Mondolfo Rodolfo El genio helénico

RODOLFO MONDOLFO EL GENIO HELÉNICO 25 COLECCION ESQUEMAS EDITORIAL COLUMBA Del natural, por Horado Videla. RODOLFO MONDOL 5 EL GENIO HELENICO p Formación y caracter COLECCION ESQU IMPRESO EN LA ARGENTINA Queda hecho el depósito que previene la 11. 723. Copyright by Editorial Columba, Aires, 1956. ley número Buenos Este libro se terminó de imprimir el 28 de mayo de 1956 en los Talleres Gráficos Argentinos L. J. Rosso, Doblas 951, Bs. As..

La presente edición fue digitalizada y corregida en las bellas tierras del muy distante y espacioso reino de Kollasuyu; durante os primeros, calurosos y febriles días del mes de febrero del año ideales y los métodos de la ciencia entre los griegos antiguos, expresaba la admiración que todos debemos experimentar hacia esos precursores y creadores de toda ciencia verdadera, desde el título mismo de su obra: La época heróica de la ciencia (1).

Titulo sacado de un elocuente pasaje de Whewell, que justamente Heidel colocaba como epígrafe en la primera página de su obra: «Los sabios de la Grecia antigua (escribía Whewell) representan la época heróica de la ciencia.

Así como los primeros navegantes de su mitología, ellos aventuraron su bote, falto odavía de experiencia, en un lejano y arduo viaje, empujados por esperanzas en un éxito sobrenatural; y a pesar de no haber existido el imaginario premio áureo que buscaban, descerrajaron las puertas de regiones lejanas y abrieron los mares a las quillas de millares de hombres atrevidos, quienes en la sucesion de los tiempos los navegaron en toda dirección, para el acrecentamiento infinito del tesoro espiritual de la humanidad. (2) (1)The heroic age of science: The conception, Ideals and methods of science among the ancient Greeks, by William Arthur Heidel, Carnegie Institution of Washington, Baltimore, 1933. (2) W. Whewell, History ofthe inductive science, I, p. 68. «El milagro griego» se ha llamado, con pleno derecho, a esa creación efectuada por la inteligencia helénica: creación de una ciencia y filosofía que no son solamente ciencia y filosofía griega sino —como observa Rey la ciencia y la filosofía en general, cuya idea, orientación y metodología permanecen en toda ciencia y filosofía posterior y la inspiran y dirigen.

S orientación y metodología permanecen en toda ciencia y filosofía posterior y la inspiran y dirigen. Sin embargo, en la exaltación de ese milagro muy a menudo se ha traspasado el límite de una quilibrada comprensión y evaluación histórica, y por el deseo de dar resalto a su carácter excepcional, se ha querido a veces separarlo y aislarlo de toda continuidad de desenvolvimiento histórico, sea negando cualquier influjo o aporte de otras culturas anteriores en su nacimiento y desarrollo inicial, sea caracterizándolo mediante una oposición con los caracteres y desarrollos de las culturas posteriores.

Justamente Rey (2) puso de relieve que «el milagro griego es un milagro únicamente por sus consecuencias prodigiosas», y no porque represente una creación de la nada, sin antecedentes o inculaciones con las culturas que lo habían precedido entre los pueblos orientales. Hubo un período en el que los historiadores gustaban afirmar semejante originalidad absoluta, negando que la cultura helénica tuviera deudas hacia otras civilizaciones anteriores en los múltiples campos de su poliédrica creación: literatura y arte, religión y mitología, ciencia y filosofía.

Reacción natural y, en cierta medida, necesaria contra los fantásticos relatos de ciertos orientalistas románticos del comienzo del siglo XIX, tipo (1) La jeunesse de la science grecque, París, 1935, p. 519. (2) Obra citada, p. 3. Creuzer, Gladisch, Róth, etc. (1 convencidos de una sabiduría primitiva divina de los orientales, fuente única de toda posterior civilización occidental. Pero como suele ocurrir en toda reacción única de toda posterior civilización occidental.

Pero como suele ocurrir en toda reacción, se había traspasado el justo límite, y llegado a exageraciones opuestas; y la nueva crítica histórica tuvo por ende que establecer, sobre la sólida base de la documentación ofrecida por las nuevas Investigaciones, un juicio más equilibrado y sereno. Un autorizado historiador de la literatura griega, Augusto Rostagni, expone de la siguiente manera esa actitud errónea de la historiografia anterior, contra cuya persistencia debe luchar la nueva crítica histórica: «Se afirma muy a menudo la originalidad absoluta de Homero y de la literatura griega en general.

Contrariamente a las otras literaturas sucesivas, la griega habría nacido de una manera completamente espontánea, aislada, sin alimentarse de elementos o ejemplos paralelos o antecedentes; se habría formado por sí misma, creando sus medios, sus formas maravillosas (los géneros literarios), sea en el campo del arte propiamente dicho, sea en el del pensamiento, para comunicarlas espués en herencia perpetua a los otros pueblos.

Semejantes afirmaciones, así como las relativas a Homero, han nacido de todo un conjunto de sentimientos e ideologías difundidas por los románticos de entre fines de Siglo XVIII y comienzos del XIX. cuando la prehistoria helénica quedaba todavía por explorar enteramente. » (2) (1) Para mayores noticias acerca de esas tesis orientalistas, que a veces vuelven a aparecer en libros de nuestra época, véase zeller- mondolfo, La filosofía dei Greci, tomo l, cap. II, Firenze, 1932. (2) Véase la s[ntesis histórica de la literatura gri

Greci, tomo l, cap. II, Firenze, 1932. (2) Véase la síntesis histórica de la literatura griega hecha por Rostagni en la Enciclopedia Italiana (Grecia, letteratura). Pero desde entonces, y especialmente entre fines del siglo XIX y lo que va del siglo XX, se han realizado (como Rostagni también recuerda) investigaciones arqueológicas extremadamente intensas y fecundas, que nos han llevado a conocimientos inesperados acerca de las civilizaciones anteriores a la griega: del oriente asiático y egipcio y del mismo territorio helénico.

Se nos ha revelado la civilización prehelénica egea o minoico- icénica (de Creta, Micenas, Tirinto, etc. ), con sus vinculaciones intensas y relaciones prolongadas con la egipcia y las asiáticas (1); se nos han revelado nuevos y copiosos detalles acerca de las fases de desarrollo, las múltiples manifestaciones, la extensa difusión de influencias de civilizaciones ya parcialmente conocidas (egipcia, babilonio-asiria, fenicia, iránica, lidia, frigia, etc. ; se nos han revelado otras antes desconocidas (sumera, hitita, de Mitanni, etc. ) (2). Y por estos conocimientos han Sido aclaradas también las vinculaciones, directas e indirectas, que ha tenido n su nacimiento y desarrollo la cultura de los griegos con esas civilizaciones antecedentes: por la herencia de la cultura egea prehelénica y las sugestiones y comunicaciones llegadas de Oriente, a través de aquélla o por contactos directos con los pueblos de Fenicia, Egipto, Asia Menor y hasta Mesopotamia.

La intensificación ulterior de las indagaciones arqueológicas nos ofrecerá (hay que esperarlo) nuevos intensificación ulterior de las indagaciones arqueológicas nos (1) Cfr. Glotz, La civilisatíon égéenne, en la colección L’évo- lution de l’humanité. (2) Cfr. A. Moret, Le Nil et la civilisation égyptienne; L. Delaporte, Le Mésopotamie: les civilisations babylonienne et assyríenne (ambos en la colección citada); G.

Furlani, Civilitá babilonese e assiria, Roma, 1929; Dussaud, La Lydie et I’empire hittite, Paris, 1925; Conteneau, La civil. phénicienne, parís, 1926; Sartiaux, Les civilis. anca de l’Asie mineure, París, 1928, etc. elementos todav(a para una reconstrucción más adecuada de la deuda multiforme que tuvo la civilización griega con las orientales, en el dominio de la vida espiritual, así como de la práctica: de la religión y la mitología, de las artes arquitectónicas y figurativas, de a música y la poesía, de la técnica y la ciencia.

Los primeros pasos de la civilización griega se han realizado justamente —hecho significativo— en las colonias del Asia menor, donde el contacto directo e indirecto con los pueblos más adelantados de Oriente estimuló las energías creadoras del genio helénico, que pronto se afirmaron en su poder maravilloso, superando rápidamente toda creación de las culturas antecedentes.

Allí, en esas colonias, ha nacido la literatura griega; allí la epopeya homérica, precedida por un florecimiento de cantos épicos aislados perdidos para nosotros; allí otras formas e poesía, de arte, de técnica se han creado por la cooperación de los influjos orientales y de las herencias del mundo prehelénico con el despertar vigoroso orientales y de las herencias del mundo prehelénico con el despertar vigoroso del genio griego.

Los mitos de los dioses y de los héroes, los cuentos de las fábulas —primera forma de reflexión sobre la vida, la historia, la naturaleza universal— se han creado por esa confluencia de tradiciones prehelénicas, sugestiones orientales, invenciones nuevas. Los instrumentos musicales que, como la cítara (phórminx), acompañaban el canto el poeta, muestran por su mismo nombre su origen prehelénico.

Y frente a esta música tranquila y serena, que los historiadores llaman «apo-línea», se ha desarrollado también la llamada «dionisíaca», orgiástica, cuyo instrumento era la flauta (aulós), y cuyos modos, «frigio» y «lidio», indican por su mismo nombre su origen oriental (1). Las investigaciones críticas sobre la historia de la religión griega han demostrado también procedencias abundantes e importantes de la prehelénica y de las orientales. Cretense es el mito de la infancia de Zeus, minoico-micénico el tipo de

Artemis cazadora, mientras su figura en conjunto, igual que las de Apolo, Afrodita y Hefaistos y de muchos otros dioses menores, tienen probablemente orígenes orientales. Pero muchos mitos griegos tienen origen micénico; más aún —de acuerdo con las observaciones de Nilsson (2)—, los centros de la civilización micénica son los asientos de los principales ciclos míticos griegos: Micenas, de los Atridas y Perseo; Tirinto, de Heracles; Tebas, de los de Edipo y los Siete contra Tebas; Orcomenós, de Minias, etc. Y todo el culto griego de los héroes retrocede a la época micénica y a su religión qs

Minias, etc. Y todo el culto griego de los héroes retrocede a la época micénica y a su religión de los muertos, que tributaba a los reyes y príncipes honores especiales, según demuestran sus magníficas tumbas en Micenas y las mascarillas y los adornos de oro que los cubren y caracterizan como señores (o héroes), también después de la muerte. Con estas distinciones se vinculaba probablemente la creencia de la situación privilegiada de los héroes en las «islas de (1) Cfr. J. Combarieu, Histoire de la musique, l, parís, 1913; M.

Emmanuel, La musique en Gréce (en A. Lavignac, Encyclop. de la musique); Th. Reinach, La musique grecque, París, 1926; C. del Grande, Espress. musicale dei poeti greci, Napóles, 1932. (2) p. M. Nilsson, The Mycaenean origin of Greek Mytho-logy, Berkeley, Cal. , 1932; cfr. también The Minoan-Mycaenean religión and its survivals in Greek religion, Lund, 1927. Véase además: A. Evans, The early relig. of Greece in the ligth of Creían discov. , Londres, 1931. los bienaventurados», y las raíces de los misterios de Eleusis y de otros cultos misteriosos (1).

Pero la herencia prehelénica, más aún que por los mitos y los cultos y misterios, ha ejercido a través de Homero su acción rincipal para la formación espiritual de los griegos. Situado entre el ocaso de la época micénica y el comienzo del desarrollo histórico del mundo griego, Homero presenta en su epopeya el mundo de la civilización micénica parcialmente modificado por los contactos con las civilizaciones orientales y el nuevo impulso de las energías espirituales griegas. Y como Homero ha sido para todos los gri impulso de las energizas espirituales griegas.

Y como Homero ha sido para todos los griegos posteriores lo que los libros sagrados han sido para otros pueblos —el teólogo, el educador, l plasmador espiritual—, así en las raíces de la formación intelectual y moral helénica debemos reconocer el aporte de otras civilizaciones anteriores, que han fecundado y estimulado el crecimiento de la griega. El «milagro griego» ahonda sus raíces en un «humus» histórico espeso y rico, en el que el genio helénico pudo alimentar sus energías nacientes y acrecentarlas para el impulso de su rápido camino progresivo y el desarrollo de sus creaciones maravillosas.

Podemos decir con Nestle que Herder, al afirmar que «en Grecia ha Sido puesto el fundamento de todo conocimiento de ciencia de toda hermosura de forma», «señaló acertadamente la significación histórica universal de la literatura, la ciencia y el arte de Grecia», pero a condición de agregarle, con el mismo Nestle, el recuerdo de las palabras del discípulo de Platón, quien decla que los griegos lle- (1) Ver: E.

Rohde, Psyché, trad. de A. Raymond, París. vaban a más hermoso cumplimiento lo que tal vez tomaban de otros pueblos (1 Creación, por ende, pero no de la nada: creación estupenda, con la que toda posteridad tiene su deuda imborrable y siempre renovada. No hay en la historia otro ejemplo de un influjo spiritual tan extenso, profundo y repetido como el de la cultura helénica.

Desde el momento en el que Horacio reconocía que la Grecia, conquistada militarmente por los romanos, había conquistado en cambio espiritualmente a su inculto vence conquistada militarmente por los romanos, había conquistado en cambio espiritualmente a su inculto vencedor y le había hecho el don incomparable de sus artes (2), todo pueblo y toda época culta han debido confesar su vinculación con la Grecia antigua y su dependencia de ella (3).

La conquista de Alejandro Magno había llevado a los mismos pueblos de Oriente el influjo dominante e la cultura griega, cuya difusión se extiende y consolida en la formación posterior del imperio romano: aún al surgir el cristianismo los padres de la Iglesia buscan en la filosofia griega los elementos y medios de la sistematización doctrinaria de su pensamiento.

Al derrumbarse el imperio romano de Occidente bajo el ímpetu de las invasiones de los bárbaros, la cultura griega sigue viviendo (aunque cristalizándose paulatinamente en formas yertas) en el Oriente bizantino, y se comunica a los armenios, persas y sirios, y por su medio a los árabes, que ejercen después en Occidente, por su conquista de España, y en unión con los ilósofos judios ins- (1) Cfr. Nestle, Historia de la literatura griega (trad. castellana, Barcelona, Labor, 1930), Introducción. 2) «Graecia capta ferum victorem cepit et artes intulit agresti Latió… » (Horat. , Epistul, II, 1, vers. 156 s. ) (3) Cfr. J. P. Mahaffy, Che cosa han fatto gli antichl Greci per la civiltá moderna? (trad. ital. ), Palermo, 1923. pirados por Aristóteles, una acción estimuladora y propulsora del renacimiento filosófico del siglo XIII, con la difusión de un nuevo conocimiento de Aristóteles y de otros pensadores griegos. Se forma así la enciclopedia esco 0 DF 95