Metamorfosos dela ezquizofrenia

Metamorfosos dela ezquizofrenia gy gmaku I ACKa6pR 02, 2010 2S pagos METAMOFORSIS DE LA ESQUIZOFRENIA En el transitivismo, un trastorno muy propio de la esquizofrenia, el influjo de diversos factores: es la fase de la llamada «metamorfosis del carácter’, Ante una psiquiatría tradicional, que ha condenado a la esquizofrenia a ser explicada desde la anarquía de la disgregación, la fenomenología considera esta experiencia como una posibilidad humana que trasciende la mera sintomatología. La locura (Wahnsinn) -como bien dice Heidegger- no indica un pensar que fantasea cosas in-sensatas.

La misma etimología de «Whan'»(Wana en antiguo alemán) dice referencia al «sentido». Sinnen es tender, tomar una dirección hacia, que no está destituida de sentido. Sin embar o e/esquizofrénico en este dirigirse Se a en el desierto PACE 1 or2s de la incomprensión el morfosis de la Sv. içx to intersubjetividad exp a una ficacion del modo m de comunicarse con , es decir, una evanescencia de la h ana e interpersonal con la consiguiente disolución del suelo originario (Heimat), con esa pérdida de las evidencias naturales (Blankenburg).

Esta experiencia de «extrahedad» (Entfremdung) es un exiliarse de la amiliaridad pero es también un encaminarse a otros lugares y cercar un ámbito donde poder quedarse. Esa soledad también traduce una nostalgia de un retorno a la patria perdida y una nostalgia de una presencia que lo acompañe escuchándolo. ¿De qué modo, nuestra tarea permite captar este nudo de significaciones cuyas líneas de destino parecen bi Swipe to page bifurcarse a las nuestras? Alteraciones de la conciencia del yo que se presentan en la esquizofrenia de modo casi patognomónico.

Las indicamos a continuación 1 . La distinción de la conciencia del yo respecto del mundo xterior y de las demás personas: es el aspecto según el cual el yo se reconoce como un ser distinto de los objetos del mundo exterior y de las otras personas que lo rodean: en efecto, yo no me puedo confundir con las cosas del mundo exterior, así como tampoco puedo confundir todo aquello consubstancial a mi ser, con todo aquello pertinente a la esencia personal ajena.

Sus alteraciones son: El extasis, que, en su dimensión patológica, consiste en la desaparición de los linderos entre el yo y el no-yo, y el paciente se halla y se percibe confundido casi siempre con la entidad ivina propia de su religión, o «con el santo de su devoción», su presentación es corrientemente episódica, súbita y complicada con alucinaciones y delusiones: el paciente suele asumir actitudes beatíficas, prosternarse, con las manos plegadas, fija la mirada hacia arriba o bien en actitud de arrobamiento, con los ojos cerrados, etc. , el autismo, consiste, según E.

BLElJLER5 -el forjador del término- en un «desapego de la realidad junto con el predominio relativo y absoluto (sic) de la vida interior»; en la actitud del autista entran en juego exclusivo los recursos de la imaginación o la antasía, funciones que, en casos como éstos, tienen por finalidad satisfacer deseos que no se cumplen o no pueden cumplirse en la realidad; como por ejemplo, vengarse imaginativamente de supuestas humillaciones o agravios, que desde luego se complican con fenómenos d 2 OF as imaginativamente de supuestas humillaciones o agravios, que desde luego se complican con fenómenos delusionales y alucinatorios.

Se trata de un síntoma cuyo diagnóstico se hace generalmente por la actitud que adoptan estos pacientes al retraerse por largos períodos en su domicilio o en algún eterminado lugar del pabellón hospitalario, sin mayor interés en tomar contacto con el exterior o con las personas de su entorno, o que abandonan el trabajo, los estudios o la profesión, etc La publicación y/o sustracción del pensamiento, manifestaciones frecuentes en los esquizofrénicos: el enfermo expresa palmariamente que estos fenómenos le suceden incluso estando él retirado del trato social, metido en su casa, más aun cuando sale a la calle; por esta razón no es infrecuente que explique el motivo de su mutismo, por ejemplo: «porque si hablo, doctor, is pensamientos todos salen al exterior y la gente se entera de lo que estoy pensando; aunque también mis pensamientos pueden ser ordos sin necesidad de que yo los pronuncie: ése es el misterio, doctor»; otras veces el paciente suele dar informaciones de este tenor: «no sé por qué tienen que robarme las ideas, los proyectos y los planes que tengo; en este mismo instante en que estoy hablando con Ud. ya ellos lo saben lo que le estoy contando; no sé que hacer; deben tener pues algún aparato o máquina con los cuales me sacan los pensamientos; así, pues, no hay nada secreto en mí; Ud. smo, doctor, sabe en este momento lo que estoy pensando, así que para qué me pregunta En el transitivismo, un trastorno muy propio de la esquizofrenia, fenómeno sólo lejanamente parecido al que suele o as trastorno muy propio de la esquizofrenia, fenómeno sólo lejanamente parecido al que suele ocurrir en el coloquio de amigos, cuando uno de ellos suelta una idea y otro de los contertulios dice, sorprendido: «me acabas de quitar la idea. pero en el transitivismo, lo patológico consiste en que el enfermo atribuye, de modo contundente e incontrovertible, sus propios íntomas a otras personas, no admitiendo en absoluto que se trata de los suyos. Sucede que el mismo paciente puede ir donde el médico para que atienda a la persona que, supuestamente según ella, está «sufriendo de la mente»; por lo general, la persona sindicada como enferma suele ser un allegado o un pariente cercano.

Así, una señorita frisando los 40, se presenta a la consulta y comunica: «En la casa estamos pasando, doctor, por una situación bastante difícil: unas gentes que no se sabe quiénes pueden ser han comenzado a difamar a mi hermana iciendo a todo el mundo que ella es una prostituta, que se acuesta con cualquier hombre; que es una mujer que ha perdido toda vergüenza, y que es un mal ejemplo para la familia y para la sociedad; y mi pobre hermana, como Ud. comprenderá, sufre horriblemente por estas habladurías; como podr(amos hacer, doctor, porque ella dice que yo soy la enferma y no ella; cuando podría venir para que Ud. la vea… «? la altero-ecopraxia: es otra de las manifestaciones en que la esfera del yo se confunde con la de las demás personas; su presentación en clínica es rara. Fue descubierta, descrita y ominada por H. DELGAD07 y consiste en que el paciente está convencido que sus actos, expresiones verbales, movimientos, ademanes, etc. , son imitados por ot ademanes, etc. son imitados por otras personas, generalmente vecinas, (con la seguridad de que tal imitación, no ocurre en realidad); el paciente llega a asegurar que él y el imitador son la misma persona. 2. La convicción de existencia personal: es el aspecto de la conciencia del yo en que el sujeto sano, está convencido, tiene la certeza de que existe y que, por lo tanto, su cuerpo y su alma son entidades reales y muy suyas. La anormalidad respectiva es la «convicción de inexistencia personal, sobre la que el paciente se afirma de manera irrebatible, completamente seguro de que «ya no existe, y enérgicamente renuente a aceptar la argumentación contraria.

Esta es una alteración de la conciencia del yo muy propia del llamado «Síndrome de Cotard», en el cual se presenta claramente delimitable; pero puede también surgir en la esquizofrenia, desfigurado por los fenómenos alucinatorios y delusionales, por lo que hemos propuesto el nombre de «Síndrome pseudo-Cotard», en un trabajo de hace ya varios ños23. 3. Otro de los aspectos de la conciencia del yo que suele afectarse en la esquizofrenia es el del «sentimiento de la constancia virtual», según el que cada cual se siente y percibe la misma persona que fue a lo largo de su vida, desde el momento en que la instancia del yo se configura y el sujeto es capaz de ejercitar la autoreflexión, lo que habitualmente acontece en las postrimerías de la niñez.

DELGADO 10 considera en que este punto deben hacerse, por lo menos, dos advertencias: la primera es suscitada por la propia naturaleza del carácter, que va variando con el iempo, d s OF as es suscitada por la propia naturaleza del carácter, que va variando con el tiempo, desde los primeros días de la vida, en que el sentimiento de constancia virtual va modificándose, bajo el ‘nflujo de diversos factores: es la fase de la llamada «metamorfosis del carácter», hasta, por lo menos la adolescencia, en el curso de la cual estos cambios suelen ser bastante notorios, según hallazgos de investigadores de nota, como E. SPRANGER25 Ch. BUHLER6, H. REMPLE022, J. PIAGET et al. 10, A. GESEI_L et a114, etc. cambios éstos que no pueden tornarse como patológicos.

La segunda advertencia, comprende aquellos casos ciertamente anormales, porque son cambios o alteraciones de la personalidad debidos a lesiones cerebrales, cualesquiera sean su origen, siempre verificable como hecho actual o anamnéslco, pero el cambio formal e incomprensible del sentimiento de constancia virtual, consiste en que el sujeto sostiene enfáticamente haber sufrido una tal «transformación», porque se siente otra persona, distinta de la que fue hasta un determinado momento; transformación que en algunos casos puede ser súbita y precisa en el tiempo y lugar. Así sucedió con una paciente, de 33 años, soltera, quien cuenta lo siguiente: «Una mañana, cuando yo tenía 13 años, acababa de salir del colegio a las 12 del día y me encontraba en el paradero del ómnibus para tomar el vehiculo que siempre me dejaba en mi casa, cuando de repente ‘sentí como un aire’, cosa muy rara, y desde ese preciso instante cambió totalmente mi modo de ser, ya no me sentía la misma chica que siempre fui; llegué a mi casa y conté a mis familiares lo que me sucedía y no me creían.

Desde aquella época yo no 6 OF as a mi casa y conté a mis familiares lo que me sucedía y no me re(an. Desde aquella época yo no salgo de mi casa porque la gente se burla de mí y me han puesto el apodo de ‘gorda’; cuando tengo que regar el jard(n, lo hago bien temprano, antes que los vecinos se levanten y comiencen a burlarse de mi, diciendo siempre: ‘ahí esté esa gorda’ 4. La conciencia de actividad: aspecto de la conciencia del yo, en que el yo se considera y se sabe autor y dueño de sus propios actos, de tal modo que la vida subjetiva transcurre con el sentimiento de que uno mismo es el que interviene como agente: el sujeto sabe entonces que sus pensamientos, sus ideas, sus mpulsos, sentimientos, etc. e su vida cotidiana, pertenecen a él rmsmo. Entre las anormalidades correspondientes a este aspecto de la conciencia del yo, se señalan la «parálisis del yo», «sentimiento de automatismo» y «desposesión», que suelen tomarse casi como sinónimos. Aunque en clínica pueden darse fenómenos parecidos a los nombrados, no precisamente psicóticos, bajo el influjo de un impacto emocional, súbito e imprevisto, o continuo como en las reacciones neuróticas; o también de manera semiconsciente y en cierto modo, voluntaria, como acontece en los sujetos que hacen el papel de «medium» urante las «sesiones de espiritismo»; o bajo el influjo, también aceptado y voluntario de la hipnosis.

Pero en las formas patológicas ocurre algo distinto: el yo se halla bajo las órdenes de un agente extraño que, por lo general, desconoce la identidad de tal agente y/o su procedencia; el sujeto está convencido de que sus actos son impuestos o dirigidos y manejados no por él mismo sino por otras personas, convencido de que sus actos son impuestos o dirigidos y manejados no por él mismo sino por otras personas, aparatos, máquinas, etc. , pero siempre contra su voluntad. Así, un paciente de 28 años, es portador de un trastorno esquizofrénico crónico, sus quejas de siempre son como éstas: «Me siento algo mejor, doctor, pero la gente me sigue censurando, conoce toda mi vida, esa gente está al tanto de todo lo que yo hice en mi juventud, cuando muchacho; hasta un sacerdote se ocupa directamente de mi conducta y se pone a divulgarla a la gente en la iglesia; los médicos no me creen, Ud. ampoco; en cambio, yo estoy seguro de que estas cosas se deben a que tengo metido un aparato en un diente (señala un incisivo) o tal vez en el estómago; pero más eguro estoy de que el aparato está metido en el diente; aunque los dentistas que me han visto (el padre fue siempre obligado por el enfermo a llevárselo donde el dentista) me dicen que no tengo nada allí; y como todas estas cosas se deben a la existencia de ese aparato, la solución está en que el dentista me lo saque» El paciente asegura reiterada e invariablemente que el aparato aludido ha sido metido «por alguien» que no puede identificar, con el objeto de hacer pública su vida interior, sin que él así lo quiera. 5. La conciencia de unidad del yo: es el aspecto de la conciencia oica que asegura el sentimiento de que el yo es único, indiviso e indivisible.

Sin embargo, este aspecto de la conciencia del yo, es uno de los más debatidos modernamente, por psicólogos como Wilhelm ARNOLDI, Gardner MURPHY 19, etc. y por renombrados escritores de novelas psicofilosóficas, ya mencionados; pero mientras renombrados escritores de novelas psicofilosóficas, ya mencionados; pero mientras en estos últimos, la mezcla de realidad y fantasía es más que probable, en psicólogos y psiquiatras, la posibilidad del influjo inventivo es seguramente mucho menor; puesto que estos autores nos describen casos atológicamente reales, y no de «personajes» o «protagonistas», como sucede en las novelas. Esto no quiere decir, empero, que la vida psíquica normal y corriente no sea susceptible de una disociación funcional. Al respecto, G.

MURPHY 19 dice, textualmente, lo siguiente: «Nosotros hemos visto que la integración -psíquica- frecuentemente incompleta, que hay a menudo una tendencia a ser activo en una región, inactivo en otra: el hombre que está visiblemente absorbido en una tarea o absorto en un ‘brown study'(estudio profundo), está ciertamente disociado: él puede hacer cosas de las que no toma debida uenta, y más tarde niega haberlas hecho; en tales momentos de ‘concentración’ hay paradójicamente una liberación de muchas partes del sistema de la personalidad». El tenor de esta cita nos parece pues, lo suficientemente elocuente. Como trastornos concernientes a este aspecto de la conciencia del yo, se han descrito en clínica y en la literatura novelística, casos que se puede agrupar todos ellos bajo el concepto de «personalidades múltiples» que consiste en la presentación, en un mismo sujeto, de dos o más yoes; es decir, casos de «personalidad doble» (DOSTOYEVSKI) y casos de «personalidad últiple» (H. HESSE). G.

MURPHY, sostiene que la mayor parte de los casos de «personalidad doble», pueden sintetizarse en dos tipos: el Tipo l, en que las dos personali «personalidad doble», pueden sintetizarse en dos tipos: el Tipo l, en que las dos personalidades mantienen, en su alternancia, total independencia: así, la personalidad A, no conoce absolutamente nada acerca de los pensamientos y actos de la personalidad B, y B tampoco conoce nada de A: ellas no se traslapan. En el Tipo II -al que pertenece el caso i’BCAi’ muy estudiado por Norton PRINCE-, A ignora lo de 3, pero B esta muy al tanto de las cosas ue hace A: g recuerda lo que ha hecho y pensado A; y cuando A está surgiendo, B puede aún reclamar estar conscientemente activo, controlando algunos de los mecanismos motores. A este segundo tipo de personalidad doble corresponde el concepto de «personalidades coconcientes», así denominado por el mismo Morton PRINCE; mientras que al primer tipo de personalidad doble lo distinguen mejor rasgos recíprocamente opuestos; es decir, el rechazo y el desconocimiento mutuos.

Este último rasgo, el desconocimiento, parece ser el predominante en este primer tipo, por lo menos en clínica, como los que describe brevemente G. MURPHY: el caso de Ansel Bourne y el de Mary Reynolds. Estos trastornos de la conciencia del yo, en los que se observa claramente que los de unidad e identidad del yo se implican y complican, son de presentación excepcional en clínica psiquiátrica; además, el hecho de que existe la poslbilidad de ser provocados y resueltos por procedimientos hipnóticos hablan más bien de que dichos fenómenos sean de naturaleza neurótica que psicótica. Así, DELGAD07 califica como «genuinamente histérico» el caso BCA de Morton PRINCE; y nosotros tenemos la misma impresión de los casos de Ansel Bourne y Mary Reyno