Historiando la utopía pedro mir

Historiando la utopía pedro mir gy lisbctSR I Ocopa,nR 14, 20 IE 18 pagcs Dissidences Hispanic Journal ofTheory and Criticism Volume3 Issue 6 Article 2 1 1-30-2012 Historiando la utopía: imaginario de la resistencia en Cuando amaban las tierras comuneras de Pedro Mir Magdalena López University of Pittsburgh Follow this and additi http://digitalcommon 0′. _ to View Recommended Citati López, Magdalena (2 resistencia en Cuand Mir,» Dissidences: Vol. 3: Iss. 6, Article 2. ía: imaginario de la uneras de Pedro Available at: http•WdigitaIcommons. owdoin. edWdissidences/v013 /iss6/2 This Article / Artículo is brought to you for free and open access by the Journals at Bowdoin Digital Commons. It has been accepted for inclusion in Dissidences by an authorized administrator of Bowdoin Digital Commons. For more information, please contact jmontgom@bowdoin. edu. Historiando la utopía: imaginario de la resistencia en Cuando amaban las 1965 había sellado la derrota de los sectores nacionalistas dominicanos frente al intervencionismo estadounidense.

A la desazón de los grupos intelectuales de la generación de los años sesenta y setenta que había combatido en las fuerzas onstitucionalistas durante la guerra de abril, se sumó el terror ante la fuerte represión del régimen autoritario de Joaquín Ba aguer. El otrora alto funcionario del trujillismo lograría entronizarse en el poder por doce años consecutivos. Los dirigentes más combativos de la Dissidences. Hispanic Journal of Theory and Criticism, 6 & 7 (Spring 2010) 1 izquierda fueron aniquilados.

El mismo Francisco Caamaño, líder del 65, había sido asesinado en 1973, en su intento de establecer un foco guerrillero en las montañas de Ocoa. La represión del régimen balaguerista llevó a que más de tres mil ominicanos «perdieran sus vidas en actos de wolencia entre los años de 1966 y 1974» (Moya 538). Lo que quedaba de la izquierda se debatía entre las divisiones internas —el mismo Juan Bosch había roto con el PRD en 1973— o la incorporación «al mundo de los negocios o al ejercicio de profesiones y oficios en una economía en expansión» (Moya 540).

Este escenario fue reflejado en la novela De abril en adelante, de Veloz Maggiolo, una obra autorreflexiva sobre el destino de un grupo de amigos intelectuales después de la revolución de abril. A pesar de esta atmósfera 8 publica Cuando amaban la el poeta Pedro Mir permitió, ciertamente, una re-escritura necesariamente diferente de la épica estructurada y teleológica de narrativas como las de la Revolución Cubana en aquellos años. Pero, al mismo tiempo, habiéndose producido una tremenda resistencia contra los ‘marines’, dicha reescritura tampoco podía cerrarse sobre el pesimismo absoluto.

En su filme documental Abril. La trinchera del honor (1988), René Fortunato muestra como permaneció cierto orgullo nacionalista por el enfrentamiento contra el «ejército más poderoso del mundo». Un orgullo que desmentía la supuesta pasividad del pueblo ominicano durante la Era de Trujillo. De modo que el heroísmo y la derrota fueron aspectos que convivieron en el imaginario colectivo de aquellos años, dotándolo de ambivalencia sin puntos finales.

Precisamente esta ambivalencia contribuyó a la densidad de una novela como Cuando amaban, la cual se resiste a ser encasillada en términos absolutos y se propone como espacio de intersección entre la épica y la tragedia, la historia nacional y la historia individual, el poder y la resistencia. (Spring 2010) 2 Cuando amaban supone la novelización de las propuestas que Mir escribiera en varios de us libros para interpretar la historia dominicana. De allí que su personaje de Don Quique, maestro de historia, proyecte la voz de autoridad del mismo Mir en la novela.

El texto busca reconciliar forma y c una narrativa intelectual. El sustrato oral se refleja hasta el punto que el narrador prescinde de todos los signos de puntuación, en un gesto que Doris Sommer ha interpretado como la lectura de la historia a modo de una sola larga frase unitaria (235). La académica compara la escritura de Mir con la de Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias, dadas las largas digresiones, las incontables frases ubordinadas unas a otras con conjunciones conectoras (235).

De este modo, cierta complejidad lingüística se advendría adecuadamente a la complejidad histórica (235). Ambas complejidades responden a la necesidad de elaborar una narrativa diferencial y contestataria. En sus obras El gran incendio, de 1969, y La noción de período en la historia dominicana, de 1981-1983, el poeta elabora una contranarrativa nacionalista en la cual establece que el gran incendio de 1 605 dio oreen a los terrenos comuneros que serían la base histórica del pueblo dominicano (Torres-Saillant 223).

Esta lectura permite rgüir la posibilidad asomada por Shalini Purif en su libro The Caribbean Postcolonial. Social Equality, Post-Nationalism, and Cultural Hybridity, acerca de la existencia de nacionalismos autónomos que desde la periferia desafíen los términos —también nacionalistas— del Prlmer Mundo y no simplemente los repliquen (26). Rechazada por el pensamiento positivista de principios de siglo, la forma de vida autárquica propia de la explotación de las tierras comuneras es 18 revalorizada por Mir en fu radición de resistencia.

Criticism, 6 & 7 (Spring 2010) 3 En su artículo «Politics and Populist Historiography», Anthony P. Mangot sugiere la existencia de una tradición intelectual en el Caribe representada por escritores como C. L. R. James, Eric Williams y Juan Bosch, en la que el uso de la interpretación histórica funciona con fines polticos pragmáticos en momentos de fuerte activismo social o racial. Dichas narrativas estarían insertadas en la lógica de los movimientos sociales, proveyendo poderosos mltos fundacionales y analogías históricas aplicables al momento presente (148).

Propongo comprender la obra de Mir en el sentido de una historiografía populista en el que los cambios de interpretación del pasado obedecían al presente rgente de represión política y hegemonía estadounidense. El gavillerismo —nombre de la actividad guerrillera en el interior del país que combatió la ocupación norteamericana entre los años de 1917 y 1921— y la economía de autosubsitencia de las tierras comuneras, antes símbolos de una autarquía barbárica, se volvieron símbolos de emancipación y libertad.

Para Mir la tradición de resistencia tiene su origen en una identidad colectiva derivada de la propiedad compartida de la tierra. De allí que, como en su Contracanto a Walt Whitman, las dinámicas impuestas por el cap talismo a través de su máxima xpresión, la propiedad privada, tengan el efecto corruptor del «yo» sobre la sociedad dominicana. El origen de una identidad colectiva en las t- eras permite establecer s 8 un poderoso mito diferencialidad respecto a la tradición hispanófila, indigenista, a los Estados Unidos y finalmente, a Occidente como escenario global del capitalismo.

Las circunstancias del surgimiento de las tierras comuneras denota el carácter ambivalente entre tragedia y épica que estaría en consonancia con una visión benjaminiana en la cual, las ruinas de la historia supondrían el principal recurso para la emancipación umana. En el planteamiento de Mir, la riqueza cultural dominicana viene dada gracias a la «desgracia secular» (Cuando amaban 273).

El poeta refiere que el capitán y Gobernador General de la isla de Santo Domingo, Juan de Osorio, ordenó un gran incendio en 1 605 para acabar con el comercio ilegal con otras potencias europeas en la banda norte de la isla (Spring 2010) 4 (Torres-Saillant 220-1). Producto de este monumental incendio, cudades como puerto Plata, Bayajá, La Yaguana y Monte Cristo quedaron absolutamente devastadas, al igual que una de las mitades de la isla (Torres-Saillant 221).

La despoblación ausada por el incendio en esas zonas, acabó con las formas de explotación feudales de la Corona española y permitió el florecimiento de otras formas de propiedad: al despertar de aquella pesadilla descubrieron que eran los propietarios de todo aquel territorio de donde había emigrado la propiedad privada y los portadores de ella dejando además un prodigioso ganado para ser disfrutad or todos y fue así como nuestros adanes V evas fu Nótese que en esta lógica histórica, lo que hace posible la consecución del utópico espacio de las tierras comuneras es precisamente la represión brutal del olonialismo al quemar parte de la isla. La destrucción de las relaciones de propiedad abre paso a un sistema emancipador. El paraíso emergente es radicalmente diferente del modelo de explotación español, pero también lo es del mundo capitalista.

Lo que el gran incendio originó fueron dos formas de vida antitéticas: como resultado de ello se produjo en este país una situación sumamente novedosa porque en la parte de las devastaciones que caía hacia el oeste se introdujeron los franceses y crearon allí una colonia que andando el tiempo se convertiría en el modelo de explotación capitalista colonial pues legó a ser la más rica del mundo y el más bello florón de la propiedad privada mientras de este lado sobrevivía la propiedad común de las tierras y la ganadería (Cuando amaban 183) La destrucción de las poblaciones de la isla en el siglo XVII da lugar entonces a dos sociedades alternativas: la haitiana basada en la explotación capitalista y la dominicana basada en la explotación de las tierras comuneras. Ahora bien, con ello Mir no parece (Spring 2010) 5 interesado en proponer una alteridad en el país vecino. por el contrario, reconoce ciertos lazos basados en este orig gran incendio (Torre- aillant 221). alteridad esclavista y de una de ideología racista. El colonialismo francés impidió el mestizaje y el cruce de clases de una sociedad más horizontal, lo que sí fue posible en la República Dominicana gracias a las tierras comuneras.

Ya en el siglo XX, esta alteridad se trasfigura y encuentra en los Estados Unidos la máxima expresión del capitalismo. Cuando amaban sostiene la tesis de que la primera intervención norteamericana de 191 6 buscaba la incorporación y la explotación de los dominicanos en el sistema capitalista, eliminando el «sistema arcaico de los terrenos comuneros que renaban el desarrollo capitalista impulsado por las compañías azucareras con lo cual forzaban a esta sociedad atrasada secularmente a dar un paso de avance» (74). La ironía del narrador sugiere que la expulsión del paraíso —su inserción en la narrativa teleológica del capitalismo—, es producto de las intervenciones estadounidenses en la isla.

De este modo, el hombre se veía despojado de lo que Agamben denomina «la patria original» al verse sometido a una temporalidad lineal (155) en la que los avances implican la adscripción al sistema capitalista de las compañías azucareras. La falta de puntuación en las pausas de la frase insinúa que estas agresiones constituyen una acumulación histórica con respecto a selos anteriores. El lenguaje —como la temporalidad de la novela— no necesariamente se mueve en una dirección progresiva. El siguiente fragmento exp iento oscilante de la y si pueden soportarlo porque nosotros no podemos no podemos no podemos no podemos no podemos no no no podemos no podemos» (158). La repeticlón de palabras y de frases en la novela apunta (Spring 2010) 6 a la noción de una historia conformada por múltiples versiones de un mismo problema: el colonial.

Mir confirma la visión histórica de Bosch, según la cual el Caribe como frontera imperial ha Sldo el espacio por excelencia de las dlnámicas de las economías imperiales de Occidente (Torres-Saillant 63). Al constituir dinámicas que aparecen y reaparecen a lo largo del tiempo, Mir disiente de una lógica histórica totalmente lineal. Las variaciones de los eventos históricos hacen que el escritor organice «personajes y eventos en una alegoría en espiral de la historia dominicana que se repite a sí misma con cambios» (Sommer 232). En Cuando amaban la intervención estadounidense de 1916 se repite con algunas variaciones n 1965. Del mismo modo se repite la resistencia, primero expresada en el gavillerismo y luego en los comandos y la guerrilla urbana.

La historia del pueblo dominicano dramatiza entonces el repetido confrontamiento con una alteridad desnacionalizadora: los Estados Unidos. La velada promesa histórica en la novela no es tanto un regreso literal a un origen utópico-mltico que, como el que siguió al gran incendio de 1605, vendría o vendrá precedido por una agresió fue el escenario de 1916-24 y el de 1965); Sino, originaria (Agamben 153), capaz de «hacer saltar el continuum de la historia» (Benjaminl 3), na historia de sujeción colonial y neocolonial. El poeta parece seguro del advenimiento de esta dimensión onglnana: yo me atrevo a afirmar con toda verosimilitud y hasta certidumbre (… muy lejos todavía de ese destino y poniendo la mano derecha sobre mi corazón que las tierras comuneras volverán a serlo y que volverá a entroncar en ella la esencia de nuestro país (sin comas en el original, Cuando amaban 186) La idea de la irrupción de las tierras comuneras en el presente no implica una visión meramente nostálgica, ya que «articular históricamente el pasado o significa conocerlo tal (Spring 2010) 7 como verdaderamente fue» (Benjamin 12). La recuperación parte de una transfiguración. Es decir, tras cada intervención estadounidense, las tierras comuneras recobrarían su sentido actualizándose. El nudo narrativo de Cuando amaban estriba en la analogía entre las dos intervenciones norteamencanas del siglo XX. Para ello, Mir se vale de dos historias principales que al final confluyen en los eventos de 1965. La primera la constituye el ‘bildungsroman’ del personaje rural Silvestre. Éste despi ad alrededor de 1916 con la primera invasión