Otra Vez Marcelo

Otra vez Marcelo Con este trabajo, se cierra la trilogía de obras en las que, como Teatro de los Andes, hemos querido enfrentar lo «poltico». Texto La escena es un largo corredor de 15 metros por tres de ancho. A dos metros de altura, un hilo de nylon casi invisible atraviesa de lado a lado la escena. Mientras el público entra se oye la voz de Marcelo Quiroga Santa Cruz. El público se dispone a ambos lados de la escena. De un lado de la escena hay una silla vacia delante de un biombo en el que está dibujado el interior de una casa. Del otro lado, delant con casas a ambos la hay otra silla vacía. esaparece. Swipe View next pase á pintada una calle voz de la radio Escena 1: Cristina sueña a Marcelo. Una luz tenue ilumina ambos lados de la escena. Frente al biombo, sentada en una silla, Cristina parece dormida. Del otro lado, Marcelo, sentado en otra silla, con el torso desnudo, la observa. Marcelo: Cristina… Cristina: Marcelo… Marcelo: ¿Qué haces? Cristina: Te sueño. ¿Y cómo me sueñas? Marcelo. Cristina: Sueño que regresas. Marcelo: ¿Dónde regreso? Cristina: Regresas a casa. pusieron? Marcelo: No lo sé, Cristina. Cristina: Vas a perdonarme… Marcelo: ¿Por qué?

Cristina: Por soñarte tanto. Sobre el lienzo con la calle y las casas pintadas, aparecen proyectadas las fotos de Marcelo Cristina: ¿Dónde te pusieron? y Cristina jóvenes, juntos y separados. Las fotos deben dar la impresión de surgir del lienzo y de fundirse en el mismo. Marcelo: Yo veo tu sueño. Me has depurado de todo defecto. Soy alto en tus sueños. Soy joven. Mis rasgos son suaves. Me llevas al tiempo en que nos conocimos. Cristina: ¿Te duele mi sueño? Marcelo: Ya nada me duele. ¿Te duele soñarme? Cristina: Me duele Marcelo. Marcelo: ¿Y si me olvidaras?

Cristina: No puedo. Cuando te mataron quería matarme. Marcelo: ¿Por qué no lo hiciste? Cristina: Porque pensé en ti. Y tú no lo hubieras aprobado nunca. Marcelo: pero yo una vez quise morir antes que pe 35 Cristina: Eras un muchach Pienso que en este momento tal vez nadie en todo el universo, piensa en ti, que sólo yo te pienso, y si ahora muriese, nadie, ni yo, te pensarla. Marcelo: pero tú estás dormida, tu sueño es un abismo. Yo era tu sostén, te lo he quitado, he tapizado de ausencia hasta tus sueños. Cristina: Dormida te sueño, despierta te pienso, no sé por qué.

A cada instante, cada minuto. Marcelo: Me piensas porque me amas, porque asi regreso. Porque de algún modo sabes que pensar en un hombre e parece a salvarlo. Cristina: Te has puesto el traje que usabas para ir al Parlamento. Las fotos desaparecen. Escena 2: La soberanía Se escucha la voz de Marcelo en la radio. El actor atraviesa la escena como si intentara recordar algo. Luego retoma el texto y la voz de la radio Marcelo: ¿En cuánto debemos tasar la soberanía: ¿diez, cuatro, cero centavos? Hay quien considera a Bolivia no como una comunidad humana en el tiempo sino como un negocio.

Hay quien piensa que la soberanía es sólo un sentimiento inactual, semejante al del honor, por ejemplo, sentimiento que ya no debería respetarse en estos tiempos menesterosos y esde esta situación nacional mendicante, algo que debe subastarse al mejor postor: ¿Quién da más por esta hermosa e es la soberanía, cuánto 3 5 vale, diez centavos, hombres, hasta que la conquistaron para nosotros. ¿Quién da diez centavos por esta soberanía que como todas las antiguedades también tiene su historia? Claro está que no se cotiza en la bolsa de valores, está en remate por cualquier precio, apúrense a comprarla, porque ya se escucha.

Se oye una cueca que aumenta de volumen. Marcelo baila torpemente mientras termina de hablar. … como hace un siglo y medio, el rumor que la menciona en las niversidades, en los sindicatos, en los cuarteles, en las imprentas; pudiera ser que este rumor se vuelva jinete armado y otra vez veamos una gran pasión cabalgando por el suelo americano, y entonces, ya no estará en venta. ¿Cuánto ofrecen por ella, diez, cuatro, cero centavos? Cambia la luz, aparece Cristina. Escena 3: El baile Cristina: Ay Marcelo, me pisaste. Marcelo: Perdón Cristina. Cristina: Eres tan distraído..

Marcelo: Además soy patadura.. Bailan. Marcelo, sin quererlo la golpea. Marcelo: (Al público) Estábamos en un baile. Ella le había dicho que no a todos los que la invitaron. Cristina: ¿Quieres bailar? Marcelo: ¿Yo? Yo no sé bailar. Cristina: Hace dos horas que espero a que te animes a sacarme. Marcelo: Si no hay más remedio. Bailan. Él tropieza en ella. Deja de bailar y se sienta. Cristina: Ay Marcelo… ¿Por qué te sientas? Marcelo: para no golpearte. Cristina: Corría la voz que n bailarín. No es cierto, 4 35 era yo la bailarina. afeminado. Yo iba al ballet a verla danzar. Vuelven a bailar.

Marcelo la sofoca sin querer, con el pañuelo, en la quimba de la cueca. Cristina: Soltame Marcelo. Marcelo: Perdón, Cristina. Se separan. El va al otro lado de la escena. Cristina: Yo tenia doce años cuando me enamoré de él. Marcelo: Yo tenía cinco años más. Diecisiete. Cristina: Soy una loca a pensar en él. Es demasiado viejo para mí. Marcelo: Tiene doce años. Es una niña. Juega con muñecas. Demasiado chica para mí. Cristina: Marcelo era amigo de mi hermano Miguel. Cuando sabía que iba a llegar me ponía a temblar. Escena 4: Marcelo evoca a Cristina Aparecen proyectadas imágenes de Cristina de niña a adulta.

Mientras, Marcelo habla. Marcelo: En el viaje a Cochabamba, sabiendo que iba a verla, pensaba: ¿Cómo será Cristina cuando tenga veinte años? ¿Tendrá todavía el cabello largo, desordenado? ¿Lo eguirá echando a la espalda con ese movimiento de cabeza lleno de gracia, como rechazando una caricia al cuello? ¿Y ahora, se lo habrá cortado? Sus ojos no van a cambiar. Cuando se ríe, brillan… como inundados de lágrimas. Casi uno quisiera verla llorar. ¿Y ese vestido… se lo habrá puesto? No recuerdo la tela, sino la forma que le daba a la curva de su espalda, al llegar a la cintura.

La proyectaba, amodorrado, en las ventanillas y en el techo del bus. Me dormía imaginando que le aferraba la mano yl a región a la que nos s 5 arrastra el sueño donde se Cristina espera a Marcelo Cristina: Está por llegar. Mi vestido… no está planchado. pero es atrás. No se va a fijar. ¿No se fijan atrás? Claro que SL ¿A qué se dan vuelta entonces? ¿Me pinto? No me pinto. Ahí llega… serenidad, serenidad. No mirar… mejor mirar. No es él. Cuando llegue lo saludo casualmente: «Ah, hola» Una venia nada más. iAh[ llega! Date vuelta. Tonta, disimula. iQué nervios! Me está mirando…

El cuello me quema. Calma… Marcelo: Hola Cristina Cristina: Aaah… Hola.. Marcelo. Marcelo: Acabo de llegar. Voy a pasar las vacaciones aquí. Cristina: E . ¿en mi casa? No, en Cochabamba. Cristina: Ah Marcelo: Bueno… Cristina: … Aah. Me están esperando. Marcelo: Te veo después. Cristina: ¿Cuándo? Marcelo: ¿Esta tarde? SÍ, bueno. ¿A las seis? Marcelo: A las seis. Danza de Cristina Escena 6: Interpelación por el gas. Cristina: Yo no podía imaginar que un día terminaría escuchándolo hablar del gas y los hidrocarburos, con el mismo interés con que escuchaba de niña un cuento de hadas.

En el Parlamento tenían miedo que el debate se prolongara y la opinión pública reaccionara. Lo obligaron a hacer su interpelación en una sola noche. Habló durante catorce horas seg 6 5 sentido de responsabilidad. Le mueven la silla. Cae de pie al suelo Hay una forma de demagogia que se expresa en solicitadas en los diarios y quiere dejar a un pueblo la impresión de que está en la bonanza cuando se encuentra en miseria… Lo empujan de la silla.. Hagamos algo de historia: El código que rige el petróleo fue redactado por abogados vinculados a las compañías extranjeras con el propósito de beneficiarlas en exceso,..

Le hacen una zancadilla „ a expensas de la miserable economía nacional. Su aprobación, por un gobierno económicamente en quiebra tuvo el carácter de una transacción desesperada por la que se renuncia a la bolsa a cambio de la vida. Le ofrecen un vaso de agua Con permiso señores diputados… Se lo quitan antes de que logre beber.. Este Código ha transferido la propiedad y el derecho de exportación del petróleo a las empresas privadas, cosa prohibida en la Constitución. Este código no permite al Estado una fiscalización real de las actividades y ganancias de las petroleras concediéndoles un régimen tributario irrisorio.

No establece relación entre las reservas y la producción. Cada vez que se levanta lo sientan a la fuerza. Luego se alza de repente. Para hacernos entender: el campesino boliviano guarda lo que necesita para el año y vende lo que le sobra. Se quita el saco. 35 Bolivia debería hacer algo alcular sus reservas, combustibles para industrializar el país. No tendremos hornos de fundición si los costos no lo permiten, y los costos no serán bajos si el combustible no es barato. Le quitan el saco y lo empujan. No somos nosotros quienes desestabilizamos al gobierno.

Un gobierno es estable cuando entre él y el pueblo no hay un divorcio. cuando no hay una Bolivia oficial y una Bolivia real, divorciada de sus gobernantes. Un gobierno es estable cuando cuando al pueblo se le informa y no se le ocultan los acuerdos suscritos. El dominio de los medios de fuerza da oder a un gobierno, pero no le da autoridad. La autoridad es de naturaleza moral. Hacen caer una silla con estruendo. No me interrumpa señor diputado. Solicité un debate de tres días y ustedes me concedieron sólo una noche. Y toda esta noche vamos a continuar.

Lo empujan y hacen trastabillar. Es irresponsable que el gobierno califique como comunistas a los ciudadanos que intentamos introducir alguna modificación. Es una manera que ya tiene muchos años de matar al adversario político. Cuando alguien quiere matar a un perro, no usa un arma de fuego. Dice, ese perro está rabioso… Le quitan la silla en la que va a sentarse. Cae al suelo. Se alza y se sienta. Otro lo matará. ¿Qué ocurre hoy día? Le arrojan agua en la cara. Se la seca con un pañuelo y camina hacia el lado opuesto.

No podemos ahora abandonar una lucha para que este sea un país digno y respetable. 8 5 Vivimos la agonía de una r temente vendida V comprometida. Hemos salido de la revolución con la sensación de haber fracasado, ha fracasado una gran esperanza popular, hemos fracasado todos, hemos fracasado como nación, y hoy dra estamos inmersos en esa atmósfera de frustración que inhibe la conducta del país. Pido permiso, ya que hemos decidido continuar hasta cualquier ora, de sentarme. Se sienta. Se oye un huayno.

Necesitamos motivos para creer en nosotros mismos, no es posible que el país, todos los días, tenga que buscar en las páginas de la prensa, las declaraciones del embajador norteamericano, para saber lo que le espera al día siguiente. Tenemos que cobrar conciencia de que somos nación independiente y autónoma, sin utopías pero tampoco con transigencias dolorosas e indignantes. Escena 7: La declaración Marcelo ha quedado en la silla con la cabeza baja. Cristina desde el lado opuesto llega danzando y sonriendo. Tiene una prótesis en los dientes.

Mientras habla colocará el biombo entre ambos, en modo de dividir el espacio en dos. Cristina: Cuando cumplí quince años fui a Chile a que me pusieran una prótesis en los dientes. Marcelo estudiaba allí, en la Universidad. Me daba vergüenza que me viera con este aparato en la boca. Lo llama. Cristina: Marcelo… me pusieron… Se va avergonzada. Marcelo se alza de la silla. Quedan cada uno a un lado del biombo. Ella casa; él, del lado de del lado que representa el afuera. Marcelo ensaya lo dormir. Marcelo: «Cristina, Tengo que decirte algo, es algo serio». No, tengo que usar otro tono, menos serio, la voy a asustar…

Cristina, Tengo que decirte algo, es algo serio. Me da vergüenza.. No sé cómo decirlo… Es una locura»… No, que piense lo que quiera. Se lo digo directamente… «Cristina, creo… yo… te amo Cristina. Es algo que siento desde hace mucho tiempo» No, mejor se lo digo mañana.. Se va. Cristina: Es tarde. No llega. ¿Se habrá olvidado? Cristina se ha acostado. Marcelo, desde el otro lado de la escena, tira de una cuerda y arrastra el colchón en el que ella duerme y rie en sueños. Marcelo: ¿Cristina? ¿Vamos a pasear? Cristina ríe dormida. Marcelo: ¿Te llevo al cine a ver una película de terror?

Así te da miedo y yo puedo abrazarte… ¿O vamos al mercado a comer pescado? pero si te atragantas con una espina me voy a ver obligado a hacerte la respiración artificial. Cristina rie dormida. Marcelo: Tengo que decirte algo. Es algo serio. Me da vergüenza… una locura… Creo… yo… te amo Cristina. Marcelo: Es algo que siento desde hace mucho tiempo. Antes de conocerte yo quería ser cura. ¿Cómo? ¿Dijiste algo? ¿Dijiste también? Marcelo: ¿También qué? ¿También tú quieres ser monja? Cristina ríe dormida. La ca al lado de Marcelo. 0 DF 35 Marcelo: Entonces… ¿Pue esarte?