Crecimiento económico con equidad

Crecimiento económico con equidad gy raquelargucllo no•R6pR 15, 2011 16 pagos NUEVA SOCIEDAD Hernán Garrido-Lecca Crecimiento con equidad Reflexiones para la incorporación del concepto de equidad en las declsiones de políticas públicas Hernán Garrido-l_ecca El gobierno de Alejandro Toledo ha hecho evidente que existía un divorcio entre la «economía del Perú» y la «economía de los peruanos».

Este divorcio sintetiza lo que el economista Jürgen Schuldt llama «bonanza macroeconómica y malestar microeconomico». En claro contra unto con este fenómeno se encuentra el reconoc de la equidad como 6 factor que permitiría rre tría de poder de to View los pobres. Esta es la edra a ra I onstrucción de un Consenso Alternativo Washington. n el año 2002, la economía del Perú creció 4,9%; las reservas internacionales netas alcanzaron un pico histórico, superando los 10. 00 millones de dólares; la inflación se mantuvo por debajo del 2%; y a pesar de este excelente conjunto de indicadores macroeconómicos, el presidente Alejandro Toledo se lamentaba al ver que, en el Perú (a diferencia de lo que él experimentaba en sus presentaciones en el extranjero), «nadie lo aplaudía». Su opularidad se reducía aceleradamente. Según Apoyo Opinión y Mercado, en octubre de 2002 la Hernán Garrido-l_ecca: profesor de Economía en la Universidad de San Martín de Porres de Perú; MPA por la Universidad de equidad, Perú. esaprobación a su gestión alcanzó el 78%, luego de un triunfo con el 52% de los votos en junio de 2001 y una aprobación del 84% un mes después. Se hizo evidente que existía un divorcio entre la «economía del Perú» y la «economía de los peruanos». Desde entonces, la situación no ha cambiado mucho en cuanto a los grandes agregados macroeconómicos: han transcurrido, esde el inicio de la gestión del presidente Toledo, 47 meses suceslvos de crecimiento a un rltmo promedio del 4% anual, se ha acumulado un nivel sin precedentes de 14. 00 millones de dólares en las reservas internacionales, la inflación sigue en casi un 2% anual y, además, se ha reducido el déficit fiscal y prepagado obligaciones con el Club de París, mientras que en esos 47 meses se han duplicado las exportaciones y, más aún, se espera alcanzar un nuevo récord histórico estimado a fin de año en 15. 000 millones de dólares en exportaciones. Solo existe un cambio significativo respecto de la situación de 2002: l presidente Toledo registra ahora niveles de popularidad de un dígitol .

El fenómeno aquí denominado como el divorcio entre la «economía del Perú» y la «economía de los peruanos», ha originado una serie de esfuerzos interpretativos entre los que destaca el del economista Jürgen Schuldt, de la Universidad del Pacífic02. Estos trabajos intentan, todos, entender lo que Schuldt llama la «bonanza macroeconomica y malestar microeconomico», en aquello que podría ser una interpretación local de la fenomenología tratada por Joseph Stiglitz para la economía mundial en su El malestar en la globalización3.

En el fondo, se trata de tra 2 OF la economía mundial en su El malestar en la globalización3. En el fondo, se trata de trabajos para construir un Consenso Alternativo al llamado Consenso de Washington (CW), este último inspirador -si no rector- de las polítlcas públicas en América Latina por más de una década y, en el caso peruano, evidente marco conceptual de las políticas ejecutadas tanto por las dos administraciones del presidente Alberto Fujimori como la administración actual del presidente Toledo.

Existe, ciertamente, una interpretación de naturaleza estadística de ese divorcio percibido. En el año 2002, la economía peruana creció 4,9% como resultado de un crecimiento de 29,8% del sector minero y uno de 6,2% del sector agrícola (éste, a su vez, fue el resultado de un espectacular crecimiento del sector agroexportador moderno afincado a lo largo de la costa, y un magro crecimienl. Ha llegado a tener un 8% de popularidad y ha tenido un ligero repunte, aunque no significativo, en los últimos meses.

La desaprobación a su gestión sobrepasa el 90%. 2. J. Schuldt: Bonanza macroeconómica y malestar macroeconómico, Universidad del Pacífico, Centro de Investigación, Lima, 2004. 3. J. Stiglitz: El malestar en la globalización, Taurus, Buenos Aires, 2002. to o decrecimiento de la agricultura tradicional andina). Si incorporamos otros sectores y sus pesos relativos, terminaremos en el 4,9% de crecimiento promedio de la economía peruana para ese periodo.

El problema es la interpretación de ese 4,9% a priori como indicador de un excelente desempeño económico, y su sublime ecualizacion con una situación de creciente bienestar para la población. Es all( y su sublime ecualización con una situación de creciente bienestar para la población. Es all(, en esa sublime ecualización, onde economistas e interesados generan el divorcio entre la economía del país y la economía de sus ciudadanos. En el Perú, el sector minero absorbe tan solo el 1% de la población económicamente activa, mientras que el sector agrícola absorbe alrededor del 25%.

Esto último explica -sobre todo si además tomamos en consideración el desigual desempeño de la moderna agricultura de exportación costeña y la tradicional agricultura de autoconsumo y/o orientada al mercado doméstico andina- el por qué la gran mayor(a de peruanos rechaza la gestión de Toled04. De todo lo anterior se desprende una conclusión bastante obvia: l CW fue capaz de producir crecimiento, pero la evidencia está a la vista, fue incapaz de lograr -como bien lo señala Stiglitz5- que aquel «acto de fe» que constituyó «la economía de la filtración» se hiciese realidad.

En buen romance: se esperó y se esperó y, hasta ahora, nunca «chorreó». Las reflexiones en este ensayo pretenden abordar un aspecto clave para la construcción de un Consenso Alternativo al CW: hacer una primera aproximación hacia la operacionalización del concepto de equidad para los fines de toma de decisiones de políticas públicas. Se pretende hacer na reflexón sobre la naturaleza del concepto de equidad como paso previo a su instrumentación para la toma de decisiones.

Se entiende aquí que la más importante limitación del CW —y del enfoque neoliberal, en general- es que es inútil si no genera inclusión social. Es más, existen suficientes indicios que hacen pensar que, muy por el contrario, las polticas 40F social. Es más, existen suficientes indicios que hacen pensar que, muy por el contrario, las politicas públicas del recetario del CW producen exclusión de grandes grupos de población no artlculados con la dinámlca del mercado externo, aislados por arencias educativas o de infraestructura o que están ausentes del debate público.

La búsqueda de la equidad entendida como el esfuerzo por eliminar toda forma de exclusión social con el fin de asegurar, así, que todos participen de los beneficios del crecimiento económico, es inherente a cualquier esfuerzo por construir un Consenso Alternativo al CW. Esta es la premisa de la que partimos. 4. Es necesario señalar, sin embargo, que el rechazo no solo se explica por razones de índole económica, sino que éste encuentra otras fuentes en razones de orden moral, político y hasta de stilo personal del presidente pero, como una vieja carta aún nos recuerda, «lo económico es, en última instancia, lo determinante». . J. Stiglitz: ob. cit. , 2002, pp. 119-121. El derrumbe de la utopía del llamado Consenso de Washington, ha generado -finalmente- un esfuerzo serio y amplio por reemplazar aquel seudoparadigma científico por un paradigma respecto a los grandes lineamientos para el desarrollo de los países. Quienes cuestionaron dicho Consenso desde su lanzamiento, han de reconocer —sin embargo- que presentar cualquier planteamiento alternativo sobre el desarrollo sin ncorporar conceptos como «responsabilidad fiscal» o «grado de inversión» sería poco serio.

Son conceptos que ciertamente fueron puestos sobre el tapete con o a partir s OF poco serio. Son conceptos que ciertamente fueron puestos sobre el tapete con o a partir del CW. Es más, podr(a afirmarse que el virtual silencio entre los economistas críticos respecto al CW en América Latina, se debió en parte a la dificultad de articular una propuesta alternativa por el tácito reconocimiento a la naturaleza axiomática de conceptos como el de «responsabilidad fiscal».

Cuando se empezó hacer evidente el fracaso del CW como ?la receta para el desarrollo», cuando algunos de sus propios gestores como Stiglitz expresaron abiertamente su autocrítica, la primera y tímida respuesta desde los sectores progresistas de América Latina fue la de (re) lanzar en el debate conceptos como «justicia social» o, más ampliamente, «equidad».

Así, hoy es lugar común entre los economistas progresistas de América Latina hablar de «crecimiento con equidad» como la alternativa a los intentos neoliberales por la formulación de un «CW recargado». Sin embargo, no existe -aún- consenso sobre qué significa ?crecimiento con equidad».

En un encuentro latinoamericano de economistas y científicos sociales convocado por NUEVA SOCIEDAD, esta falta de consenso se hizo evidente cuando al intentar discutir más a fondo el contenido de crecimiento con equidad, los participantes -casi inmediatamente- se dividieron en dos grupos: uno, más grande, que pensaba que equidad implicaba la reducción de la brecha entre ricos y pobres; y un segundo g upo, más pequeño, que sostenía que equidad implicaba simplemente la reducción del número de pobres (sin tomar en cuenta si los ricos se hacían más ricos). Esa diferencia no es -como podría parecer en primera instancia- semántica.

Quienes so 6 OF ricos). Esa diferencia no es -como podría parecer en primera instancia- semántica. Quienes sostienen la necesidad de reducir la brecha entre ricos y pobres, lo hacen desde dos perspectivas distintas aunque no excluyentes. una primera El virtual silencio entre los economistas críticos respecto al CW en propuesta alternativa Buscando la alternativa al Consenso de Washington perspectiva es de carácter «moral»: no es moralmente aceptable que mientras existen ciudadanos en extrema pobreza que viven on menos de un dólar diario para todas sus necesidades, haya otros (con) ciudadanos cuyo ingreso supera largamente las 10. 00 veces ese ingreso. La segunda perspectiva tiene un carácter más bien económico o econométrico: diversos estudios muestran -se arguye- que una mejor distribución del ingreso conlleva tasas de crecimiento más altas6. Quienes, por otro lado, sostienen que el énfasis no ha de estar en la mejora estadística de coeficientes de distribución del ingreso (coeficiente de Gini y la resultante cura de Lorenz, por ejemplo), arguyen que, en realidad, no importa ue los ricos sean aún mas ricos sino que lo que verdaderamente importa es que los pobres sean menos pobres y que haya menos pobres en términos absolutos.

La pobreza en nuestros países, sostienen, no es una cuestión de posición relativa de un grupo respecto a otro en cuanto a sus ingresos; la pobreza en América Latina es un grupo de personas concreto cuyo nivel de vida y oportunidades están por debajo de un mínimo aceptable. La «corrección» de los índices de distribución del i están por debajo de un mínimo aceptable. La «corrección» de los índices de distribución del ingreso, concluyen, no necesariamente gora el bienestar y la inclusión social.

La equidad en el día a día: el verdadero reto para construir el A pesar de la relevancia de la discusión anterior, ésta no es sino la punta del iceberg de un debate que requerirá el tiempo y el esfuerzo de quienes pretendan articular una respuesta alternativa al «CW recargado». La cuestión de fondo es como darle contenido operacional al concepto de «equidad» para que éste pueda ser efectivamente incorporado a la toma de decisiones de política públicas, a las decisiones en el día a día del gobierno local y el gobierno nacional.

En el fondo, se trata de encontrar la forma de medir la efectividad y la eficiencia de la poltica económica para alcanzar esos otros objetivos -distintos a los de crecimiento económico aunque igualmente importantes- que, por ahora, envolvemos casi intuitivamente bajo la etiqueta de «equidad». Es claro que existen indicadores de desarrollo social, mapas de pobreza y otras metodologías estadísticas para cuantificar y comparar bienestar. Sin embargo, todas estas metodologías son resultado de encuestas y estadísticas que son 6.

Según The Economist en el año 2001 el 1% más rico de los stadounidenses se hacía del 20% del ingreso personal de Estados Unidos y de un tercio de su riqueza (v. «The Missing Rungs in the Lasser», edición de julio, pp. 16-22. Esta no pareciera ser una distribución muy distinta a la de la mayoría de países de América Latina. puestas a disposición de los tomadores de decisio Latina. puestas a disposición de los tomadores de decisiones con meses -sino años- después del momento de la medición: es información útil para un análisis ex-post o en todo caso para diseñar programas sociales de carácter reactivo.

El reto es diseñar n conjunto de instrumentos que permitan evaluar el impacto de cualquier decisión de política económica sobre el objetivo de equidad, de manera análoga como hoy podemos conocer con antelación, por ejemplo, el impacto de un incremento en la tasa de inversión privada sobre el crecimient07. Se trata de operacionalizar el concepto de equidad para «consumirlo» en la toma de decisiones cotidianas de los distintos niveles de gobierno a fin de, así, generar equidad proactivamente y no reactivamente; generar crecimiento y equidad.

En el incipiente debate actual, la discusión se ha limitado casi xclusivamente a la dimensión socioeconomica del concepto de equidad Sobre el concepto de equidad Ahora bien, para darle contenido operacional al concepto de equidad es necesario, primero, revisar la naturaleza del concepto mismo pues, aunque la literatura especializada ha tratado ya la equidad como un concepto multidimensiona18, en el incipiente debate actual, la discusión se ha limitado casi exclusivamente a la dimensión socioeconómica del concepto de equidad.

La exclusión de vastos sectores de la población y no la mera inequldad de los ingresos es la verdadera limitación del CW y el enfoque neoliberal, n general. Existen otras dimensiones del concepto de equidad que son igualmente importantes si el objetivo es, efectivamente, incorporar a los sectores e importantes si el objetivo es, efectivamente, incorporar a los sectores excluidos del proceso de crecimiento o «desarrollo» tal como es concebido, al menos, por los economistas neoliberales. ermítasenos sugenr la discuslón de por lo menos tres dimensiones, adicionales a la dimensión socioeconómica, del concepto de equidad como paso previo a su operacionalización para la toma de decisiones de políticas públicas: 1) la dimensión spacial (territorial); 2) la dimensión intergeneracional; y 3) la di 7. En el Perú, se ha desarrollado el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP), una metodolog(a para la evaluación de decisiones de inversion en proyectos locales, regionales y nacionales.

Es común escuchar de las autoridades elegidas en los distintos estamentos de gobierno que el SNIP está «diseñado para que nada de lo que proponen se haga». Probablemente el SNIP carece de elementos que incorporen la equidad en la evaluación para la toma de decisiones. 8. Multivariado, preferirían decir algunos colegas. mensión de género. Cada una de estas dimensiones corresponde a un grupo de población excluido cuando se asignan los siempre escasos recursos partiendo de una «equidad» entendida simplemente como la exclusión de los socioeconómicamente pobres.

No se pretende que ésta sea una lista totalmente inclusiva de todas las dimensiones de la exclusión social en los parses en desarrollo. En América Latina podríamos considerar una dimensión cultural de la exclusión si analizamos la problemática de los pueblos inun programa dígenas y, en particular, de las etnias que habitan de subsidios en el bosque tropical amazónico. No