MAX NEEF Transdisciplina

MAX NEEF Transdisciplina gyJuanpay092 (‘copan* 16, 2016 21 pagos Transdisciplina, para pasar del saber al comprender por Manfred Max-Neef* Catedrático de Economía de la Universidad de Chile De las cuatro instituciones más determinantes de la existencia que convergen en la consolidación de la discontinuidad entre los modos de ser humanos y no humanos, la universidad es la llamada a resolver la consecuente desorientación cultural que padece el mundo, y la manera de lograr coherencia es a partir de la transdisciplinariedad, dijo el premio Nobel Alternativo de Economía y promotor del desarrollo a escal 2003 al

Encuentro Internacio Universidad de Antioquia. PACE 1 or21 to View nut*ge de de septiembre de nvocó la Siento una sensación muy extraña. Me resulta bastante insólito que un chileno que vivió el exilio hable sobre humanización en el dra que se conmemoran 30 años del golpe de Estado en Chile, que provocó tantas muertes, tanta brutalidad y tanta deshumanización. Celebro esta coincidencia, sin embargo, porque de algún modo me compromete más profundamente con el tema.

No traje un tema acabadamente elaborado porque, al igual que todos ustedes, no tengo completamente claro qué es realmente la humanización, de manera que creo ue sólo podemos compartir divagaciones y especulación. todas las circunstancias ciertos valores fundamentales. La perra goza del total y más absoluto respeto de los perros (por lo demás es sabido que un perro nunca agrede a una perra, a menos que esté enfermo). Ella tiene todos los privilegios, y hasta un super tragón como es el labrador se hace a un lado para que ella decida si quiere comer o no.

Vivo en una zona donde se dan los maravillosos cisnes de cuello negro que son particulares de la Patagonia chilena. Son aves que se enamoran una vez en la vida y forman pareja hasta que se mueren; los viudos o las viudas no uscan una nueva pareja, siguen recordando a la que tuvieron, y entre los dos cuidan a los cisnecitos y comparten las labores domésticas. Más al sur están los fascinantes pingüinos. Allí también observa uno que todos los procesos ocurren por amores, a veces apasionados.

Entre los pingüinos hay ceremonias matrimoniales en las que participa toda la colonia y en las que las 2 pingüinas casaderas se ponen en una hilera y los pingüinos casaderos ponen una piedrecita a los pies de la elegida y si ella a su vez la recoge es que lo acepta y la colonia los declara marido y mujer, y viven juntos también por el esto de la vida, e incluso se llega al extremo del suicidio por amor: si a un pingüino no lo quiere ninguna pingüina se lanza és de la puesta del sol, qué les cuento estas cosas?

Yo creo que tiene mucho que ver con el tema porque a mí me parece que nuestra necesidad sería, más que la de humanizamos, animalizarnos un poco. Yo creo que los animales tienen las cosas mucho más claras y son mucho más decentes y más respetuosos con los principios y valores fundamentales que nosotros. Nosotros inventamos los valores para violarlos, inventamos las leyes para pasar por encima de ellas, diseñamos obsesivamente eglamentos para que no sean respetados, firmamos solemnemente tratados internacionales que después ningún país individualmente respeta.

Algo no marcha. La pregunta es: ¿hemos sido siempre as? No puede haber una respuesta rotunda y definitiva pero mi impresión es que no siempre hemos sido así. Algo ocurrió en el proceso de nuestra evolución para que, de haber sido seres bastantes completos, nos transformáramos en seres profunda y dramáticamente fragmentados, y el resultado de ello es que hoy somos seres que, a pesar de todo el inconmensurable conocimiento que hemos acumulado, no encontramos realmente l lugar que nos corresponde en este milagroso conjunto total de la vida.

Si yo tuviera que definir el momento en una frase diría que hemos alcanzado un punto en el cual sabemos muchísimo pero comprendemos muy poco. Y creo que ahí es donde está el meollo del asunto, porque saber no es lo mismo que comprender. El describir y ue es lo que la ciencia nos desde la revolución científica, particularmente con Bacon, Descartes y Galileo, se logra a través de procesos fragmentados. Pero el comprender es más que describir y explicar.

La diferencia la puedo describir en mi ejemplo favorito: cualquiera de ustedes puede haber estudiado odo lo que es posible estudiar desde una visión teológica, filosófica, antropológica, biológica, bioquímica, sicológica, etc. , sobre un fenómeno humano que se llama amor, y saber todo lo que se puede saber sobre el amor, pero nunca comprenderán el amor a menos que se enamoren. ¿Qué significa eso?

Significa que yo sólo puedo pretender comprender aquello de lo cual me hago parte, no puedo comprender aquello de lo cual yo me separo, y la ciencia tradicional nos enseña a separarnos, separa el objeto observado del sujeto observador y sólo en un área de la ciencia —en la física cuántica— por primera vez l ser humano a través de ciencia pura se ha dado cuenta de lo artificial y artificiosa que ha sido su experiencia científica, porque en la física cuántica no hay separación posible entre objeto observado y sujeto observador, es toda una cosa profunda e íntimamente vinculada.

Pues bien, como resultado de esta situación y de la fragmentación consecuente del ser humano surge un estilo de organizarse en torno a la generación de conocimiento y en este pr rsidad tiene una historia hoy día. La universidad partió como una institución de un pensamiento holístico global y tremendamente integrado en torno a las que eran las uatro ciencias fundamentales de la universidad medieval, y su estructura se ha ido adaptando a la historia de la acumulación del conocimiento y particularmente de la revolución científica.

Pareciera que por primera vez en la historia, cuatro de las instituciones más determinantes en la orientación de las funciones de la vida humana —los gobiernos, las tradiciones religiosas, las corporaciones económicas y las universidades— han convergido en la consolidación de la discontinuidad entre los modos de ser humanos y no humanos. Al mundo distinto de lo humano no se le reconocen valores ni derechos inherentes.

Valores y derechos se le conceden fundamentalmente a lo humano, al resto sólo en la medida en que es utilizado o utilizable por los humanos. Esta actitud, tan consolidada hoy, ha provocado un asalto sobre miles y quizás millones de formas de vida, al grado que destacados biólogos consideran que una devastación de formas de vida de las actuales proporciones no ha ocurrido en la tierra desde finales de la era mesozoica, es decir, hace 65 millones de años.

Estamos atrapados en una inmensa desorientación cultural, s OF sustentada económicame oraciones, iuridicamente Tal como se manifiesta en la actualidad, la universidad prepara studiantes no para integrarse sinérgicamente con el mundo natural y desde allí potenciar la creación humana, científica, tecnológica y artística, sino más bien para separarse de ese mundo a fin de extender cada vez más una humana actitud de acoso y de dominio en la más pura tradición de Bacon y Descartes.

Así, pues, la universidad se ha transformado ingenuamente en cómplice del hecho de que no sólo estamos modificando el mundo humano, sino que también estamos cambiando la química del planeta e incluso la estructura geológica, además de los semicios que prestan los ecosistemas de la naturaleza.

Estamos erturbando la atmósfera, la hidrosfera y la geosfera, desmantelando sistemáticamente un asombroso y prolijo programa desarrollado por la naturaleza a través de miles de millones de años. 4 En la economía —por cierto, la más arrogante y peligrosa de todas las disciplinas de nuestro tiempo— el divorcio entre la economía humana y la econom(a de la tierra ha provocado resultados absolutamente catastróficos.

El que se considere como positivo que un producto humano se logre a costa de la declinación e incluso extinción de un producto natural es un absurdo tan evidente que la actual enseñanza de la economía so de ello, y más aún en los economistas, que por otro lado enseñan que tal actitud a nivel de una empresa significaría la quiebra, se manifiestan satisfechos con ello cuando se trata de la naturaleza, que en materia de servicios es la mayor y más perfecta de todas las empresas.

Lo lógico sería que en la primera y más básica lección de las escuelas de econom[a impartieran la importancia de conservar la integridad de la tierra, sin la cual no hay economía posible. Sin embargo, hasta muy recientemente habría resultado en vano todo esfuerzo por encontrar una sola universidad en el mundo donde este rimordial principio fuera enseñado a los estudiantes de economía. En la última década —aunque muy t[midamente— algo está comenzando a cambiar en la dirección correcta y a ello me referiré un poco más adelante.

De cualquier manera Slgue resultando extraño que el blocldio y el geocidio se Slga practicando bajo la ilusión de que se está mejorando la condición humana. Pero no sólo la economía es responsable de tales contradicciones. También lo es el derecho que en las culturas occidentalesy a través de sus legislaciones garantiza libertades individuales y derechos de poseer y de disponer de ropiedad, todo ello sn protecciones legales adecuadas para el mundo natural.

Se trata de jurisprudencias profundamente deficientes que no otorgan bases para que el planeta pueda manifestar omunidad integral, que incluya todos sus jurisprudencia que interprete la tierra como una comunidad integral puede hacer posible un planeta viable. Algunos intentos se han hecho en esta dirección, no como países individuales, sino en el seno de las Naciones Unidas. Tal es el caso de la carta mundial sobre la naturaleza que aprobó la asamblea general en 1982, desconocida por todos nuestros países, y la carta de la tierra que se presentó ara su aprobación en la asamblea general de 2002.

Tales textos destacan que toda forma de vida es única y merece respeto, al margen de si es o no útil a los humanos. pero como corresponde a las tradiciones de nuestra modernidad, tales iniciativas son aprobadas y firmadas solemnemente por los representantes de los países miembros para jamás ser cumplidas, ni respetadas. Igualmente deficientes a este respecto resultan nuestras instituciones religiosas de Occidente, cuyo énfasis en la revelación verbal opaca la manifestación de lo divino en el mundo natural. Más aún, cualquier manifestación panteísta, que ve al

Creador como inmanente en todo lo creado, se considera herética. Por otra parte, el exceslvo énfasis en los procesos de redención y de salvación desatiende los procesos de creación como fenómeno permanente del mundo natural. Para nuestras tradiciones religi n fue un programa divino que se completó. inmediato cotidiano. La economía, la jurisprudencia y las religiones se enseñan en las universidades, reforzando la visión de que el mundo de lo no humano existe fundamentalmente para el uso humano, ya sea por razones económicas, científicas, estéticas, recreacionales o espirituales.

Así, pues, las universidades acaban iendo soportes de una patolog(a que resulta siendo absolutamente ruinosa para el planeta. Incluso las llamadas humanidades, tal como se las enseña, contribuyen a reforzar la tendencia descrita. El excesivo valor que se concede a lo humano impide comprender de manera adecuada el lugar y el papel que nos corresponde como humanos en la estructura y en el funcionamiento del rico y complejo tejido del mundo natural.

Dejamos así de reconocer que lo humano, por muy noble que sea, se debe al mundo más de lo que el mundo se debe a lo humano. Resulta notable, sin embargo, que la primacía del mundo total por sobre ualesquiera de sus partes fue reconocida plenamente en la antigüedad. En la Suma contra gentiles Tomás de Aquino afirma que el orden del universo es la última y más noble perfección de las cosas, y en la Suma teológica agrega que todo el universo junto participa en la bondad divina y la representa mejor que cualquier individuo.

La gran ruptura de la que aún no nos recuperamos ocurrió en el siglo XVII con René Descartes, quien lite -almó (le robó el alma) al no humano se reconcbió como meros entes mecánicos destinados a ser explotados y utilizados exclusivamente para el servicio de los seres humanos. No deja de ser extraño que en la temprana Edad Media, por intuición, se reconociera la indisoluble unidad de todos los componentes del mundo, y que en la modernidad, con tanto y tan espectacular conocimiento acumulado, la tan desalmada tradición cartesiana siga tan vigente y la universidad continúe siendo su principal cultora.

Ahora que tenemos evidenclas de que estamos genéticamente relacionados con todas las otras formas de vida, que estamos capacitados para comprender que nuestro bienestar depende del bienestar de la tierra, sin embargo seguimos siendo incapaces de reconcebir la economía, el derecho, las umanidades, la religión y la educación cientiTica. La universidad parece entrampada en una fijación de la que no logra escapar, a pesar de que sus aportes tradicionales han demostrado ser incapaces de prevenir la devastación del planeta. A pesar de lo manifestado, cabe destacar que se han desatado algunos procesos positivos y promisorios: en materia de economía, los aportes de la nueva disciplina de la economía ecológica —más bien transdisciplina—, desde la creación de la sociedad internacional correspondiente y de la edición de su revista transdisciplinaria; en lo qu iurisprudencia, la carta