EL PAPEL DE LA MUJER EN EL EVANGELIO En las Escrituras se nombra a varias mujeres que, con sus dones espirituales, han bendecido a personas y a generaciones.
Siempre se honrará y recordará a Eva, la madre de toda alma viviente; a: Sara, Rebeca, Raquel, Marta, Elisabet, y a María, la madre de nuestro Salvador; pero en las Escrituras también se mencionan a otras mujeres cuyos nombres nos son desconocidos, pero que nos bendicen por medio de su ejemplo y sus enseñanzas, entre ellas, la mujer de Samaria con la que se encontró Jesús junto al pozo de Sicar (véase Juan 4:1-30), la esposa y madre ideal que se escribe en (Proverbios, 31 : 10-30), y la mujer fiel que fue sanada simplemente cuando tocó la ropa del Salvador (Marcos 5:25—34).
Al considerar la historia de esta tierra y la historia de la Iglesia restaurada de Jesucristo, resulta evidente que la mujer ocupa un lugar especial en el plan de nuestro Padre para la felicidad y el bienestar eternos de Sus hijos. Nuestra parte como mujeres bajo el plan del Señor, debe centrarse en ser firmes e inquebrantables en: la fe, la familia, y al dar ayuda. Estos tres puntos nos harán ser discípulas de Cristo; aprendemos lo que Él quiere que aprendamos, hacemos lo que uiere que hagamos y llegamos a ser lo que quiere que seamos.
Ser firmes e inquebrantables en la fe, requiere hacer lo siguiente: Convenios con Él Señor Swipe to vien nextpage y guardar los mismos. Ser dignas y adorar en Sus templos. Estudiar Su doctrina en las Escrituras y en las palabras de los profetas. Ser dignas de recibir el Espíritu Santo y reconocer su influencia y seguirle. Compartir Su evangelio y defender el mismo. Participar en sincera oración personal y familiar. Llevar a cabo la noche de hogar. Vivir los principios de la autosuficiencia y la vida próvida. ra ser firmes e inquebrantables en la familia, como discípulas de Cristo, podemos y debemos ser las mejores mujeres del mundo en sostener, sustentar y proteger a nuestra familia, mediante la: 1. Comprensión y defensa de las divinas funciones de la mujer. Recepción de las bendiciones del sacerdocio. 2. 3. Formación de familias eternas. 4. Constitución de matrimonios fuertes. Provisión de luz y crianza que podemos darle a nuestros hijos. 5. 6. Expresión de amor por la familia y cuidados que le demos. 7.
Aceptación de la responsabilidad de preparar a una nueva generación justa. 8. El conocimiento, vivencia y defensa de la doctrina de la familia. 9. Búsqueda de datos y llevar a cabo las ordenanzas del templo por familiares fallecidos. Todas estas cosas, son el símbolo del discipulado, pues nadie puede hacer esas cosas por nosotros; son prácticas y hábitos personales que nos distinguen como firmes e inquebrantables en lo que es correcto. Como mujeres, podemos tener una profunda influencia espiritual en la vida de las personas que nos rodean.
Se nos ha enseñado tener una profunda influencia espiritual en la vida de las personas que nos rodean. Se nos ha enseñado que nuestra función no es «sólo… ocorrer al pobre sino también… salvar almas» Jesucristo ha llamado a las mujeres de Su Iglesia para que sean Sus discípulas y sean espiritualmente fuertes. Debemos buscar oportunidades para fortalecer espiritualmente a las personas que nos rodean. El Salvador enseñó a Marta y a María que las mujeres también podían participar de manera espiritual en su obra. ?l las invitó a convertirse en Sus discípulas y a participar de la salvación, la buena parte que jamás les sería quitada» Al igual que Marta, a veces cometemos el error de pensar que la función principal de la mujer es brindar servicio temporal; pero demás el Señor necesita mujeres con poder espiritual cuya fe, rectitud y caridad resplandezcan. Jesucristo nos llama a todas a que cultivemos nuestra fortaleza y aptitud espirituales para recibir revelación, a pensar sobre quiénes somos, inuestra verdadera identidad es la de discípulas de Jesucristo!.
Toda hermana de esta Iglesia que haya hecho convenios con el Señor tiene el mandato divino de ayudar a salvar almas, de guiar a las mujeres del mundo, de fortalecer los hogares de Sión y de edificar el reino de Dios. El Padre nos dio la tarea sagrada de amar, socorrer con fiel bnegación. Es mucho lo que podemos brindar a aquellos a quienes amamos. Mediante nuestro ejemplo, acciones, palabras y rectitud personal p aquellos a quienes amamos. Mediante nuestro ejemplo, acciones, palabras y rectitud personal podemos ayudar a otras personas a tomar buenas decisiones.
Al conocer nuestra responsabilidad, podríamos preguntar, como los discípulos de antaño ¿Qué haremos? (Hechos 2:37) para ser una influencia espiritual. Para poder respondernos a esta interrogante, podemos recordar que Jesús al acercarse ya a Jerusalén, instó a los discípulos a tener n cuenta el precio de seguirlo (Lucas 14:25-28); pero los dijo firmemente: «Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncie a todas las cosas que posee no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:33), sin embargo, El Salvador prometió también que, cuando nos dedicamos por completo al camino del discipulado, obtenemos mucho más a cambio (Lucas 9:24).
Las bendiciones que Él ha prometido a sus discípulos incluyen «la paz en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero» (D. y C. 59:23). Aunque nosotros no tenemos la oportunidad de caminar con Él a Jerusalén, podemos demostrar que estamos dispuestos a aplicar as enseñanzas de aquel viaje en nuestra propia vida, recordando la voluntad del Padre Celestial de hacer lo que Él mandó, como dice Lucas 10:37 ‘Ve y haz tú lo mismo».
Al leer el Sermón del Monte, comprobamos que el Salvador ensalzó, entre otras cosas, la mansedumbre, la misericordia, la pacificación, al igual que la capacidad para soportar las persecuciones y los malos entendimientos. La mujer demuestra una notable capacidad para soportar las persecuciones y los malos entendimientos. La mujer demuestra una notable habilidad para amar, para soportar, y una extraordinaria comprensión hacia las dificultades jenas, lo que la lleva a brindar un servicio que es representativo de su desinteresada bondad. A menudo, también la caridad se personifica en la mujer.
La mujer cuya vida se asemeja más a la del Maestro es quien ha alcanzado verdaderamente el éxito. El profeta Benson refiriéndose al amor de Dios, dijo: «Sé… que nadie puede fracasar si lo tiene a Él como socio», y «… que Dios puede hacer mucho más fructífera nuestra vida que nosotros mismos» Debemos aprender una y otra vez que únicamente aceptando y viviendo el Evangelio de amor, en la manera en que el Maestro lo nseñó y únicamente haciendo su voluntad, podremos romper los lazos de la ignorancia y duda que nos atan, Jesús dijo «yo soy el camino, y la verdad y la Vida; nadie viene al Padre sno por m? Juan 14:5-6). Tenemos el camino ante nosotros, y está marcado con claridad. Que nuestra vida personal, nuestro hogar y la manera en que desempeñamos nuestro trabajo reflejen nuestro carácter cristiano. El apóstol Pedro habló del proceso por el que las personas pueden ser participantes de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4). Esto es importante, puesto que si en verdad llegamos a ser articipantes de la naturaleza divina, llegaremos a ser como Él. Tal como puede verse en 2 Pedro 1:5-7, se mencionan las si llegaremos a ser como Él.
Tal como puede verse en 2 Pedro 1:5-7, se mencionan las siguientes características: La primera es la fe, como el fundamento sobre el cual se edifica el carácter divino, a la fe hay que añadir virtud, que supone el tener pensamientos puros y acciones limpias. La virtud está emparentada con la santidad. El siguiente paso es el de añadir conocimiento; pues es imposible que el hombre se salve en la ignorancia (D. y C. 131:6). Si bien l estudio de cualquier verdad es valioso, las verdades de la salvación son las más importantes que persona alguna pueda aprender.
El unir nuestra instrucción secular a la espiritual nos ayuda a permanecer centrados en las cosas que más importan en esta vida. Otra cualidad es la templanza, ya que por ella refrenamos nuestras emociones y expresiones verbales, haciendo las cosas con moderación sin entregarnos a excesos, en una palabra nos da el autodominio. A la templanza debemos añadir la paciencia, que es otra forma de autodominio, pues la paciencia no es más que la compostura al estar bajo presión.
Pedro mencionó también el atributo del afecto, mediante el cual se perdonan las debilidades y las faltas de los demás. La virtud final y suprema del carácter divino es la caridad, que nunca busca una gratificación egoísta. El amor puro de Cristo solamente busca el crecimiento y el gozo eterno de los demás. Nuestro papel en el evangelio es vivir de acuerdo a estándares o normas para la salvación que Nuestro papel en el evangelio es vivir de acuerdo a estándares o normas para la salvación que se llaman mandamientos, y es nuestro Padre Celestial quien los ha establecido.
Esas normas se plican a todas las partes de nuestra vida y en todo momento; no se aplican en forma selectiva a un determinado momento ni a cierta situación. Los mandamientos definen los márgenes de tolerancia que se exigen para merecer la exaltación. Dios nos creó a Su propia imagen. El plan para nosotros en esta tierra es obtener un cuerpo, ganar experiencia, recibir las ordenanzas y perseverar hasta el fin; y solo entonces Dios ha prometido que podemos ser exaltados, pero también ha dicho: «Yo el Señor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; más cuando no hacéis lo que os digo, ninguna promesa tenéis (D.
C. 82:10) En el plan de Dios, se nos modela, se nos forma y se nos pule para que lleguemos a ser como Él; es algo que cada uno de nosotros debe experimentar individualmente, recordemos entonces que las leyes y los mandamientos de Dios; Sus normas son inalterables y nadie las puede cambiar; a las personas que piensan que eso es posible les espera una gran sorpresa en el Juicio Final. Aprendemos las normas al asistir a la Iglesia, al estudiar las doctrinas que se encuentran en las Escrituras y en las palabras de los profetas modernos, y al actuar de acuerdo con ellas.