Deff

Deff gyvtc91 gewaõpR 2010 P, pagos «Ustedes no son humanos», insultaba la prostituta Molly Malloy (Helen Mack) a los enviados especiales a la ejecución de su novio en el film Luna nueva. La reportera Hildy Johnson (Rosalind Russell) replicaba: «Naturalmente, son periodistas». Johnson, y sobre todo el director de su periódico, Walter Burns, representaban la prensa sensacionalista de la Gran Depresión, la era de los muckrackers.

Hordas de entrometidos con cuatro duros en el bolsillo (sigo citando a Hildy) que siguen a los bomberos, despiertan a la gente para preguntarle si va a empezar otra uerra, y escuchan detrás de las puertas. El periodismo español actual es un campo cuyos componentes podrían reflejar alguna de las características anteriores. Veamos como. ors to View nut*ge Swpeto page Suele decirse que un m, sus miembros se disputan la faena utilizar una serie de r e mpetitivo cuando Esa disputa implica o designadas como legítimas en persecución de unos fines igualmente predeterminados.

Así, los jugadores de fútbol compiten por ganar el partido con los términos definidos por el reglamento. Si un equipo se saltara las las normas y apaleara al contrario, no obtendría la victoria, sino na doble derrota: perder[a el partido y además su estatus (cuando un futbolista logra mete un gol con la mano, se le llama tramposo). Esto significa que en un entorno cultural donde las reglas del juego no estén claras, no puede hablarse de competición sino de lucha en el sentido más primitivo de la palabra.

Volvamos al periodismo, aislados entre sí por un medio laboral hipercompetitivo y al mismo tiempo carente de las mínimas reglas profesionales, los periodistas españoles están abocados a una lucha más que a una competición. Los puestos de trabajo ignos escasean, la profesión informativa no logra definir unas normas unánimemente aceptadas, y lo que es más Importante los poderes públicos y privados, ambos, conservan una gran capacidad de influencia sobre su labor.

Todo esto procede de la herencia de los medios que se dieron durante la dictadura y su relacion con el poder, que habituó a los periodistas a dedicarse más a influir que a contar, subordinandose al poder. Esto ha comportado en el periodismo español la imposibilidad de consolidar criterios e instituciones de vigilancia que permitan regular lo que se denomina «una rofesón liberal», dand instituciones de vigilancia que permitan regular lo que se denomina «una profesión liberal», dando legitimidad periodística a trampas y manipulaciones, hecho que se plasma en la indistinción entre periodismo «de calidad» y «sensacionalismo (prensa rosa)».

En España el sensacionalismo puede pasar —y pasa— como » el nuevo periodismo de investigación» debido a la indefinición de un reglamento periodístico común y se les permite inventar, tergiversar e manipular a su antojo. Como conclusión sobre el modelo y los resultados que tiene l periodismo español actual, expondré que los periodistas españoles aceptan cada vez más la idea de que la primera necesidad social que deben satisfacer con su trabajo no es «informar sino «entretener.

Pero, la culpa de los males del periodismo no es de los periodistas, y por tanto la posibilidad de mejorar su profesión tampoco les pertenece. De hecho muchos periodistas apenas perciben su trabajo como una profesión seria. El subdesarrollo profesional heredado del franquismo y la Dictadura ha generado en ellos una mentalidad que les convierte en carne de cañón para las instituciones y el poder político. 31_1f3