un proceso ya iniciado y quienes querían cambiar las reglas de juego y apostarle a una «paz con condiciones» (lo que implicaba posiciones muy fuertes del Estado frente a las FARC-EP).

Yo, que no aspiro a ser «analista político», planteo, muy humildemente, que ninguna de estas afirmaciones son ciertas. Cada vez estoy más convencido que son muy pocos en el país quienes están en desacuerdo con buscar la paz. Los que viven de la guerra seguramente están de acuerdo en continuar con un conflicto armado interno. También aquellos que consideran que la guerra aún no los ha tocado. ¿En Colombi Swipe to kdew next page Colombia habrá personas a quienes la guerra no ha afectado? es posible que en el imaginario de muchos hombres y mujeres se haya gestado la idea «que como ningún miembro de su familia ha sido asesinado o secuestrado, no tienen bienes en zonas de conflicto y nunca han recibido una «orden» de un grupo ilegal ara pagar vacunas», el tan mentado conflicto armado interno, no es tal, y que si existe no es tan complejo como para no poder acabarlo con una fuerte ofensiva militar.

Sin embargo, ante la posibilidad de un acuerdo de paz, es necesario no perder de vista a este grupo al que me acabo de referir, tampoco a aquellos otros que han tomado la decisión de apoyar un proceso de paz porque han sido espectadores de primera fila, casi en vivo, a través de sus televisores y desde la comodidad de sus hogares, de los hechos que genera un conflicto armado. Claro que estoy siendo injusto, creo que no deberíamos erder de vista a ninguno, «ni a estos, ni a los otros, ni a nosotros mismos».

Les pregunto a estos casi 15 millones de colombianos y colombianas que tomaron «decisión frente al proceso de paz», al ejercer el sagrado deber del sufragio en las elecciones presidenciales, ¿Cuántos de ustedes están en disposición de una verdadera reconciliación? ¿Cuántos de ustedes están dispuestos a hacer sacrificios, a cambiar actitudes, a ceder en sus espacios, para apoyar esa reconciliación? Creo que muy pocos… lo afirmo así, no solo por pesimista sno porque también me asaltan las escenas dolorosas y tantas veces epetidas en las que las familias que fueron desplazadas de sus tierras 2 tantas veces repetidas en las que las familias que fueron desplazadas de sus tierras, son rechazadas a su llegada a los centros urbanos señalándoles como «los que trajeron la inseguridad al barrio», como los «vecinos indeseados» Y en ese sentido lo que recibieron fueron actitudes de señalamiento, indiferencia y/o desprecio en vez de acogida y solidaridad para que reconstruyeran lo que quedó de sus vidas en medio de un conflicto en el que ellos no eligieron estar pero que los involucró y terminó desarraigándolos de su tierra.

SI eso le ocurrió y le sigue ocurriendo a las víctimas de este conflicto ¿qué haremos entonces con los hombres, mujeres, niños, niñas y adolescentes que tuvieron parte activa en el mismo y que con un acuerdo de paz decidan dejar las armas? Ya podemos citar antecedentes de nuestras actitudes al respecto cuando en los diferentes procesos de desmovilización de actores armados, los y las ex-combatientes empezaron a ser ubicados en casas de barrios «populares» de las ciudades, en donde la posición de sus habitantes fue aún más radical, no en pocos casos se hicieron marchas pidiendo al gobierno que fueran acomodados n otros lugares. Es decir, que aunque estuvieran de acuerdo con la paz, prefer(an que fueran otros los que pusieran su «granito de arena».

Y no olvidemos que muchos colombianos estuvieron, evidentemente, en contra de las politicas asumidas con los diferentes actores del conflicto que decidieron retornar a la vida civil, «esos que tenían las armas recibieron, casa, salario, carro para trabajar, mientras nosotros no tenemos en que caernos muer 3 armas recibieron, casa, salario, carro para trabajar, mientras nosotros no tenemos en que caernos muertos». Y fíjense que solo me estoy refiriendo a un mínimo ejemplo de lo ue significa participar en ese proceso de reconciliación. Y solo me estoy refiriendo a quienes no han Sido «víctimas directas» del conflicto armado. U n paso indispensable para obtener la paz, es sin lugar a dudas la RECONCILIACIÓN, ya me refería a lo difícil que puede resultar para quienes no fueron victimas directas, pero que en un proceso de paz pueden verse afectados.

Eso nos hace prever que será aún más d’fícil para aquellas personas que si lo fueron. Y que deberán iniciar por deshacerse de esa estigmatización generada por la ideología de su victimario, que de manera inmediata lo convertía n «auxiliador de uno u otro actor armado. Este proceso de reconciliación no es algo que se haga por «decreto» desde Bogotá, es un trabajo muy fuerte que hay que hacer a nivel local, un trabajo que hay que hacer con las casi 6 millones de víctimas que habitan en los 1 . 102 municipios del país. En Colombia no estamos preparados para afrontar un proceso como este, los funcionarios del Estado no han sido suficientemente preparados, las victimas tampoco. ¿Cómo se va a hacer? otro párrafo en una ley ordenando al órgano de control municipal, la Personería Municipal, que como esponsables del tema de derechos humanos, debe garantizar que en su municipio las víctimas perdonen a sus victimarios? , que olviden lo que sucedió? (si es que esos hechos se pueden olvidar), que con un acuerdo de Concejo Municipal se eli 4DF5 sucedió? (si es que esos hechos se pueden olvidar), que con un acuerdo de Concejo Municipal se elimine la desconfianza que pueda existir entre ellos? , que se dé de un plumazo el diálogo? , que de la noche a la mañana se convierta la población colombiana en seres tolerantes? y que la escasa cultura de participar en la democracia cambie de un día para otro? Es un proceso difícil, pero no imposible, hay que alcanzar a las 6 millones de víctimas que se registran en el pa[s.

Iniciativas ya están en desarrollo, sin embargo se están quedando cortas, es hora de redoblar esfuerzos, de unir al Estado Nacional y local, a la empresa privada, a las organizaciones de la sociedad civil, a los líderes locales, a la academia, rodeando a los funcionarios municipales, especialmente a la personería en la que recaerá una gran parte de la tarea, pero no solo con aplausos y reconocimientos, como ha sucedido al analizar las estadísticas e Registros de Víctimas, es necesario que haya un real fortalecimiento institucional. Los colombianos y colombianas, como en todos los países del mundo, no solo dejamos de herencia a nuestros hijos los tan luchados bienes adquiridos, también nuestros odios y prejuicios, de esta manera se ha mantenido durante generaciones el injusto precepto según el cual es mejor estar alejado de «los que consideramos diferentes, de quienes consideramos malos», lo triste es que en esa lista aparecen las víctimas del conflicto, y qué diremos de los victimarios. Eso lo tenemos que cambiar. 5