Enciclica Cuidemos Nuestra Casa

La Encíclica toma su nombre de la invocación de san Francisco, «Laudato si’, mi’ Signore», que en el Cántico de las creaturas que recuerda que la tierra, nuestra casa común, es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos. Nosotros mismos «somos tierra. Nuestro propio cuerpo está formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. Protesta por el daño que le hacemos por el uso irresponsable y el abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella.

La Encíclica se desarrolla en torno al concepto de ecología integral, como ideal capaz de fusionar las relaciones fundamentales de la persona: con Dios, consigo misma, con los demás seres humanos y con la creación. Retoma la ri ueza de la tradición ‘udeo-cristiana, sobre todo los textos bíblic El análisis se dirige d para entender no sól más profundas. El ob integral que, en sus d OF4 p gica basada en ellos. situación actual, bién las causas es de una ecología mprenda el lugar específico que el ser humano ocupa en este mundo y sus elaciones con la realidad que lo rodea.

Sobre esta base, el Papa Francisco propone una serie de líneas de renovación de la política internacional, nacional y local Swipe to View next page local, de los procesos de decisión en el ámbito público y de iniciativa privada, de la relación entre política y economía y entre religiones y ciencias, basadas en un diálogo transparente y honesto. La Encíclica se cierra ofreciendo el texto de dos oraciones, la primera para compartir con los creyentes de otras religiones y la segunda entre los cristianos, retomando la actitud de ontemplación orante con la que se iniciaba el texto.

En el centro del recorrido de la Laudato SI’ encontramos este Interrogante: «¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? «: Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario», sino que nos lleva a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y los valores que fundamentan la vida social: ¿Para qué pasamos por este mundo? ¿Para qué vinimos a esta vida? ¿Para qué trabajamos luchamos? ¿Para qué nos necesita esta tierra?

Si no nos planteamos estas preguntas de fondo —dice el Pontífice- no creo que nuestras preocupaciones ecológicas obtengan efectos importantes. El examen de conciencia -instrumento que la Iglesia ha recomendado siempre para orientar la propia vida a la luz de la relación con el Señor- deberá incluir una nueva dimensión que considere no sólo cómo se ha vivido la comunión con Dios, con los otros y con uno mismo, sino también con todas las creaturas y la naturaleza. Se afrontan así «varios a no mismo, sino también con todas las creaturas y la naturaleza.

Se afrontan así «varios aspectos de la actual crisis ecológica: Contaminación y cambio climático La cuestión del agua Pérdida de biodiversidad Deterioro de la calidad de la vida humana y decadencia social Inequidad planetaria La debilidad de las reacciones Diversidad de opiniones para afrontar la problemática planteada, el papa Francisco nos relee los relatos de la biblia, y articula la tremenda responsabilidad del ser humano respecto a la creación, el lazo íntimo que existe entre todas las creaturas, y el hecho de que el mbiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos: La luz que ofrece la fe: «Los deberes hacia la creación forman parte de la fe cristiana» La sabiduría de los relatos bíblicos: «El Dios que libera y salva es el mismo que creó el universo» El misterio del universo: «La creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos» El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado: «Cada criatura tiene una función y ninguna es superflua, todo es ternura de Dios»

Una comunión universal: «Creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde»» Destino común de los bienes: «la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos f 3 herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos». La mirada de Jesús: Jesús invitaba a reconocer la relación paterna que Dios tiene con todas las criaturas y «vivia en armonia plena con la creación». El núcleo de la propuesta de la Encíclica es una ecología integral como nuevo paradigma de justicia, una ecología que incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. Hay un vínculo entre cuestiones ambientales y cuestiones sociales y humanas que no puede romperse.

Hoy el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma; por lo tanto es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las nteracciones de los sistemas naturales entre si y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las raíces de la crisis cultural son profundas y no es fácil rediseñar hábitos y comportamientos. La educación y la formación siguen siendo desafíos clave: todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo; esto incluye a todos los ambientes educativos, en primer lugar «la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis.