Eran Adán y Eva inmortales antes de quebrantar el pacto

¿Eran Adán y Eva inmortales antes de quebrantar el pacto? Eduardo Mondaca Desde el mismo comienzo Dios ha pactado con su creación; entendiendo el concepto pacto en el sentido de «acuerdos» que toman dos personas o entidades, y en los que se obligan a cumplir ciertas condiciones, aunque en los pactos blblicos encontramos una particular diferencia; solamente Dios determinaba estas condiciones. En Edén, lo hizo con Adán, pero Adán no cumplió con su parte en el contrato, en otras palabras, abortó el pacto y por eso fue desechado. pero hay algo muy interesante en este pacto con Adán, y que me gustaría comentar revemente.

Por el relato de al hombre todo el do administrara’. Práctic del árbol del conoci po nio ors q Dios le entregó a que él la ada, excepto, comer que estaba en medio del huerto; si lo hacía moriríaz. Y aquí, es donde deseo detenerme un instante, ya que creo que es en este punto en donde la mayoría de los cristianos parece tener su primer problema de interpretación bíblico, y se trata de la creencia popular (y que yo también sostenía hasta hace un tiempo atrás), que Adán y Eva fueron creados inmortales, y que perdieron ese don por su desobediencia.

Sin embargo, no es lo que se da a entender en los pr Swlpe to vlew next page primeros capítulos de Génesis. Observe con mucha atención lo que he considerado pruebas fehacientes para confirmar la naturaleza mortal de Adán y Eva en su creación. Les dio instrucciones para alimentarse (Gn. 1:29). La alimentación es un recurso de sobrevivencia. En el caso de haber sido ellos inmortales, no hubiese sido necesario la comida. Les dio mandamientos para que se reprodujeran (Gn. 1:28) La reproducción es potencial: uno engendra diez; diez engendran cien; cien engendran mil, etc.

La única forma de controlar la súper población era la muerte, por tanto, Dios tenía todo bajo control, creando al hombre mortal. Después de la caída, Dios saca al hombre del huerto, pues teme que éste coma del árbol de la vida y viva para siempre (Gn. 3:22). ¿Por qué la preocupación de Dios, si el hombre supuestamente era inmortal? Algunos objetarán a esto diciendo: que a ese instante, el hombre ya había perdido su inmortalidad, y que Dios quiso simplemente evitar que en su condición de pecador, la recuperase. Voy a decirle algo que le sorprenderá.

Si en verdad l primer hombre hubiese sido inmortal antes de su caída, y que el castigo de Dios consistió en su muerte física, ¿No podría acaso ese mismo Dios que lo sentenció a morir la primera vez, volverlo a castigar con la muerte, SI éste hubiese accedido al árbol de la vida? Por supuesto que hubiese podido, si es que realmente la sentencia por el pecado árbol de la vida? Por supuesto que hubiese podido, si es que realmente la sentencia por el pecado hubiese Sido perder la inmortalidad, pero ¿Por qué Dios no lo hizo así, y en lugar de eso, se preocupó que el hombre comiera del árbol de la Vlda y viviera ara siempre?

La respuesta es obvia, porque quien es inmortal, sencillamente no puede morir. Adán nunca fue inmortal, fue creado para engendrar hijos; los seres inmortales son espíritus o ángeles, y los ángeles no se reproducen, no engendran hijos, porque no se casan ni se dan en casamiento, y no pueden morir (Lc. 20:35 y 36). Todos los días de vida de Adán sobre la tierra fueron 930 años y murió (Gn. 5:5). Por último, cuando Dios dictó su sentencia sobre el hombre por el pecado cometido, curiosamente la maldición cayó sobre la tierra y no sobre el hombre.

Sin embargo, allí Dios pronunció un juicio sobre Adén, y que no fue precisamente su sentencia de muerte, sino lo condenó a sufriry a sudar para obtener el sustento de la tierra. Pero observe lo que le dijo: «Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al 1_1f6 el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás» (Gn. 3:17-19). La última frase es concluyente para nuestro planteamiento: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás». Hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado.

Cuando Dios hizo al hombre tomándolo del polvo, siempre estuvo la idea que éste volviera al mismo polvo de donde había sido tomado. Bien, después de haber examinado estas pruebas contundentes ue demuestran la vida limitada que tenía el primer hombre desde su creación, pasemos a revisar el versículo en donde Dios prohibe al hombre comer del árbol de la ciencla: del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás». Si Adán y Eva hubiesen sido inmortales nunca habrían muerto, simplemente no podían; murieron porque eran mortales.

Entonces ¿por qué les dijo Dios que morir[an? Sigamos revisando. Adán y Eva gozaban de una estrecha e íntima relación con Dios hasta antes de la caída. Después de ese fatídico suceso, la elación entre ellos se rompio para siempre; creación y creador, eran ahora Incompatibles. pero, ¿Murieron realmente Adán y Eva en el momento que comieron del fruto prohibido? La respuesta es NO, no físicamente por cierto, pero SÍ, ese que comieron del fruto prohibido? La respuesta es NO, no fisicamente por cierto, pero si, ese día murieron espiritualmente.

Algunos dirán: «si, pero con el tiempo también murieron físicamente». En efecto, murieron porque nunca fueron inmortales. Muerte no es simplemente dejar de existir, de acuerdo con nuestros diccionarios; mas, según la Biblia la palabra uerte que en griego es thanatos (Strong/ Bávatoq G2288) y en hebreo mawet (Strong/ Q7’nH4194), puede interpretarse tanto en sentido literal, como figurado; por lo que, la muerte ala que fueron «sentenciados» la primera pareja, no necesariamente debió ser la muerte fisica, sino una muerte espiritual; porque ese día, irrefutablemente algo ocurrió con ellos, aunque continuaron viviendo.

La muerte bíblica es estar separado de Dios. Representa al mistico y aterrador infierno de fuego, o «muerte segunda», y que trataré con más detalles en otro capítulo. En Apocalipsis 1 leemos: «Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda».

Este primer pacto que Dios hacía con el hombre no tuvo un final fellZ, aparentemente; porque Dios, que nada improvisa o hace a la ligera, tenía todo bajo su control. Cuando Adán fracasa en su ro de administrador de los bienes de su creador, no todo bajo su control. Cuando Adán fracasa en su rol de administrador de los bienes de su creador, no haciendo buen uso e su «libre albedrío»3, Jehová echa a andar, lo que podríamos llamar «su plan B», pero que en realidad, era su plan supremo, la redención del hombre.

El apóstol Pedro hablando de nuestra redención consumada por Jesucristo, que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros» (1 Pe 1:18-20), y luego

Juan en Apocalipsis 13:8 se refiere a Cristo como el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo; lo cual quiere decir, que la redención no aparece como «una opción de emergencia» en el momento que el hombre falla, sino que, todo formaba parte de un elaborado y muy bien diseñado proyecto divino, y que Pablo lo denomina simplemente: «el misterio de Cristo»; misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres (Ef. 3:5), pero que se encontraba presente como una sombra en la liturgia del culto judío bajo el viejo pacto (Heb. 10:1).