inflacion

inflacion gy nanicontrcrasa (‘copan* 14, 2016 49 pagos LA INFLACION QUE ES Y COMO ELIMINARLA Hugo J. Faría y Carlos Sabino Ed. CEDICE-Panapo, Caracas, 1997, 64 págs. En Venezuela, durante los últimos gobiernos, se han llevado a cabo pollticas monetarias poco responsables que nos han sumido en un largo período inflacionario, de consecuencias sociales y políticas sumamente graves.

Se ha jugado alegremente con las magnitudes económicas y se han impuesto controles a la economía siempre con un criterio de corto plaz és adelante» una PACE 1 orag to View nut*ge acción definitiva cont la inflación. Para comprender me efectos que produce, ndo sobre los para mostrar que si existe una verdadera cura contra la inflación, CEDICE nos encargó al economista Hugo Faría y a mí la redacción de esta pequeña obra de divulgación donde se explica en detalle qué es y cómo puede ser eliminada la inflación.

En el libro se muestra, con claridad y sencillez, por qué Venezuela padece desde hace tanto tiempo este mal económico y qué podemos hacer hoy para eliminarlo definitivamente. El contenido, que puede leerse aquí en forma completa, y en el que abundan los datos y los gráficos Presentación La inflación, dec(a Hayek hace casi cuarenta años, es siempre el esultado de la debilidad o de la ignorancia de aquellos que tienen a su cargo la política monetaria…

Y, destacando sus perniciosos efectos, señalaba que: hace cada vez más d fícil que las personas de ingresos moderados provean por sí mismas a las necesidades de su vejez; disuade el ahorro; induce a la gente a endeudarse, y, al destruir la clase media, crea esa dramática y preñada de amenazas desigualdad entre ricos y pobres, tan típica de todas aquellas sociedades que han sufrido inflaciones prolongadas. [Hayek, Friedrich, Los Fundamentos de la Libertad, Madrid, 1991, pp. 364 y 412. ]

Estas palabras, pronunciadas en un contexto y una época tan diferentes, parecen sin embargo una descripción de lo que sucede en la Venezuela de hoy. Hemos visto cómo, durante sucesivos gobiernos, polticas monetanas poco responsables nos han llevado a un largo periodo inflacionario que ha tenido consecuencias sociales y políticas sumamente graves. Se ha jugado alegremente con las magnitudes económicas y se han impuesto controles a la economía siempre con un criterio de corto plazo, que ha dejado para más adelante una acción definitiva contra la inflación. ara comprender mejor este fenómeno, alertando sobre los efectos que produce, y ara mostrar que sí existe una verdadera cura contra la inflación, el Centro de Divulgación del Conocimie o, CEDICE, ha encargado a 2 OF dos prestigiosos destinada a explicar y difundir entre los lectores qué es y cómo puede ser eliminada la inflación. Tanto Hugo Baría, economista, como Carlos Sabino, sociólogo, nos muestran en estas páginas, con claridad y sencillez, por qué Venezuela padece desde hace tanto tiempo este mal económico y qué podemos hacer hoy para eliminarlo.

Esperamos que este texto contribuya a nuestro objetivo de acercarnos a una Venezuela más próspera y más libre, constituida por ciudadanos esponsables, donde el esfuerzo de cada uno pueda fructificar en un marco económico y jurídico apropiado. Rafael Alfonzo Hernández presidente de CEDICE 1. Vivir con inflación Venezuela, durante mucho tiempo, tuvo una envidiable estabilidad de precios. La gente se acostumbró a que cada producto tuviese un precio más o menos constante, aun cuando éste no estuviera fiado por ninguna regulación oficial.

Muchos lectores todavía recordarán que, durante los años sesenta y setenta, un kilo de carne de primera val[a once bolívares, que siete plátanos se compraban por dos bolívares, un café equeño costaba un «mediecito» y el dólar permanecía invariable a 4,30. prmero lentamente y luego de un modo cada vez más acelerado, las cosas comenzaron a cambiar. Los precios empezaron a subir desde mediados de los años setenta de un modo que n to antes en el país.

Lo 3 OF hacían, al comienzo, en llegaba -quizás algunos meses más tarde- un nuevo ciclo de aumentos, generalmente más intenso que la anterior. Con el correr del tiempo este oleaje se hizo más recurrente, más seguido, aunque no por ello más fácil de predecir: la distancia entre las crestas de las olas se fue acercando hasta que, más o menos hacia 1986, se onvirtió en un movimiento casi continuo de ascenso en los precios. Todos nos acostumbramos al vendedor que nos decía: «Cómprelo ahora, porque me han dicho que para el mes que viene va a sublr… Lo más grave, para el ciudadano corriente, es que este aumento de precios no fue acompañado de un aumento similar en sus ingresos. Los sueldos subían, ciertamente, de tanto en tanto, pero lo hacían siempre a un ritmo mucho menor que el del aumento de los precios. Varios gobiernos, alarmados por el descontento que esta situación traía, encontraron que la solución más sencilla era imponer controles en determinados roductos, en especial aquéllos que tienen una demanda más generalizada y se consideraban de primera necesidad.

También se decretaban aumentos salariales generales y obligatorios, con la esperanza de poder restituir en parte el poder adquisitivo de la población trabajadora, aunque los continuos aumentos de precios hacian que el efecto de estas medidas resultase pasajero, pues pronto los nuevos sueldos resultaban inferiores, en realidad, a los anteriores. Los controles de precios y los aumentos 4 9 compulsivos de salarios, d cierto tiempo, siempre inefectivos para controlar la constante marcha de lo que llamamos inflación.

La inflación ocurre cuando todos o casi todos los precios suben, como empujados por una fuerza que actuase sobre su nivel general, y cuando estos aumentos se hacen recurrentes, como si nunca fueran a detenerse. No hay inflación cuando un grupo de bienes o servicios aumenta de precio con relación a los otros, como en el caso de una mala cosecha que, provocando escasez, hace subir el precio de algunos rubros almenticios; no acostumbramos a hablar de inflación, tampoco, cuando nos referimos a un aumento generalizado pero que no se sostiene en el tiempo, como en el caso de lo que ocurría en Venezuela hasta mediados de los años setenta.

La inflación es algo más general, es una especie de enfermedad de la economía a la que nadie puede escapar porque obliga de hecho a todos los actores económicos, a quienes venden o compran, a los trabajadores y a los empresarios, a subir los precios de lo que venden para no quedarse detrás. Quien no lo hace corre el riesgo de sufrir fuertes pérdidas, de ver reducidos sus ingresos o de hacer quebrar su negocio. ¿Qué es lo que motiva esta escalada sucesiva, que hoy en Venezuela parece imposible de detener? ?Qué fuerzas hay detrás? ¿Cómo se la puede combatir? A primera vista los culpables, para el ciudadano común, parecen er los comerciantes y los productores de mercancías. Ellos, y no otros, son los que cambian los precios de lo 9 que venden, los que «espe nomía se entiende por distinto. Según el Diccionario de Economía y Finanzas de Carlos Sabino (Ed. Panapo, Caracas, 1991), especulación es la «Práctica de comprar a precios bajos con la intención de vender, posteriormente a un precio mayor. . la especulación es una práctica comercial normal, que casi todo el mundo realiza de un modo u otro y que sirve para regular indirectamente los mercados, favoreciendo tanto al especulador como a los consumidores. ] y remarcan sus productos, los que nos dan la terrible sorpresa de que aquello que ayer costaba 100 bolívares hoy cuesta, digamos, 140. Por eso se los acusa y se los critica, se les imponen leyes y reglamentos para controlar sus actividades, se los hace culpables de la inflación.

Pero los controles, como lo muestra la experiencia venezolana e internacional, siempre acaban por fallar: después de un cierto tiempo la producción se tiende a reducir, se crea una escasez artificial que cada vez abarca más bienes y ocurre que hay que fijar nuevos precios -más altos que los anteriores- o abandonar la fijación de precios por completo. Un somero análisis del problema nos permite comprender por qué esto sucede. El comerciante no es más que el punto final de la cadena de comercialización, el agente que pone en contacto los productos que se fabrican con el consumidor que los demanda.

Su precio de venta al público incluye el costo de la mercancía que ha comprado y varios otros costos que no se perciben directamente por quien acude a su 6 OF negocio: pago de emplead s (teléfonos, luz, etc. ), de luz, etc. ), de impuestos, de alquileres, de los útiles y materiales que emplea, y de varias otras cosas más. Incluye además, necesariamente, otro elemento: su ganancia. Si el comerciante no ganara resultaría imposible lograr que pasara largas horas al frente de su negocio, perdería todo incentivo para trabajar.

Cuando sube el valor de cualquiera de los componentes del precio final del producto, incluyendo la ganancia, éste también tiene que subir en una proporción más o menos semejante. Pero al comerciante, en última instancia, no le conviene incrementar su ganancia más allá de cierto punto. Cuanto más caro sea lo que vende, proporcionalmente, mayores riesgos correrá en cuanto a no poder vender su mercancía: habrá algunos consumidores que buscarán bienes sustitutivos, otros que educirán el volumen de sus compras acostumbradas y otros que, en definitiva, tengan que abstenerse de comprar. or eso no le resultará posible aumentar los precios sin medida, porque lo que ganaría por un lado lo perdería seguramente por el otro. De allí que, por lo general, haya siempre una tasa más o menos uniforme de ganancia en cada ramo que resulta imposible sobrepasar. Si los mayoristas aumentan el precio al comerciante detallista éste, por lo tanto, se ve obligado a seguir el incremento de los precios. pero lo propio ocurre con quien negocia al por mayor y con el productor original de la mercancía, pues a odos los eslabones de la cadena de comercializac las consideraciones que 9 acabamos de hacer. ulpa entonces el industrial o, yendo aún más hacia atrás, el productor agropecuario? Por supuesto que no. Ellos también sufren el mismo problema, pues sus insumos -los materiales y herramientas que utilizan- incrementan también su precio. Lo mismo tiende a ocurrir con los salarios. Por este último punto se cierra el círculo infernal de la inflación: una gran parte de los consumidores, que se enfrentan a precios cada vez mayores, obtienen sus recursos a través de los sueldos y salarios que perciben.

Ante precios en aumento, lógicamente, ienden a presionar a sus patronos, individualmente o a través de sindicatos y otras organizaciones, para que sus ingresos también sean aumentados. Suben los salarios, con lo que suben también los costos de todas las empresas. Al final, en situaciones inflacionarias, todos compiten por aumentar sus ingresos obligando a los demás a hacer lo mismo, con lo que la inflación se refuerza y adquiere, por así decir, una vida propia, una cierta inercia que resulta dificil de vencer.

Esquema simplificado de algunos flujos económicos básicos Las familias (consumidores) son a la vez los trabajadores que producen las mercancías que consumen. Las empresas pagan salarios por el trabajo que utilizan y reciben dinero por las mercancías que venden. Si los salarios aumentan el precio de las mercancías también aumenta, porque los salarios son un costo más para la empresa. Si los bienes de consumo o mercancías aumentan los igen también 8 49 aumentos de sus ingresos, Estas magnitudes económicas están así interrelacionadas, no operan de un modo independiente entre sí.

Los trabajadores y los empresarios no son los responsables de la inflación, ellos sólo responden del mejor modo posible ante el problema, tratando de salvaguardar sus intereses y de no sufrir pérdidas. Todos sienten que el dinero «no alcanza», que deben pagar más que lo acostumbrado y tratan de cubrirse, naturalmente, ante tan desagradable perspectiva. Cuando se vive una sltuación inflacionaria todos sentimos que falta dinero, que no tenemos lo suficiente pero, bien analizadas las cosas, resulta que lo que sucede es todo lo contrario.

Como veremos con más detalle en la parte siguiente de este trabajo lo que ocurre es que sobra dinero, hay un exceso de medios de pago sobre la cantidad de mercanc(as y serviclos que se ofrecen a los consumidores. Al escasear relativamente las mercancías, entonces, con respecto a os medios que existen para adquirirlas -o sea, en términos concretos, con respecto al dinero- éste comienza a perder valor: ya no se puede comprar lo mismo con una cantidad determinada de dinero porque el dinero ya vale menos.

Para decirlo en términos cotldianos, mil bolívares de hoy compran menos que mil bolívares de hace un mes, o un año, porque hay más bolívares en circulación y por lo tanto cada uno de ellos tiene una menor capacidad de compra. 49 produce y determina la mayor o menor cantidad que se lanza a la circulación? La respuesta, naturalmente, es que es el Banco Central de Venezuela el encargado de emitir oneda, el único organismo legalmente facultado para hacerlo.

La inflación, por lo tanto, no proviene de que los comerciantes se vuelvan de pronto inescrupulosos, o de que los sindicatos se lancen con desusada agresividad a conseguir aumentos de salarios; las causas de la inflación deben buscarse en la llamada poltica monetaria, en las decisiones que adopta el Banco Central, o en términos más generales el gobierno, con respecto a la emisión de moneda. Para entender esto con más claridad será preciso que ahora, con un poco de paciencia, nos detengamos a analizar lo que dice la teoría económica al respecto.

Comprender las causas y los mecanismos a través de los cuales se produce la inflación no es sólo importante desde el punto de vista intelectual: es conveniente para conocer cómo debemos actuar en tiempos de inflación y para encontrar las mejores soluciones a un problema tan grave. El Vendedor de Mangos En un camino cercano a Porlamar, en la Isla de Margarita, se apostaba todas las mañanas un muchachito, de unos ocho o diez años, quien ofrecía a quienes circulaban por allí los mangos que había recogido quien sabe dónde. Los presentaba en un pequeño tobo de plástico azul, muy ordenadamente, vendien ieran en el envase por la