De la felicidad séneca

De la felicidad séneca gy patitoauila gexa6pR 02, 2010 15 pagos La moral estoica Al estar todos los acontecimientos del mundo rigurosamente determinados y formar parte el hombre del logos universal, la libertad no puede consistir más que en la aceptación de nuestro propio destino, el cual estriba fundamentalmente en vivir conforme a la naturaleza. para ello el hombre debe conocer qué hechos son verdaderos y en qué se apoya su verdad. El bien y la virtud consisten, por lo tanto, en vivir de acuerdo con la razón, evitando las pasiones (pathos). Que no son sino desviaciones de nuestra propia naturaleza racional.

La pasión es lo contrario que la razón, es algo que sucede y que no se puede controlar, por lo tanto debe evitarse. Las reacciones, como el dolor, el placer o el temor, pueden y deben dominarse a través del autocontrol ejercitado or la razon la im asibilidad (apátheia, de la cual deriva apat (ataraxia). Estas PACE 1 oris surgirán de la compr n ni mal en sí, ya ay Sv. ipe to View que todo lo que ocur es oa o cósmico. Sólo los oro ignorantes desconoc dejan arrastrar por sus pasiones. El sabio ideal es aquél que vive conforme a la razón, está libre de pasiones y se considera ciudadano del mundo.

El cosmopolitismo, que defiende la igualdad y solidaridad de los hombres. Vida y obras. Fue hijo de Marco Anneo Séneca el Retórico, y nació en Córdoba el año to nex: page año 4 d. de C. Muy pronto marchó a Roma con su familia y allí acabó su formación de retórico, jurista y filósofo. Se dedicó a la abogacía, destacando por sus extraordinarias dotes de orador. Hizo viajes por diversas partes del mundo y fue nombrado pretor por el emperador Claudio. Sufrió destierro en Córcega durante ocho años por motivos aún no suficientemente aclarados y fue nombrado preceptor de Nerón.

Acusado ante el emperador por nvidiosos de su elevado puesto y su fabulosa fortuna, Séneca abandonó la corte, pero acusado de nuevo de haber participado en una conjuracion contra el emperador, fue condenado a muerte. Se suicidó cortándose las venas, y bebiendo la cicuta estoicamente de acuerdo con su doctrina. Séneca es el más importante representante de la stoa o filosofía estoica en su último período, siendo sus preocupaciones fundamentalmente éticas, hasta el punto de que se ha querido establecer un contacto entre él y el cristianismo naciente, atribuyéndole una correspondencia con el apóstol San Pablo.

Es un filósofo práctico más que un teórico o un sistemático. Se aparta en muchos puntos del estoicismo, aceptando elementos tomados del cinismo y del epicureismo, lo que da por resultado en eclecticismo de carácter moralista preocupado por la filosofía en cuanto ésta slgnifica una enseñanza y un consuelo para la Vlda. Esto es, en suma, el «senequismo». Séneca separa el estudio de la naturaleza: la filosofía natural, del estudio de los hombres, I 2 OF estudio de los hombres, la ética: teñida de religiosidad. La ética ha de servir para buscar el consuelo a los males de esta resignación ante el dolor y la muerte.

Se han perdido algunas de sus obras. Escribió nueve tragedias, una sátira contra el emperador Claudio, Apokolokyntosis; escritos sobre ciencias naturales: Naturalium quaestionum Ubri septem; escritos morales: Ad Lucilium de Providentia, Ad Serenum de constantia sapientis, Ad Novatum de ira, Ad Marciam de consolatione, Ad Gallionem de vita beata, Ad Serenum de otio, Ad Serenum de tranquillitate animi, Ad Paulinum de brevitate vitae, Ad Polybium de consolatione, Ad Helviam matrem de consolatione, Ad Aebutium liberalem de beneficiis y Ad Neronem Caesarem de clementia. Además escribió 124 Epistolae morales a

Lucilio. El estilo de Séneca es vigoroso, rico en sentencias, a veces cortado y siempre expresivo. Filosofía. La filosofía de Séneca es fundamentalmente práctica. Sus doctrinas ffsicas revelan una gran influencia de Poseidonio y un gran conocimiento de la filosofía griega, así como una aguda observación de la naturaleza. A Séneca le interesa más la filosofía como forma de vida que como especulación teórica, y gira toda ella en torno a la figura del «sabio», del «sofás». Para Séneca la sabiduría y la virtud son la meta de la vida moral, lo único inmortal que tienen los mortales.

La sabiduría consistirá según la doct vida moral, lo único inmortal que tienen los mortales. La sabiduría consistirá según la doctrina estoica en seguir a la naturaleza, dejándose guiar por sus leyes y ejemplos. Y la naturaleza está regida por la razón. por tanto, obedecer a la naturaleza es obedecer a la razón, y poder de este modo ser feliz. La felicidad de que es capaz el hombre consiste en adaptarse a la naturaleza, y para ello mantener un temple anímico equilibrado que nos deje a salvo de las veleidades de la fortuna y de los impulsos del deseo que oscurecen la libertad.

La libertad consiste en la tranquilidad del espíritu, en la imperturbabilidad del ánimo que hace frente al destino, la ataraxia. Sólo es feliz el que, dejándose guiar por la razón, ha superado los deseos y los temores. La vlrtud debe desearse por si misma, no por otra cosa; el premio de la virtud es la misma vida virtuosa y razonable que nos pone al abrigo de las turbaciones. La moral exige extinguir los deseos desordenados, especialmente la ira. El sabio debe esforzarse por mantenerse impavido. No se le exige una insensibilidad, pues perdería su condición humana, pero debe soportar las adversidades.

No ha de tratar de reformar el mundo, que tiene sus leyes necesarias, sino procurar adaptarse a sus exigencias. Séneca traza un programa de heroísmo paslvo, que exige una reforma de la imaginación y de la mente para que no se impresione por el horror de los dolores, la miseria y la muerte. Los hombres deben prestarse au 40F se impresione por el horror de los dolores, la miseria y la muerte. Los hombres deben prestarse auxilio mutuo, vivir en sociedad profesándose afecto y estima. La naturaleza exige el amor de los elementos que la componen.

Hacer daño a otro hombre es algo rracional que va contra la misma esencia de la naturaleza. La muerte no es un bien ni un mal, puesto que es algo inexistente. Sin embargo, puede ser una liberación cuando las circunstancias de la vida condenan al hombre a una esclavitud incompatible con la libertad. Entonces el hombre tiene el camino abierto para dejar la vida. Nada nos fuerza a vivir en la miseria, en la necesidad. «Demos gracias a Dios de que nadie está obligado a permanecer en la vida», dice en una de sus cartas. Séneca propugna, pues, el suicidio en cualquiera de sus formas que él detalla en De ira como una liberación.

Sólo ha de temerse lo ncierto, pero la muerte viene con necesidad absoluta y nadie se libra de ella. En el caso extremo el sabio sigue siendo dueño de la vida, dejando voluntariamente la vida sin odiarla. Séneca oscila, al pretender justificar este desinterés del sabio que busca la virtud por sí misma, entre una naturaleza que lo es todo y un cierto teísmo providencial. Y a veces identifica a Dios con la naturaleza, que está penetrada toda ella por la razón divina. La Naturaleza, la Razón, el Destino son nombres diversos de DIOS.

El alma, del hombre es lo que el hombre tiene de racional y divino, y la que ayudada s OF diversos de Dios. ivino, y la que ayudada por la filosofía, nos hará resistir a la fortuna y al azar. Séneca condena la esclavitud y proclama la igualdad de los hombres; pide que se perdone al enemigo y que se haga el bien a todos; exige el dominio de sí mismo y condena los combates de gladiadores. Tal parecido con la moral cristiana ha llevado a algunos a hablar de una correspondencia epistolar de 14 cartas entre el filósofo y el Apóstol, pero evidentemente son apócrifas.

Toda esta doctrina respondía a la misma personalidad de Séneca. Vivió una vida dramática y se vio mezclado en las turbias luchas que se tramaban en torno al poder. Durante varios años la responsabilidad pública de Séneca fue enorme y de él dependía la suerte de muchas personas. Pretendió llevar a la práctica las doctrinas de los teóricos estoicos; pero al tropezar con la realidad se manchó con sus impurezas, y así tuvo, por ejemplo, que excusar los crímenes de Nerón mientras él mismo se enriquecía. Había en Séneca dos personalidades, muchas veces disociadas y enfrentadas.

El moralista estoico, severo e idealista, y el hombre [265] público, apasionado por la vida política y ambicioso. El estoicismo llenaba profundamente su corazón, pero las intrigas olíticas le hicieron muchas veces olvidarse de las máximas elevadas. El destierro y la desgracia purificaron su alma, y renunciando a cambiar al mundo imponiéndole la fe 6 OF destierro y la desgracia purificaron su alma, y renunciando a cambiar al mundo imponiéndole la felicidad mediante la política, purificó y acendró su vida interior, desligándose de las vanidades del mundo y sometiéndose al orden del cosmos.

En lógica, Séneca, siguiendo a los estoicos, admite la singularidad del objeto conocido y la corporeidad de todo lo existente. No admite, por tanto, las ideas esenciales platónicas situadas en n lugar celeste. Las ideas son realidades físicas dotadas de propiedades activas, de la misma manera que nuestra alma es una partícula del alma universal. El bien, por ejemplo, es un fluido que impregna el alma del sabio. Todo es corpóreo. Nuestros sentidos aceptan estas realidades corpóreas y las aceptan con evidencia.

Y como el mundo es en sí racional, está traspasado de racionalidad; nuestras ideas pueden organizarse también en ciencia. La razón es inmanente al mundo y, por tanto, la razón de cada hombre hallará al mundo inteligible, puesto que el alma es una chispa o soplo divino. El alma es un soplo extremadamente sutil y cálido, spiritus, es una sustancia continua gracias a la cual los cuerpos complejos conservan su unidad. El alma del mundo mantiene también la cohesión de la tierra y sirve de vínculo con el cielo.

La tierra es en cierto modo un ser vivo, orgánico, con funciones corporales, humores y ritmos como el hombre. De este modo explica Séneca los fenómenos de la naturaleza, el rayo, las cavernas, las este modo explica Séneca los fenómenos de la naturaleza, el rayo, las cavernas, las corrientes de agua. En la vida psicológica del hombre se contrapesan el impetus, a pasión y el jucio reflexivo. La inteligencia debe analizar y clarificar las pasiones, despejándolas de todo lo oscuro e irracional. por eso la virtud consiste en una inteligencia que juzga acertadamente de un modo estable.

En este aspecto de las doctrinas senequistas es perceptible el influjo socrático, según el cual el error y el mal coinciden. De hecho esta virtud racional es ahogada y oscurecida por múltiples circunstancias que favorecen la perversión. El placer, el dinero, el orgullo, cosas en sí «indiferentes», puesto que no son bienes, se enseñorean del hombre. La virtud consistirá en el dominio de la racionalidad; pero dado que el mundo «ya» es racional, la virtud es independiente de toda evolución del mundo y de la sociedad. Séneca excluye toda posibilidad de rebelión y protesta.

El bien supremo es la sumisión al orden racional del mundo. Aparte de él, no hay bienes ni males, sino cosas indiferentes. En todo caso, el dolor más agudo es el más breve y con la muerte vendrá la felicidad. Las riquezas no son bienes porque están sujetas a veleidades y no dan tranquilidad de espí itu; precipitan al rico, por el contrario, en un torbellino de deseos. Solo sobreviven las almas que se han elevado sobre lo bajo de este mundo gracias a la razón. Las demás no han llegado a un grado s elevado sobre lo bajo de este mundo gracias a la razón.

Las demás no han llegado a un grado suficiente de conciencia y no podrán desligarse de lo material. Séneca rechaza la mitología griega y romana, juzgándola poco digna de la divinidad. El Universo es un conjunto orgánico y debe ser dominado por un solo ser: Dios, Júpiter. Las divinidades no son sino aspectos y caracteres de este ser supremo. La conciencia debe obrar según lo que en cada momento exija de nosotros el orden del Universo. Eso es el Destino. Lo demás es atribuible a la pasión o a la fortuna, al azar. Séneca no se queda nunca, sin embargo, en un plano de ética teórica o abstracta.

Lo que interesa, según él, no son las sutilezas de la lógica ni las profundidades de la física, sino la vida moral. Los tratados de Séneca son cartas o diálogos. Trata de aconsejar, de guiar por el camino del bien, de la razón y de la ascesis, superando lo contingente y azaroso, dominando la pasión y el deseo. Séneca predica la fraternidad universal y la superación de los límites angostos de la ciudad o la patria. El sabio tiene por patria l Universo y el destierro es un mero cambio de lugar. No obstante todo lo anteriormente expuesto, las opiniones y doctrinas de Séneca no forman un sistema y son frecuentes las contradicciones.

Muestra una decidida preferencia por la ética como ciencia práctica autónoma, desentendiéndose de las grandes cuestiones metafísicas. De ahí la originalidad del senequismo frent desentendiéndose de las grandes cuestiones metafísicas. De ahí la originalidad del senequismo frente al estoicismo antiguo: por su espiritualismo frente al monismo, y por subrayar frente al Todo la dignidad moral de la persona. De la felicidad (De vita beata) Es un diálogo escrito por Lucio Anneo Séneca sobre el año 58 d. C.

Está destinado a su hermano mayor Galión, antes llamado Novato, al que también dedicó su primer diálogo titulado De la ira. Está dividido en 28 capítulos que presentan el pensamiento moral de Séneca en plena madurez. Séneca, de acuerdo con la doctrina estoica, arguye que la naturaleza es razón (en griego logos) y que la persona deberá emplear su facultad de razonar para vivir en concordia con la naturaleza y de este modo alcanzar la felicidad. El filósofo romano propone el seguimiento de una secuencia lógica en el lanteamiento vital, empezando por la definición de los objetivos que la persona quiere conseguir.

En la toma de decisiones apuesta por el desprecio a los caminos del vulgo («el camino más trillado y más conocido es el que más nos engaña») puesto que todos «prefieren creer a juzgar» y «el error de mano en mano lleva al precipicio» (Cap. ‘). En cierto sentido identifica naturaleza y Dios, al que cita varias veces para conminar a su obediencia (i’Nacimos en este reino y obedecer a Dios es libertad», Cap. XV), aunque Séneca, lúcido, también escribe una sentencia para los que no encuentran acomodo en la