los peligros del autoritarismo

LOS PELIGROS DEL AUTORITARISMO Efraín Alzate S «Desde el punto de vista de su origen, el término autoridad es una vieja palabra latina (auctoritas, sinónimo de poder legítimo y no de fuerza coactiva) unida al verbo augere, aumentar, y no ha sido un término peyorativo, contrariamente al vocablo autoritarismo, utilizado hoy en forma despectiva. EL Autoritarismo se entiende, en general, una autoridad opresiva que aplasta la libertad e impide la critica». Sartori, G. : Teoría de la Democracia, Buenos Aires, RH, 1988. P. 229.

Hace unos días vi una película en algún tiempo de ocio dominical; esta pelicula mostraba una relación serena y feliz de una pareja con tres hijos; el esposo era un pastor de una de tantas Iglesias cristianas. Este hombre se mostraba puro, puritano y cercano a Dios en el culto, y luego en casa agredía y aplicaba vejámenes sexuales a su esposa. En la Iglesia la autoridad aureolada de la religión y en el hogar el autoritarismo endiosado. Todo sucedía en la alcoba sin que vecinos o los hijos se dieran cuenta; la esposa era sumisa hasta que se agotó su paciencia y con un tiro e escopeta mató a su autoritario esposo.

Esta mujer finalmente fue absuelta y su marido se fue a lo mejor a los mismos infiernos. Después de esta película me senté a escribir algo que puede servir a quienes tenemos: vida pública, vida privada y vid SwiFQ to nut vida íntima, porque de alguna manera todos nosotros poseemos vida en sociedad, somos personajes públicos; vida privada traducida en familia o amigos especiales; y vida íntima que se encuentra en lo que somos y hacemos con nuestro cuerpo.

Dediquemos esta perorata a la vida pública de los autoritarismos amplones representados en jefes que se pavonean en las empresas que abrasaron los estándares del neoliberalismo, campo del que no se escapan hoy ni las universidades que ayer fueron espacios para el humanismo la controversia y la libertad de pensamiento. Hay personas que logran ganarse una posición de gran respeto por la vía de la fuerza o el miedo: tienden a utilizar un poder coercitivo para lograr lo que se proponen.

Su eficacia a corto plazo suele ser alta, pero no es fácil de mantener por mucho tiempo, pues produce una sumisión tensa y provoca actitudes e resistencia que pueden llegar a ser enormemente activas e ingeniosas. No es extraño que la persona autoritaria, termine encerrada en su propia maraña y su vida se convierta en un infierno aterrador del que solo puede escapar exiliándose en retiros espirituales o en sanatorios mentales. El autoritarismo es el tipo de poder que ejercen algunas personas —en el trabajo, la escuela, la universidad, la familia, etc. ??, con resultados a largo plazo generalmente deplorables, pues entran con facilidad en una dinámica que alienta la simulación, la sospecha, la mentira y la inmorali on facilidad en una dinámica que alienta la simulación, la sospecha, la mentira y la inmoralidad. La mayoría de sometidos en silencio, solo piensan en el momento de cobrar venganza; saludan a sus jefes autoritarios con beso y sonrisa amplia, pero en su interior habita un hervidero de odio y rencor.

Los métodos basados en el temor, la fuerza y el autoritarismo destruyen la sinceridad y la confianza y solo se consigue una falsa sumisión. Quien mantiene su autoridad desde el miedo que provoca, es un ser carcomido por los miedos y ve sombras amenazantes asta en los muros de los sueños. La empresa que va dejando en el camino un reguero de personas excluidas sin reconocer sus derechos, va labrando su propia destrucción y su nombre solo aparece en los estrados judiciales para responder a demandas, las que normalmente pierde y por ende amenazan sus estabilidad económica.

Hay otros estilos de autoridad menos despóticos, que consiguen mantener una posición de dominio de una manera más utilitaria, por la vía de la contraprestación y el equilibrio de poderes, y la gente les obedece y les sigue en puntos concretos a cambio e unas ventajas determinadas. La relación que se establece suele ser de Simple funcionalidad, y ese equilibrio de fuerzas se mantiene mientras beneficie a ambos, o al menos mientras continuar así les perjudique menos que romperlo.

Es cierto que ofrece una cierta sensación de equidad y justicia, pero es el tipo de situación propi 3 cierto que ofrece una cierta sensación de equidad y justicia, pero es el tipo de situación propia de relaciones laborales o familiares precarias y enrarecidas. Existe una forma de ejercer la autoridad más acorde con la ignidad humana. Es la autoridad moral que poseen aquellas personas en las que se confía y a las que se respeta porque se cree en ellas y en la tarea que están llevando a cabo.

No es una fe ni una servidumbre ciegas, ni consecuencia del arrastre de un gran carisma personal, sino una reacción consciente y libre que esas personas producen en los demás gracias a su honestidad, su valía y su actitud hacia los demás. Un jefe que ejerce su autoridad desde una plena concepción de la dignidad humana, jamás se presta para acciones arbitrarias con los trabajadores. La autoridad es necesaria para gobernar, para educar, para vivir en sociedad con pautas claras y para ordenar la existencia.

El autoritarismo es la negación de la autoridad, es el camino al exceso, es el peligroso atajo que nadie deberla tomar, es el abuso, la arbitrariedad y el caldo de cultivo más propicio para el más descarado culto a la personalidad. La línea que separa la autoridad del autoritarismo es tan delgada como la que diferencia lo simple de lo simplista, lo sensible de lo sensiblero, lo popular de lo populachero o lo valiente de lo suicida» Enrique Pinti