LENIN caracterizacion del romanti

V. I. LENIN Fragmento del estudio SOBRE LA CARACTERIZACION DEL ROMANTICISMO ECONOMICOI El mercado extranjero «como salida a la dificultad» que plantea la realización de la plusvalía Otro error de Sismondi, que brota de la errónea teoría sobre la renta y el producto sociales en la sociedad capitalista, es su tesis de la imposibilidad de realizar el producto en general y la plusvalía en particular, y como consecuencia de esta imposibilidad, la necesidad del mercado extranjero.

Por lo que se refiere a la realización del producto en general, el análisis hecho más arriba emuestra que la «im osibilidad» se reduce a la falsa eliminación del capital constante este error, desaparec debe decirse en lo q análisis explica tambi ningún motivo racion e p ucción. Suprimido e os me ambién ‘a «imposib ad». Y lo mismo e refiereen partic r a la plusvalía: este su real’ ón. No iste absolutamente valía del producto global, en lo tocante a su realización.

La afirmación en contrario de Sismondi (y de nuestros populistas) es, sencillamente, el resultado de no comprender las leyes fundamentales de la realización en general, de no ser capaces de distinguir, con especto al valor, tres (y no dos) partes del producto, y con respecto a la forma material dos clases de productos (medios de producción y medios de consumo). La Swige to vlew next page La afirmación de que los capitalistas no pueden consumir la plusvalía no es más que una repetición vulgarizada de la duda de Adam Smith acerca de la realización en general.

Sólo una parte de la plusval[a se halla formada por medios de consumo; otra parte consiste en medios de producción (por ejemplo, la plusvalía del fabricante de hierro). El «consumo» de esta última plusvalía se fectúa al emplearla en la producción; los capitalistas que crean el producto en forma de medios de producción no consumen por si mismos la plusval(a, sino el captal constante que cambian con otros capitalistas. or eso los populistas, cuando hablan de la imposibilidad de realizar la plusvalía, se ven lógicamente obligados negar también la posibilidad de realizar el capital constante, con lo cual llegan sanos y salvos a Adam Smith… Claro está que semejante retorno al «padre de la economía poltica» representaría un progreso enorme en autores como éstos, que os sirven como verdaderos viejos errores descubiertos por su propio intelecto» ¿Y el mercado extranjero? ?Es que nosotros negamos la necesidad de un mercado extranjero para el capitalismo? Naturalmente que no. Lo que ocurre es que el problema del mercado extranjero no tiene absolutamente nada que ver con el problema de la realización, y el intento de unir estos dos problemas formando uno solo caracteriza el deseo romántico de «contener» el capitalismo, al mismo tiempo que la falta de lógica de que adolecen los románticos. Asi lo ha demostrado con absoluta claridad la teoría que explica el problema de la ealización.

El romántico 22 demostrado con absoluta claridad la teoría que explica el problema de la realización. El romántico dice: los capitalistas no pueden consumir la plusvalía, razón por la cual tienen que darle salida en el extranjero. Ahora bien, ¿acaso los capitalistas regalan sus productos a los extranjeros o los arrojan al mar? Lo que hacen es venderlos, es decir, obtienen un equivalente a cambio de ellos; exportan sus productos, importando a cambio de ellos otros.

Cuando hablamos de la realización del producto social, eliminamos ya por este solo hecho la circulación de dinero admitimos solamente un intercambio de unos productos por otros, pues el problema de la realización estriba también en analizar cómo se reponen, tanto en cuanto al valor como en cuanto a la forma material, todas las partes que integran el producto social. por tanto, empezar hablando de la realización para terminar diciendo que «ya se dará salida al producto por dinero» es algo tan ridículo como si se quisiera resolver el problema de la realización del capital constante en medios de consumo diciendo: «ya se venderán».

Es, sencillamente, un burdo error lógico: esas gentes se dejan llevar del problema e la realización del producto global de la sociedad al punto de vista del empresario individual, a quien sólo interesa «la venta al extranjero». Confundir el comercio exterior, la exportación, con el problema de la realización, significa rehuir el problema, desplazarlo a un campo más extenso, pero sin aclararlo en lo más mínim02 El problema de la realización no avanzara ni un palmo por el hecho de que en vez de fija por el hecho de que en vez de fijarnos en el mercado de un solo país nos fijemos en el mercado de un conjunto de países.

Cuando los populistas afirman que el mercado extranjero es a «salida a la dificultad»3 con que tropieza el captalismo para la realización del producto, no hacen más que encubrir con esta frase el triste hecho de que el «mercado extranjero» es la «salida a la dificultad» con que ellos tropiezan por no comprender la teoría. Pero no es sólo esto.

La teor(a que abarca el mercado extranjero con el problema de la realización del producto global de la sociedad no demuestra solamente que no se comprende lo que es esta realización, sino que encierra además una concepción extraordinariamente superficial de las contradicciones peculiares a esta realización. Los obreros consumen el salario y los capitalistas no pueden consumir la plusvalía». Fijémonos un poco de cerca en esta ‘teoría» desde el punto de vista del mercado externo. ?De dónde sabemos que «los obreros consumen el salario» ¿Qué derecho hay a suponer que los productos destinados de antemano por toda la clase capitalista de un determinado país al consumo de todos los obreros de este país resultarán realmente iguales, en cuanto a su valor, al salario de estos obreros y lo repondrán, y que, por tanto, no se planteará con respecto a estos productos la necesidad del mercado extranjero?

No existe, decididamente, ninguna razón para suponer esto, y tampoco ocurre así en la realidad. No sólo productos (o partes de los productos) que reponen 4 22 tampoco ocurre así en la realidad. No sólo productos (o partes de los productos) que reponen la plusvalía, sino también aquellos que reponen el capital variable, no sólo los productos que reponen el capital variable, sino también aquellos que reponen el capital constante (y que nuestros «economistas» olvidan sin acordarse de su afinidad… on Adam Smith); no sólo los productos que existen bajo la forma de medios de consumo, ino también aquellos que existen bajo la forma de medios de producción: todos ellos se realizan siempre entre «dificultades,» a través de constantes oscilaciones, cada vez más fuertes a medida que se desarrolla el capitalismo, entre una furiosa concu rrencla que obliga a todo empresario a aspirar a una extensión ilimitada de la producción, rebasando las fronteras del propio Estado y lanzándose en busca de nuevos mercados a países no absorbidos aún por el sistema de circulación capitalista de mercancías.

Y así hemos llegado al problema de por qué el mercado extranjero es necesario para un país capitalista. No es, ni mucho menos, porque el producto no pueda realizarse en modo alguno dentro del orden capitalista. Pensar esto sería disparatado. El mercado externo es necesario porque la producción capitalista implica la tendencia a la extensión ilimitada, por oposición a todos los antiguos sistemas de producción, circunscritos a los limites de la aldea, de la heredad, de la tribu, del territorio o del estado.

Mientras que en todos los antiguos sistemas económicos la producción se renovaba siempre del mismo modo y en la misma escala en que venía de s 2 la producción se renovaba siempre del mismo modo y en a misma escala en que venía desarrollándose antes, bajo el régimen capitalista esta renovación es imposible y la extensión ilimitada, el perenne avance se convierte en ley de la producción. De este modo, la distinta manera de comprender la realización (o, mejor dicho: su incomprensión, de una parte, y su absoluta incomprensión por los románticos, de otra parte), conduce a dos concepciones diametralmente opuestas sobre la significación del mercado extranjero. para unos (los románticos), el mercado extranjero es el índice de aquella «dificultad» que el capitalista opone al desarrollo social.

Para otros, por el contrario, el mercado extranjero revela cómo el cap talismo elimina aquellas dificultades que se interponen ante el desarrollo social y que la historia crea en forma de los diversos obstáculos que llevan aparejados el municipio, la tribu, el territorio y la nación. 5 Como se ve, la diferencia estriba toda ella en el «punto de vista» solamente. Sí, solamente».

La diferencia entre los jueces románticos del capitalismo y otra clase de jueces consiste «solamente» en el «punto de vista», solamente en el hecho de que unos se sitúan para emitir sus JUICIOS en el punto de vista del asado y los otros en el punto de vista del porvenir; mientras que unos se fijan en el orden social que el capitalismo destruye, otros atienden al orden social creado por el capitalismo. La falsa concepción acerca del mercado extranjero suele ir asociada, en los románticos, a referencias sobre las «peculiaridades 6 22 mercado extranjero suele ir asociada, en los románticos, a referencias sobre las «peculiaridades en la situación internacional del capitalismo de un determinado país, sobre la imposibilidad de controlar un mercado, etc. «; todos estos argumentos van encaminados a un fin; hacer «desistir’ a los capitalistas e su búsqueda de un mercado externo.

Cuando hablamos de «referencias», nos expresamos en realidad de un modo impreciso, pues los románticos no nos ofrecen un análisis real del comercio exterior de un país, de su movimiento progresivo en el campo de los nuevos mercados, de sus actividades de colonización, etc. A ellos no les interesa en absoluto el estudio y el esclarecimiento del proceso real; lo único que les interesa es la moral contra este proceso.

Para que el lector pueda convencerse de la absoluta identidad que existe entre la moral de los románticos rusos de nuestros días y la del romántico rancés, pondremos algunos ejemplos tomados de las doctrinas de este último. Ya hemos visto cómo amenazaba Sismondi a los capitalistas con que no encontrarían mercado. pero no afirmaba solamente esto. Afirmaba también que «el mercado mundial se halla ya suficientemente abastecido» (II, 328), demostrando la imposibilidad de seguir el camino del capitalismo y la necesidad de abrazar un camino distinto…

Aseguraba a los empresarios ingleses que el capitalismo no estaría en condiciones de absorber todos los obreros que el sistema de las grandes explotaciones agrícolas dejaría disponibles en el campo (l, 255-256). ¿ Acaso quellos a quienes se sacrificasen los agricultores obtend 7 22 disponibles en el campo (I, 255-256). ¿ Acaso aquellos a quienes se sacrificasen los agricultores obtendrían con ello, a la larga, ninguna ventaja?

Los agricultores son los consumidores más directos y más seguros de los artículos manufacturados ingleses. Al cesar su consumo, la industria sufriría un rudo golpe. más funesto para ella que el cierre de uno de los más grandes mercados extranjeros (l, 256). Y aseguraba a los granjeros ingleses que no podrían hacer frente a la competencia de los pobres campesinos polacos, a quienes el trigo no les costaba ada apenas y que les amenazaba la competencia aun más espantosa del trigo ruso embarcado en los puertos del Mar Negro. Los norteamericanos -exclama Sismondi- se han asimilado el nuevo principio: producir Sin calcular el mercado (Produire sans calculer le marché), produciendo cada vez más», por donde «el rasgo característico del comercio de los Estados Unidos, de una punta a otra del país, es la plétora de mercancías de todas clases por sobre las necesidades del consumo… esta plétora de capitales comerciales que no pueden cambiarse por renta trae como consecuencia una serie de bancarrotas diarias» (l, 55-456) ¿Qué diría el buen Sismondi si viese la Norteamérica de nuestros días y su gigantesco desarrollo sobre la base de este mercado interior, llamado necesariamente a «comprimirse», según la teoría de los románticos? Las crisis La tercera conclusión que Sismondl saca de la falsa teoría tomada por él de Adam Smith es su doctrina de las crisis.

La concepción de Sismondi según la cual la acumulación (el de 22 doctrina de las crisis. La concepción de Sismondi según la cual la acumulación (el desarrollo de la producción en general) se halla determinada por el consumo, y su modo falso de explicar la ealización del producto global de la sociedad (reduciéndolo a la participación de los obreros y a la de los capitalistas en la renta) conducen natural e inevitablemente a la doctrina de que las crisis obedecen a la desproporción entre la producción y el consumo.

Sismondi abrazaba íntegramente esta teoría. Estaba tomada, además, de Rodbertus, que la formulaba con una ligera variación, explicando las crisis por el hecho de que, al crecer la producción, disminuía la participación del obrero en el producto, con lo cual incurría en el mismo error de Adam. Smith al dividir el producto lobal de la sociedad en trabajo y «renta» («renta» es, según su terminología, la «plusvalía,» o sea, la ganancia más la renta del suelo).

El análisis científico de la acumulación en la sociedad capitalista7 y el de la realización del producto vino a minar todos los argumentos de esta teoría, demostrando que es precisamente en los períodos que preceden a las crisis cuando aumenta el consumo de los obreros; que el consumo insuficiente (con el que se pretende explicar las crisis) ha existido bajo los más diversos sistemas económicos, mientras que las crisis son características de un sistema solamente, del capitalismo.

Esta teoría explica las crisis mediante otra contradicción, a saber, la contradicción entre el carácter social de la producción (socializada por el capitalismo) y el carácter privado, individua carácter social de la producción (socializada por el capitalismo) y el carácter privado, individual de la apropiación. Aunque podría parecer que la profunda diferencia existente entre estas teorías es ya clara de por sí, no tenemos más remedio que detenernos a examinarla de cerca, pues son precisamente los secuaces rusos de Sismondi quienes intentan esfumar esta diferencia y embrollar la realidad.

Las dos teorías de las crisis de que hablamos contienen explicaciones totalmente distintas. La primera teoría las explica partiendo de la contradicción existente entre la producción y el consumo de la clase obrera; la segunda se basa en la contradicción existente entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación.

La primera encuentra, pues, las raíces del fenómeno fuera de la producción (de aquí que Sismondi, por ejemplo, ataque de un modo general a los clásicos, quienes ignoran el consumo y sólo se ocupen de la producción); la segunda busca esas raíces precisamente en as condiciones de producción. Dicho en términos más concisos, la primera teoría explica las crisis como efecto de un déficit de consumo, la segunda como obra de la anarquía de la producción.

Por tanto, aunque ambas teorías explican las crisis partiendo de una contradicción inherente al orden económico, discrepan plenamente al definir esta contradicción. ¿pero es que la segunda teoría contradice la existencia de una contradicción entre la producción y el consumo, la existencia de un déficit de consumo? Evidentemente, no. Reconoce plenamente este hecho, pero le asigna el lugar 0 DF 22