CUENTO

CUENTO gy NathyHdzOI cbenpanR 15, 2016 4 pagos El ahogado más hermoso del mundo», comienza con unos niños que estaban jugando en la orilla del mar, cuando vieron llegar un ahogado del agua con el que comenzaron a jugar, hasta que un adulto se percató y lo llevaron a la orilla. Al cargarlo, se dieron cuenta de lo que pesaba el cuerpo y del enorme tamaño que tenia. Como era un pueblo tan pequeño, se dieron cuenta de inmediato que era un ahogado ajeno y los hombres del pueblo comenzaron a averiguar si faltaba alguien en los pueblos vecinos, ientras las mujeres se encargaban de limpiarlo y cuidarlo.

Mientras lo hacían se dieron cuenta de la clase de hombre que era y fue en ese entonces cuando quedaron sin aliento; era el hombre mas alto, grande, guapo y mejor armado que habían visto y comenzaron a hablar de él sin parar, adorándolo, hasta que la mayor de las mujeres di’o ue el aho ado tenia cara de llamarse Swpeto page Esteban y asi le pusie ora tirado, y fue en ese e . S»ipe to que debe haber sido n aau sus llantos.

Cuando de él, pero las mujer signaron a dejarlo taron de lo infeliz e munal y comenzaron sieron deshacerse , le ensenaron a los hombres el cuerpo del ahogado y estos al igual que ellas quedaron sin aliento y se entre mecieron en lo tuétanos con la sinceridad de Esteban. Fue así como le hicieron los funerales mas esplendidos, y hast hasta le eligieron un familia con padres, hermanos y hasta primos. Decidieron soltarlo sin ancla para que así volviera cuando quisiera, pero al soltarlo, de inmediato se dieron cuenta que no estaban completos y nunca volverían a estarlo.

Desde entonces sus vidas cambiaron por completo y el pueblo también; grandaron las puertas de las casas, pusieron mas altos los techos, etc. para que Esteban los visitara cuando quisiera, sin tropezar, y para que todo el mundo se diera cuenta que allá, donde brilla el sol, es el pueblo de Esteban. La historia comienza con unos niños jugando en la orilla de la playa cuando de pronto se encuentran con un cuerpo. Jugaron con el muerto toda la tarde. En eso alguien los ve y avisa al pueblo.

Los hombres lo carga hasta la casa cercana y se dan cuanta que pesa más de lo normal. Lo acuestan en el suelo y ven ue era mucho más grande que cualquier hombre, además se percataron que el hombre no era de la ciudad, pues en ella se conocían todos. Los hombres para asegurarse que no era de allí salieron a averiguar, mientras las mujeres se quedaron aseándolo. Mientras lo hacían se daban cuenta de lo que le había sufrido el cadáver, pero no solo eso, sino notaron que no solo era alto, fuerte y viril, sino que tal hombre no les cabía en la imaginación.

No había en el pueblo cama ni mesa ta n fuerte que lo aguantara, no había zapatos, pantalo que le quedaran; entonces apatos, pantalones, camisas que le quedaran; entonces decidieron hacerle la ropa a tal hermoso ser para así continuar su muerte con dignidad. Sentadas en círculo, contemplándolo, no habían sentido tantas ansias como aquella noche. pensaban que si hubiera vivido en el pueblo no había casa tan grande a la de él, su mujer habría sido la más feliz. Las mujeres siguieron emergidas en sus fantasías.

Las más viejas pensaron que se llamaba Esteban, mientras las más jóvenes pensaron que se podr[a llamar Lautaro. Las mujeres que lo habían vestido, peinado, cortado las uñas y raspado la arba se dieron cuenta lo infeliz que tuvo que ser ese hombre con tal cuerpo descomunal, que hasta después de muerto estorbaba. Condenado a pasar de medio lado por las puertas y a permanecer de pie en las visitas para no destrozar ningún mueble debido a su enorme cuerpo, teniendo así que sufrir todo el tiempo, solo así no pasaría ninguna vergüenza.

Poco después, al amanecer, las mujeres lo contemplaron tan indefenso, muerto, y parecido a sus esposos que comenzaron a llorar. En eso llegan los hombres con la noticia de que tampoco era de los pueblos vecinos, las mujeres dijeron pendito sea Dios, es nuestro! Los hombres pensaron que era cosas de mujeres y lo que deseaban era deshacerse del intruso antes que saliera el sol bravo.

Querían ponerle un ancla en los tobillos para que se sumergiera en las profundidades oceánicas para que no volviera a la orilla, pero mientas se apresuraban m 3Lvf4 oceánicas para que no volviera a la orilla, pero mientas se apresuraban más cosas se les ocurr(a a las mujeres para perder tiempo. Tanto fue así que se cansaron y le preguntaron con qué objeto tanta cosa para un forastero, si como quiera se o iban a masticar los tiburones. Tanto alboroto por un muerto al garete dijeron los hombres. na de las mujeres que, mortificada por tanta insolencia, le quito el pañuelo de la cara…. No había duda, de que era Esteban. Solo un Esteban en el mundo, y estaba allí tirado. Basto quitarle el pañuelo para que supieran que estaba avergonzado de tal tamaño en su cuerpo y tanta hermosura. Hasta los hombres que sentían amarga las minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soñar con ellos para soñar con ahogados, hasta aquellos, se estremecieron al erle el rostro de sinceridad.

Fueron por flores para el muerto, y hubo tantas flores, tanta gente que no se podía caminar. Fue un dolor inmenso devolverlo a las aguas huérfano y decidieron todos los del pueblo terminar cm parientes de él. Lo soltaron sin ancla para que volviera cuando quisiera. Se miraron y se dieron cuenta que jamás volverían a estar completos. Por primera vez seria diferente sus casas iban a tener puertas anchas, pisos firmes techos altos para que el recuerdo de Esteban anduviera sin tropezar. Se pintarla la fachada de colores alegres en memoria de Esteban.