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NO ES EL FÚTBOL El hincha no es violento por ser hincha, es violento porque crece en una sociedad violenta. El incremento en el número de delitos y de actos vandálicos que se suelen asociar al desarrollo de la competencia futbolística ha venido en aumento gracias a la penetración masiva de diversos elementos provenientes de otros países en los cuales el fútbol también es componente fundamental de la sociedad.

Allí, existe en el entorno el mito que entre más se odia al rival más se quiere al equipo propio, entre más maltratemos la honra, la integridad física y moral del otro, más fácil se es un «verdadero hincha». Y no es dificil pensar de cuáles sociedades hemos copiado lo malo de su comportamiento: Argentina e Inglaterra son muestras fehacientes de cómo se trasladan los roblemas sociales al Svipe View next pase campo deportivo.

Sin OF3 calma y con profund né’l problemática en cad sario mirar con que se le dio a la run lado, en In nglaterra se consideró que el problema iba más allá de un suceso deportivo para considerarlo un problema social, que fue tomado en serio en su momento por Margaret Tatcher, incluyó la participación de la UEFA y de un compromiso de la sociedad n general para erradicar a los violentos; mientras, en Argentina sucede lo que por estos días nos han querido hacer creer que pasa en Colombia: que el problema es exclusivo del fútbol.

Las autoridades no miran más allá de los muertos, heridos y detenidos finales, no consideran la posibilidad de ver que el odio de unos a otros no nace ni muere el estadio. El odio y el resentimiento se portan desde la casa, se lleva consigo desde que el muchacho despierta y piensa que para sentirse pieza fundamental de un colectivo debe verse intimidante y amenazante que el resto. Como los muchachitos que son niciados en las pandillas urbanas y deben mostrar al resto del clan «de qué están hechos».

El hincha no es violento por ser hincha, es violento porque crece en una sociedad violenta, el individuo trata de buscar escenarios propicios dond violento porque crece en una sociedad violenta, el individuo trata de buscar escenarios propicios donde canalizar sus deseos reprimidos y las ganas contenidas, cada quien tiene sus formas y maneras, unos gritando y alentando a su equipo a más no poder y otros, lamentablemente, descargando se furia e ira con el que no tenga la camiseta del mismo color que el propio.

EL problema no comienza ni termina en el estadio, éste es apenas una parada del acelerado tren de la violencia urbana que ha florecido en nuestros centros urbanos. No es suspendiendo el torneo ni cerrando los estadios como vamos a acabar con este flagelo que, aunque parezca increíble, lo hemos importado, no nació en nuestro país. Lo que si podemos decidir es qué tipo de acciones vamos a tomar: las exitosas y que lograron acabar con el problema de raíz o con la actitud indiferente y facilista de mirar a otro lado, echarle la culpa a otro y dejar que se convierta en una situación inmanejable. Jair Mejia A. @JairMejiaA 3 DE 3