El principe

El principe gyCrisTachucIa 110R5pR 15, 2011 7 pagcs [pic] Recensión sobre El Príncipe El Príncipe, en el original en italiano II Principe, escrito por Niccolà Machiavelli. Editorial Cátedra, Letras Universales. Quinta edición, 1997, Navalcarnero (Madrid). Primera edición en Italia en 1532 . Sin tablas, imágenes ni esquemas. 212 páginas. Dedicada a Lorenzo de Médici. Nicolás Maquiavelo (en italiano Niccolà di Bernardo dei Machiavelli) fue un diplomático, funcionario público, filósofo politico y escritor italiano. Fue asimismo una figura relevante del Renacimiento italiano. or7 y tomó un rol

Estuvo en el servicio lit importante en los as os de e enviado a Francia para convencer a Lui ontinuar la guerra contra Pisa. E-n 1507 1 como diplomático para parlamentar con el emperador Maximiliano I sobre las medidas expansionistas que quería adoptar dicho emperador Se considera a Maquiavelo como uno de los teóricos políticos más notables del Renacimiento, pues con su aporte se abre camino a la modernidad en su concepción política y a la reestructuración social. El concepto del maquiavelismo procede de las éticas inmorales u acciones consideradas negativas en la sociedad en general.

El lorentino, considerado humanista, padre de las ciencias políticas, filósofo y humanista, es el autor de esta gran polémica al desligar la política del dominio de la moral y la religión. No es una novedad bibliográfica puesto que sigue la tradición de los «Espejos de Principes» que se escrib(an durante los siglos XV y XVI pero con objetivos y fundamentos totalmente diferentes. El Príncipe es un ensayo político en el que se ve la política como ciencia, con técnicas propias, independiente de la moral.

Maquiavelo hace un análisis objetivo sobre los nuevos príncipes utilizando su conocimiento histórico. Da mucha importancia al poder militar y casi ninguna a la econom[a. Maquiavelo divide a los principados en dos categorías: hereditarios y nuevos. Un príncipe lo es por título hereditario cuando viene de la sangre y de saberse heredero de algún reino; se llaman principados nuevos cuando se obtienen por vía directa de la proclamación o al añadirse un pueblo al Estado. Si no son del todo nuevos, se llaman mixtos.

A su vez, el autor hace notar que dichos pueblos están habituados a vivir bajo cierto régimen o libres. El nuevo pr[ncipe pudo haber adquirido aquel nuevo reino on la ayuda de armas ajenas, propias, gracias a la suerte y en el mejor de los casos, a su valor. Señala que un príncipe debe vivir en la nueva provincia para asegurar la posesión al identificar desórdenes a tiempo, integrar colonias y desaparecer por completo a la dinastía derrotada para evitar levantamientos, además de cuidarse de extranjeros poderosos que puedan intentar una sublevación. ?l considera que es mucho más difícil conservar un principado nuevo a uno heredado ya que la familia anterior deja unas tradiciones y poderes qu conservar un principado nuevo a uno heredado ya que la familia nterior deja unas tradiciones y poderes que el príncipe nuevo tendrá que instaurar en su estado. Con respecto al los principados mixtos o añadidos a un reino de mayor antigüedad, se apunta la facilidad de conservarse sí se habla la misma lengua y rige la misma providencia.

En cambio, sí la nueva adquisición contiene algunas diferencias de lenguaje, pero semejantes costumbres, deberá extinguirse al anterior linaje y no modificar, en lo posible, sus leyes e impuestos. De ésta manera, el cambio de soberano pasará casi imperceptible para los gobernados. En cambio si el nuevo estado se diferencia n lengua, costumbres y constitución las dificultades aumentan; además, los residentes han puesto esperanzas en la nueva corona, y si falla en su hacer, tendrá en contra no sólo a los que no estaban de acuerdo con su nueva situación, sino también, a los que le ayudaron a tener la nueva anexión.

Considera dos tipos de gobiernos: los asistidos por siervos, aquí el príncipe tiene mucha autoridad y le serán fieles si no los oprime; y el asistido por nobles, siempre fáciles de sobornar para mantenerlos contentos. para gobernar plenamente a un principado que antes de ser conquistado tenía sus propias leyes, contempla tres reglas: rimero, destruirlo; después, radicar en él; y finalmente, regirlo por sus propias leyes, obligarlo a pagar tributo e integrar un gobierno con pocas personas de entre sus mismos ciudadanos. Un nuevo príncipe debe deshacerse de pocas personas de entre sus mismos ciudadanos.

Un nuevo príncipe debe deshacerse de enemigos, conquistar amigos, hacerse amar o temer entre los súbditos, hacerse respetar y obedecer por sus ejércitos, disolver milicias infieles, reemplazar antiguas leyes y conservar la amistad de los poderosos. Para consewar el poder, los actos criminales deben ejecutarse de una sola vez para evitar intranquilidad y esconfianza. En el capítulo IV podemos ver una revisión analítica de un suceso concreto que lleva al autor, a reflexionar sobre la clase de «asistentes» que un principe debe poseer.

Los hay de dos tipos: unos que son elegidos por gracia y concesión: su probada lealtad les permite ser escuchados y aconsejan al príncipe a la hora de gobernar y otros, son los asistentes de tipo barones: su privilegio resulta ser sobre todo, el prestigio militar Las fuerzas de todos los principados se miden en base a si un príncipe posee un Estado tal que pueda, en caso necesario, sostenerse por sí mismo, o si tiene, en tal caso, que recurrir a la yuda de otros, y esto último puede ser fatal para el principado.

Se considera capaces de sostenerse por si mismos a los que, o por abundancia de hombres o de dinero, pueden levantar un ejército respetable y presentar batalla a quienquiera que se atreva a atacarlos; y se considera que tienen siempre necesidad de otros a los que no pueden presentar batalla al enemigo en campo abierto, sino que se ven obligados a refugiarse dentro de sus muros para defenderlos. En los siguientes cap ven obligados a refugiarse dentro de sus muros para defenderlos. En los slguientes captulos Maquavelo aconseja sobre la manera e gobernar un territorio de ajenas y recientes costumbres.

Propone arruinarlos o mudarse a dichos territorios. ASÍ mismo, recomienda permitir o no la conservación de sus leyes dependiendo de la cantidad de enemigos que el nuevo príncipe pueda tener. Entre las cualidades de un gobernante, aquellas apreciadas entre el común de la población generalmente resultan ineficaces en un gobernante: es mejor ser temido que ser amado, ser tacaño que practicar la prodlgalidad. por ello, el gobernante debe aparentar todas las virtudes, pero practicarlas lo menos posible y con inteligencia, evitando el odio de su pueblo a toda costa.

Así, reflexiona en la necesidad de que el príncipe siempre tenga en cuenta el bienestar de sus súbditos al tomar decisiones, y beneficiar a las mayorías pues los amigos huyen en la lucha. Un príncipe nuevo debe armar a sus súbditos: los recelosos se vuelven fieles, los fieles se mantienen y los súbditos se vuelven sus partidarios. Todo príncipe ha de procurar que los fundamentos de su poder sean buenos. para ello precisa leyes y un ejército. Examina el ejército. Las tropas pueden ser propias, mercenarias o auxiliares y mixtas. Hace una critica devastadora de las tropas mercenarias: a llas se debe la decadencia de Italia.

Los mercenarios no sirven de verdad para la defensa de los Estados. «En suma, los ejércitos mercenarios son peligrosos por su pereza y cobardía al de los Estados. y cobardía al combatir, y los auxiliares por su valor. Los príncipes prudentes siempre evitan valerse de tales tropas, prefiriendo las propias, y querrán mejor ser vencidos con las suyas que vencer con las de otro». [i] Un civil puede llegar a un principado de dos maneras; una sería por el uso de la maldad, arriba explicado, y otra por medio de la aprobación y promoción directa de sus conciudadanos.

Maquiavelo lo llama El Principado Civil. Aquí no se necesita del valor o la fortuna sino de una astuta combinación de ambos. De la misma manera, el príncipe civil debe enfrentarse a las necesidades de los grandes con el pueblo, responsable directo de su triunfo. El panorama no es fácil pues el pueblo sólo quiere no ser oprimido y los aristócratas, terratenientes o burgueses etc. , no quieren hacer el trabajo del pueblo. Sin descuidar en lo posible al pueblo, el príncipe, deberá buscar alianzas con los grandes pues son los únicos que pueden organizar una revuelta con tintes revolucionarios.

Ahora bien, si l nuevo príncipe llegó al trono gracias al apoyo de los grandes, deberá de conciliares con el pueblo y buscar el afecto de sus nuevos súbditos a fin de que éstos lleguen a sentir una necesidad grandísima de su principado. Maquiavelo advierte que para el príncipe no habrá otro objeto n propósito que dominar el orden y la disciplina de los ejércitos. La razón es sencilla, el dominio del arte de la guerra mantiene en el trono a los que ejércitos. La razón es sencilla, el dominio del arte de la guerra mantiene en el trono a los que nacieron herederos y ayuda aquellos que carecen de tal rango a llegar al mismo puesto. r ello, el príncipe debe conwvir con su tropa, realizar personalmente las expediciones y mantenerse temible a sus hombres. El príncipe debe leer la historia y estudiar las estrategias y tácticas de los contrincantes y saberse allegar de gente astuta y fiel para saber ganar las batallas. Asimismo, es vital cuidar del bienestar de sus ministros para asegurar su lealtad y debe pedir consejo sólo cuando él y no otros lo considere necesario, y entonces preguntar a menudo, escuchar con paciencia y ofenderse si le mienten. La fortuna sólo rige la mitad de los resultados, y la otra mitad la eterminan los actos humanos.

Es preferible ser impetuoso y no cauto, pues la fortuna varía. Pienso que su contenido debió de ser de gran utilidad como guía en el pasado y que incluso muchos detalles se pueden seguir aplicando en la actualidad. El llbro también nos hace comprender el uso del calificativo «Maquiavélico», ya que se refiere a la acción premeditada en beneficio propio. En general es un libro interesante del que se pueden sacar muchas cosas útiles. Bibliografía [i] MAQUIAVE O, Nicolás. – El príncipe (p. 83). Editorial Cátedra, Letras Universales. 1997, Navalcarnero (Madrid) 6