Historia de la Iglesia

Historia de la Iglesia gy Mairagarret02016 cbenpanR 14, 2016 53 pagos Historia de la Iglesia: Relevante para el Cristianismo Moderno La historia de la iglesia, en la superficie, parece ser irrelevante para el cristianismo del siglo XXI. Sin embargo, el Cristianismo, a diferencia de cualquier otra religión, está profundamente arraigado en la historia. Fundamental para la fe cristiana, es el hecho de que Dios wno a la tierra como un hombre Jesucristo. Él vivió, amó, y enseñó entre la humanidad alrededor de 2. 000 años atrás.

La realidad histórica de Su sacrificio, sepultura y esurrección es la piedra angular de la fe cristiana. La Biblia no es un cuento de hadas, sino un registro histórico divinamente inspirado del plan de Dios para la redención de un mundo lleno de sufrimientos. Estudiar la historia de la iglesia es ver la mano de Dios trabajando en medio de las luchas, transgresiones, y glorias del hombre. Historia de la Iglesia: La historia de la iglesi institución de la iglesi eventos entre el tiem Corintios 10:1-13, el tr d ntendimiento de la ser recogido de los presente.

En Ira de a iglesia de Corinto a aprender de los ejemplos del pasado de Israel, a fin de no ometer los mismos errores. Como la historia antigua de Israel, debemos recordar y aprender de la historia de la iglesia cristiana. Por ejemplo, muchos escépticos de la fe cristiana a menudo asocian al cristianismo con la violencia y el imperi Swipe to View nexr page imperialismo de las Cruzadas. Pero una mirada objetiva a la historia de la iglesia, mostrará que las cruzadas ocurrieron en un momento cuando el papado era una institución poltica corrompida por el poder y la codicia.

Las cruzadas se aprovecharon del cristianismo, pero no tenían nada que ver con el evangelio de gracia subyacente. Hoy, nuestra cultura a enudo confronta nuevas y raras filosofías religiosas, algunas de las cuales se presentan bajo la bandera del cristianismo. Esto no es nada nuevo. La historia está llena de herejías que han tratado de infiltrar a la iglesia, incluyendo ideas falsas, tales como el Ananismo, el Gnosticismo, el Montanismo y el Marcionismo. Entender la doctrina cristiana, a la luz de la historia de la iglesia, nos ayuda a separar la ficción y las modas, de los hechos y de la doctrina de la verdadera fe cristiana.

Historia de la Iglesia: Una Cronología Simple La historia de la iglesia es más bien compleja, pero un ntendimiento de los fundamentos es muy valioso. Lo siguiente es una simple cronología de la historia de la iglesia, adaptada de «Historia de la Iglesia en Lenguaje Simple», de Bruce Shelley: (30-70 d. C. ) El Tiempo de Jesús y de los Apóstoles La muerte y resurrección de Cristo. Nace la fe cristiana y es predicado el evangelio de la gracia. (70-312) La Era del Cristianismo Católico La expansión de la fe cristiana; martirio de los primeros cristianos.

Surgimiento de las primeras herejías; primeros concilios de la iglesia y canonización de las Escrituras. (312-590) La Era del Imperio Cristiano Constantino 2 OF Constantino proclama al cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano; Era de los grandes cancillos. El cristianismo se convierte en la fe de las masas; comienzo del monasticismo. (590-1517) La Edad Media La caída de Romay el imperio Bizantino. Monjes Benedictinos son enviados como misioneros; el papa se convierte en el «gobernante» de la iglesia.

Las Cruzadas: La Iglesia conquista al mundo pero pierde su alma. (1517-1648) La Era de la Reforma Martin Lutero y el movimiento protestante. El comienzo de las denominaciones – Ejemplos: Luteranos, Reformados, Anabaptistas y Anglicanos. El papado pierde su poder e influencia. (1648-1789) La Era de la Razón y Reavivamiento Secularismo La mente se convierte en dios; la gente comienza a preguntarse: «¿Quién necesita a Dios? » Reavivamientos tales como el Pietismo, el Metodismo, y el Gran Despertar, buscan restaurar a Dios en la vida pública. 1789-1914) La Era del progreso El mensaje de Cristo es llevado a tierras lejanas, pero la fe continúa saliendo de la vida pública. Sociedades pluralistas y totalitarias no ven relevancia en el cristianismo. (1 912-actualidad) La Era de las Ideologías… ¿Dónde estamos ahora? 1. El origen divino de la Iglesia La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba dec dad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó – esc o vana es nuestra vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (l CorXV, 14).

Desde entonces los Apóstoles se presentar(an a si mismos como «testigos» de Jesucristo resucitado (cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunclar(an por el mundo entero y sellarían su testimonio con la propia sangre. Los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro recogida por la Escritura y la Tradición. Pero Jesucristo no sólo fundó una religión «el Cristianismo», sino también una Iglesia.

La Iglesia «el nuevo Pueblo de Dios» fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos, y a partir de entonces comienza propiamente su historia. Es tarea difícil dar un breve sumario de la Vlda y multiformes actividades de Martín Lutero de modo que se pueda dar un justo ributo a su gran obra y preservar, al mismo tiempo, un equilibrio en cuanto a sus faltas. ?Veo en Lutero,» escribió J. N. Darby, «una energía de fe por la que millones de almas debieran estar agradecidas a Dios. Y yo puedo en verdad decir que lo estoy». No pueden abrigarse dudas de que nadie ha sido más usado por Dios durante todo el periodo entre la muerte de los apóstoles y la recuperación de la verdad de la asamblea en la primera parte del Slglo diecinueve. El estado de la iglesia en la época de la Reforma 40F en la primera parte del siglo diecinueve. Se tiene que recordar que en la época del surgimiento de

Lutero, la malvada Introducción por parte de Roma de un plan de salvación basado en penitencias o indulgencias, en lugar de la doctrina de la justificación por la fe, había llegado a unas proporciones espantosas, y daba enorme provecho a aquella culpable iglesia. Estos ingresos pasaban por las manos de los sacerdotes en cada ciudad y pueblo, y en la mayor[a de los casos la maldad e inmoralidad de los sacerdotes mismos era notoria. Por ello, dificilmente puede sorprenderse nadie ante la insatisfacción que se extendía rápidamente en los corazones de hombres de todas clases.

En el lado positivo, el testimonio fiel e los precursores había dejado una impresión tan indeleble que miles de almas piadosas tenían una premonicion de que iba a tener lugar algúngran avivamiento. Todo lo que se necesitaba era un hombre que fuera suscitado por Dios para conducir, aconsejar y controlar, y estas cualidades estaban personificadas en Lutero. Los primeros días de Lutero Lutero, en cumplimiento de un voto para consagrar su vida al servicio de Dios, dejó la universidad a los 22 años y se hizo monje.

Su diligente estudio de las Escrituras lo llevó a su profunda convicción de pecado, y trató repetidas veces, pero en vano, de eformar su vida. Sus esfuerzos y mortificaciones fueron tan fervientes e intensos como infatigables, pero no surtieron efecto, e incluso lo aproximaron a las puertas de la muerte. Lutero estaba ciertam s OF no surtieron efecto, e incluso lo aproximaron a las puertas de la muerte. Lutero estaba ciertamente aprendiendo lo amargo de aquella falacia que pronto sería llamado a destruir. Pero no estaba destinado a permanecer oculto en un oscuro convento.

Después de haber estado dos años en el claustro, fue ordenado sacerdote, y un año después de esto fue nombrado profesor de filosofía en la Universidad de Wittenberg. Fue entonces que surtió en su alma un poderoso efecto el famoso texto «el justo por la fe vivirá». Cuando resplandeció la luz divina en Lutero, y se convirtió verdaderamente a Dios, era todavía un esclavo de Roma, y no fue hasta haber visitado la ciudad papal que comenzó a darse cuenta de sus corrupciones y a ser sacudido de su adhesión a ella. El mal y la profanidad que Lutero observó en Roma hicieron una profunda impresión en él.

Volvió a Wittenberg lleno de dolor e indignación y continuó refutando fielmente el error entonces prevalente de las iglesias de que los hombres podían, por sus bras, merecer la remisión de los pecados. La firmeza con la que Lutero se apoyó en las Sagradas Escrituras impartió una gran autoridad a su enseñanza, y se hizo evidente que no se podía seguir evitando el fatal choque con Roma. Lutero condena abiertamente las indulgencias, 1517 Este choque fue ocasionado por la visita a Wittenberg de John Tetzel, un notorio traficante en indulgencias. ?Os daré cartas,» decía Tetzel, «todas debidamente selladas, mediante las que incluso los pecados que tenéis la intención de cometer os serán perdonados. No hay pecado tan grand 6 OF perdonados. No hay pecado tan grande que no pueda ser emitido con una indulgencia. Sólo pagad bien, y todo os será perdonado». Asi era la malvada y blasfema enseñanza de Tetzel, y en pocas ocasiones encontró a hombres suficientemente ilustrados, y más raramente aún suficientemente valerosos, para enfrentarse con él.

Lutero, sin embargo, no dudo un momento en condenar a este osado impostor, y, no satisfecho con sus prédicas públicas, fue tan lejos como para clavar sus famosas tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg. No sólo sirvieron estas tesis para denunciar y condenar la inicua práctica de las indulgencias, sino que también se profesó por primera vez la octrina evangélica de la remisión gratuita de los pecados, sin ayuda alguna de ninguna absolución humana.

Esto tuvo lugar el 31 de octubre de 1517. El efecto fue electrizante, y las noticias se esparcieron como un incendio por toda Europa. Se tiene que observar, sin embargo, que Lutero distinguía entre el dogma de las indulgencias y la enseñanza general del papado. Estaba convencido de que lo primero era erróneo; pero no estaba liberado aún en cuanto a lo segundo. Por esto, sus tesis tienen todavía un fuerte sabor de catolicismo.

Este hecho explica la aparente indiferencia con la que Roma recibió las primeras oticias de Wittenberg y el hecho de que transcurrieran casi tres años antes que Lutero recibiera la bula de excomunión del papa. Lo que tuvo lugar en el alma de Lutero durante este período quizá nunca se sabrá. Fue ob 53 Papa. Lo que tuvo lugar en el alma de Lutero durante este período quizá nunca se sabrá. Fue objeto de muchos ataques, mientras que desde todas partes se lanzaban contra él vituperios y acusaciones; incluso sus más entrañables y fieles amigos expresaban sus temores y desaprobación ante su actuación. ?l había esperado que se unirían a él los dirigentes de la iglesia y os más distinguidos académicos, pero todo fue de manera muy distinta a lo que se había imaginado. Se sintió solo en la iglesia y solo contra Roma. No es sorprendente que se sintiera agitado y desalentado y que comenzaran a formarse dudas en su mente. Tal como él mismo escribió después: «Nadie puede saber lo que sufrió mi corazón durante aquellos dos primeros años, la desesperanza en que me hundi porque en aquel tiempo desconocía muchas cosas que ahora, gracias a Dios, conozco».

Lutero excomulgado en 1 520 Pero la buena mano de Dios estaba detrás de todo ello, porque a gran obra que Él había comenzado no iba a ser torcida por un desaliento temporal del agente humano que Él había escogido soberanamente para su promulgación. Al resplandecer más luz en el alma de Lutero, su fe y aliento aumentaron, y se hizo más evidente su distancia entre su enseñanza y la de Roma. Gracias al sabio consejo del Elector de Sajonia, verdadero amigo de Lutero desde el comienzo hasta el final, fue esquivado un llamamiento para hacerle comparecer ante el papa en Roma.

Esta doble herejía ocasionó el desencadenamiento de la tormenta, pero su fe en sus propias convicciones era entonces tan fuerte que cuando f esencadenamiento de la tormenta, pero su fe en sus propias convicciones era entonces tan fuerte que cuando finalmente llegó la bula de excomunión, Lutero la quemó públicamente, y declaró que el papa era el Anticristo. La Dieta de Worms, 1521 Roma parecía impotente, y, dándose cuenta de la gravedad de aquel desafío, apeló al poder temporal, a Carlos V, Emperador de Alemania, para que suprimiera a aquel problemático hereje.

Pero la solitaria voz de Wittenberg no iba a ser fácilmente silenciada, porque para este tiempo la mayor parte de Alemania estaba de corazón con Lutero. Además, sus escritos estaban extendiéndose ápidamente en todas direcciones, y parecía como si Europa estuviera esperando el resultado de la inminente confrontación. Aunque advertido por muchos de sus amigos y por masas del común de la gente, Lutero, poniendo sin embargo su confianza en Dios, decidió acudir a la Dieta de Worms, para responder allí, delante del mismo Carlos, de las acusaciones que habían sido presentadas contra él.

Inmutable delante del emperador y de toda una corte de duques, príncipes, condes y obispos, Lutero habló con una calmada dignidad que sólo podía provenir de mucha lucha privada en oración con Dios. (Nota 3. ) Reconoció, de anera sencilla, el montón de escritos sobre la mesa como suyos propios, y rehusó retractarse de ellos. Lutero denuncia a Roma Pero utero no podía limitarse a una mera defensa de lo que ya había escrito.

En los términos más duros e irrefutables denunció públicamente todo el sistema del papado e incluso apeló al emperador emperador para que no permitiera que sus súbditos se dejaran seducir por tal sistema. «No puedo,» añadió Lutero, «someter mi fe ni al papa ni al concilio, porque está tan claro como el mediodía que ambos han errado frecuentemente y se han contradicho entre sí. Aquí estoy. Nada más puedo hacer. Que Dios me ayude. Amén! » Para profundo disgusto de Roma, Carlos pareció quedar influido por la fe genuina del reformador, y tan sólo consintió a un edicto de destierro.

Su propio temor a Roma le impidió hacer menos. Habiendo de esta manera perdido su presa, el malvado poder de Roma trató de asesinar a Lutero, pero el buen Elector de Sajonia lo protegió, y, durante la temporal calma que siguió, Lutero, como preso dentro de la seguridad del castillo de Wartburg, pudo dedicar su atención a la traducción de la Biblia. Zuinglio y la Reforma Suiza Mientras todo esto sucedía en Alemania, se estaba gestando otra bra de Dios igualmente notable y totalmente independiente en otro lugar de Europa.

Tuvo lugar en Suiza, y el instrumento escogido por Dios fue Ulrico Zuinglio, que era sacerdote de Roma. Lo mismo que Lutero, Zuinglio había abierto los ojos pronto a los lamentables males del papado, y, simultáneamente con esto, gracias a la sabia enseñanza del célebre Thomas Wittembach, aprendió la importante doctrina de la justificación por la fe, y se dio cuenta, para su asombro, de que la muerte de Cristo era la única redención de su alma. Al profundizar en este conocimiento mediante el cuidadoso estudio de la