CapÝtulo 1

Capftulo 1 gy AlcaldiaAuxiIiar-ZonaDieciocho I $eopa,1R 15, 2016 34 pagcs Primera Parte Entendiendo y satisfaciendo las necesidades mutuas de amor CAPÍTULO 1 Amor incondicional La necesidad de amor #1 del esposo -¿Quieres decir que me amarás pase lo que pase? Gary habla a las esposas Amor incondicional y aceptación. ¿Acaso no es eso lo que cada uno de nosotros busca, y la razón por la que nos arriesgamos al permitir que otra gente se nos acer ue? Cuando abrimos nuestros corazones a PACE 1 es ser aceptados y a nuestros defectos.

Q rem sentirnos seguros. Q auténtico. Profundo. eseo fundamental , con todos ar n lado la máscara y onal. Queremos algo En nuestra encuesta nacional la mayoría, tanto de hombres como de mujeres, nos dijo que el amor incondicional es la necesidad de amor número uno que esperan sea satisfecha por su pareja. Sin duda alguna, muchos hubieran esperado que la necesidad número uno para los hombres fuera el sexo y que la número uno para las mujeres fuera la comunicación, pero eso no fue lo que nosotros encontramos.

En lugar de eso, por diferentes que sean los hombres de las mujeres, ambos están de acuerdo en esta verdad: todos necesitamos ser amados incondicionalmente por nuestros cónyuges. Cuando mi esposa necesita mi amor incondicional, sencillamente significa que ella necesita que la ame y la reciba cualquiera que sea la situación. En riqueza y en pobreza. En enfermedad y en salud. ¿Recuerda los votos, verdad? El amor incondicional es el compromiso que dice: «estaré contigo pase lo que pase. Siempre te amaré. Siempre te ayudaré y te apoyaré. » La aceptación sgnifica: «te recibiré incluso en el medio de los tiempos difíciles. Barb y yo hemos descubierto que nuestro amor mutuo es algo glorioso en los buenos tiempos (las vacaciones en la playa, las experiencias memorables con las niñas, los momentos de rofunda intimidad con Jesucristo). Es fácil amar en los buenos tiempos. Pero cuando nuestro matrimonio está bajo una prueba intensa, necesitamos amor incondicional. Amor que no claudique. Necesitamos saber que somos aceptados aun cuando nos equivocamos, aun cuando no podemos ver más allá de nuestro dolor y fracaso. Usted ha tenido tiempos de esos, yo sé que Tiempos de crisis. Tiempos de un estrés insoportable.

Tiempos en los que, en lo profundo de su corazón, usted se pregunta si su esposo se le acercará y la amará sin cuestionarla o si le volverá la espalda y la rechazará. Permítame compartir una de mis experiencias con este tipo de crisis. Hubo un tiempo en el que yo realmente necesitaba escuchar que Barb dijera, «Estoy aqu(, Gary. No me voy a ir. Estoy aquí por ti. Pase lo que pase. » Mi crisis comenzó con una llamada telefónica a un cliente que tenía en otro estado. Durante la llamada, tuve que asumir una posición firme en cuanto a un asunto de ética.

El resultado de esa decisión fue que cuando esa llamada terminó, yo había perdido la mitad de ética. El resultado de esa decisión fue que cuando esa llamada terminó, yo había perdido la mitad de mis ingresos anuales. La mitad de mis ingresos! Esa llamada telefónica hizo que comenzara a caer en picada, y supe que necesitaba ayuda para poder salir de esa situación. Más que eso, necesitaba un lugar seguro, un lugar donde mi corazón, mi espíritu, y mi alma fueran amados incondicionalmente. Sin ataduras. Sin excepciones. Sin límites. Tomé el teléfono y llamé a Barb. -Algo ha sucedido.

Necesito saber Barb, pese a lo que tenga que decirte, que tú me apoyarás. Que vamos a estar bien. Que el Señor y tú estarán a mi lado. – -Gary, ni slquiera tienes que preguntármelo. Sí, te apoyaré. Y Dios romete que nunca nos abandonará. ¿Qué sucedió? – -Barb, necesito hablar contigo ahora mismo, pero no puedo hacerlo por teléfono. Estaré en casa en diez minutos. Por favor, despeja la casa para que podamos hablar. – Cuando colgué el teléfono, supe que la red de seguridad para mi caída estaba en su lugar, lo mereciera o no. Yo sabía por el tono de voz de Barb que ella era mía, y yo era de ella, y que ambos éramos de Dios.

Supe que pese a lo que yo le iba a contar, estas cosas no cambiariam Pese a eso, en camino a casa, ciertos temores asaltaron mi corazón. Como hombre, mis roles como proveedor y protector los dos roles que todo hombre siente que tiene que cumplir) estaban en peligro. Me sentía como un fracasado, y tenía temor de estar poniendo arriesgando el bienestar de mi familia. Así que comence a reprochar tenía temor de estar poniendo arriesgando el bienestar de mi familia. Así que comencé a reprocharme lo que habla hecho. Tal vez podría haberlo arreglado de alguna forma. ¿Debía haber asumido esa posición tan firme con ml cliente? ?pudiera ser que yo haya malinterpretado lo que él estaba diciendo? Entonces pensé en las consecuencias que esto tendría sobre mi familia: ¿Cómo voy a compensar esta significativa pérdida en os ingresos? ¿Qué dirían Barb y las niñas? ¿Qué tendremos que vender para mantenernos a flote? En ese momento, el Espíritu de Dios comenzó a disipar algunas de las dudas que estaban rondando mi cabeza. Sabía que él proveería para todas nuestras necesidades, y que yo había tomado la decisión acertada al confrontar el tema. pero aún necesitaba poder mirar a Barb de frente.

Necesitaba estar conectado a ella y saber que ella pensaba que había hecho lo correcto. Necesitaba saber que me amaba, y que nada cambiaría entre nosotros. Al entrar por la puerta trasera, yo debo haber tenido «una mirada e aquellas» en mi rostro, ya que Barb inmediatamente me tomó y me sostuvo. -Pase lo que pase, Gary, estoy aquí contigo,- me aseguró. -Por favor, siéntate y dime qué sucedió. – Fue uno de esos momentos en los que ella parecía «Dios en carne y hueso», necesitábamos afirmarnos el uno al otro y estar seguros, a salvo, mutuamente y con el Señor. -Barb, hablé con por teléfono.

Sabes que yo he sentido que algo está mal, muy mal, en nuestra relación de negocios. Como resultado de eso, n sentido que algo está mal, muy mal, en nuestra relación de negocios. Como resultado de eso, no he dormido bien ?ltimamente, ni me he concentrado ni enfocado en el ministerio, y tú y las chicas no han tenido lo mejor de mí en los últimos días. En fin, tenía una convicción tan profunda en mi espíritu que necesitaba confrontar a esta persona acerca de sus prácticas comerciales, pero sabía que si lo hacía, correría el riego de perder el contrato. Hoy le llamé y le pregunté si podía hablar algo con él.

A los pocos minutos estuvimos de acuerdo en que no podíamos seguir trabajando juntos. Así de rápido, nuestra relacion comercial llegó a su fin. Sé que hice es lo correcto, pero en realidad nos va a fectar bastante económicamente. – -Gary, lo siento mucho,- dijo Barb. -Debes sentirte abrumado y atemorizado a la vez. – -No sé qué voy a hacer. ¿Qué pasaría si esto implicase que tuviésemos que vender la casa? Me sigo preguntando si debí haberlo manejado de otra manera. – -Cariño, ¿cuál es la mejor forma en la que te puedo ayudar ahora? – me dijo. -Asi como lo estás haciendo, sencillamente escuchándome. Pese a estar diciendo todo eso, observaba los ojos de Barb para ver cuál era su verdadera respuesta. Qué alivio sentí cuando no vi pánico ni temor en ellos. Ni siquiera decepción. En vez de eso, sus ojos me dijeron las mismas cosas que sus palabras: -Siento que te haya sucedido esto. Pero todo va a estar bien. Vamos a estar bien. – Frente a cada comentario cargado de temor que yo hacía, Barb respond[a con un s OF estar bien. – Frente a cada comentario cargado de temor que yo hacía, Barb respondía con un toque alentador, o asintiendo con su cabeza en señal de comprensión.

Las circunstancias no habían cambiado, aún íbamos a perder una parte significativa de nuestros ingresos por un buen tiempo. Pese a eso, debido a la respuesta de Barb todo era diferente. Sabía que no estaba solo, y sabía que con el Señor y mi esposa estaba seguro. Cuando terminé de decirle por qué y cómo había tomado la decisión de terminar la relación comercial con esta persona, Barb me miró a los ojos y calmadamente pero con confianza me recordó una verdad que a menudo descuidamos en momentos de presión, estrés, o problemas. -Gary, Dios es el dueño de todo. Él proveerá para ti y para nuestra familia,- dljo. Y pase lo que pase, yo estaré cerca de ti. – Y luego dijo las palabras que nunca me canso de escuchar: -Estoy orgullosa de ti, Gary. Hiciste lo correcto. – Recuerdo haberla mirado y pensar, pese a que las lágrimas corrían por mis mejillas, ¿Quieres decir que me amas… incluso ahora? Y no puedo siquiera comenzar a explicar el impacto que su respuesta tuvo sobre mi. Sus palabras, su toque, su mirada, cosas que afirmaban mi valor como hombre y que me ayudaron a tener nuevamente la confianza en que yo era un esposo que merecía el respeto de ella. Esa fue la más pura manifestación de amor incondicional y aceptación.

Y permítame decirle, no hay nada mejor que eso para un hombre. Cuando la esposa que Dios le ha dado le recuerda que siempre e nada mejor que eso para un hombre. Cuando la esposa que Dios le ha dado le recuerda que siempre estará allí por él, es ahí cuando él conoce el poder, el verdadero poder, del amor incondlcional y la aceptación El amor incondicional comienza con Dios La respuesta de Barb aquel día llegó a ser un momento trascendente en nuestro matrimonio. Pero ese momento fue posible sólo debido a que, años atrás, Barb y yo habíamos sido presentados a Aquel del cual fluye todo el amor incondicional.

Permítame retroceder un poco… Yo crecí en un buen hogar, un hogar moral. Era un hogar culturalmente cristiano, pero no bíblicamente cristlano, pese que no fue hasta que yo estaba en la universidad que aprendí la diferencia entre ambos. De hecho, estaba sentado en una sociedad de estudiantes cuando aprendí la diferencia, escuchando a algunos muchachos de la Cruzada Estudiantil para Cristo, los cuales hablaban de una comunión personal con Jesucristo, e inmediatamente me di cuenta de dos cosas. La primera era que yo no podía «vivir la vida» sin Dios, y que su amor estaba allí, al alcance de quien lo quisiera.

Todo lo que debía hacer era pedirlo. Depend(a de mí el humillarme y confesar a Dios que le necesitaba en mi vida. a segunda cosa era que él me maba a mí (a mí, Gary Rosberg) lo suficiente para enviar a su Hijo a vivir una vida perfecta en la tierra y morir una muerte sacrificial por mis pecados. Sabía que Dios amaba a la gente. Pero no tenía idea hasta esa noche que él me amaba a mí con ese tipo de amor a la gente. Pero no tenía idea hasta esa noche que él me amaba a mi con ese tipo de amor sacrificial.

Estas dos verdades que pueden parecer elementales para usted, hicieron que yo me estremeciera. ¿Por qué nadie me había dicho esto antes? -fue mi primera reacción. Mi segunda reacción fue tratar de probar que la resurrección de Jesucristo no era cierta. En ese tiempo estaba saliendo con garb y me estaba enamorando de ella. Ella recién se había convertido. Luego de cinco meses de estudio intenso, en los cuales luchaba con Dios, y a veces casi torturaba con incontables preguntas a Barby a los muchachos que Dios había enviado a mi vida, finalmente acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador. ?Qué fue lo que me convenció en definitiva? Fue la sencilla pero abrumadora verdad que Dios me amaba incondicionalmente. Completamente. Sin reserva. Inequívocamente. al y como yo era. A pesar de todo. El apóstol Pablo nos recuerda, «Pero Dios, que es rico en isericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)» (Efesios 2:4-5). Eso describe el amor ágape. Su gran amor. Su misericordia. Su gracla.

Estas palabras cobraron un completo y nuevo significado a medida que comencé a tener un verdadero entendimiento de cuánto Dios realmente me ama. Y ahí está el corazón del amor de Cristo para mí: El realmente me ama sin límite. Me amaba antes que yo confiara en él. Antes que yo le conociese. Antes que yo incluso existiese. Él Me amaba antes que yo confiara en él. Antes que yo le conociese. Antes que yo incluso existiese. Él me ama, aunque yo le fallo en forma lastimosa, aunque me equivoco emocionalmente, espiritualmente y racionalmente. Él me ama pese a que yo no lo merezco, lo cual es mucho decir. ?l me ama aunque sería más fácil no amarme ya que yo le decepciono con mis pensamientos, palabras, acciones, y obras. Él me ama aunque mi corazón está lleno de orgullo y mis pensamientos son egoístas. ¿Conclusión? Él me ama, pase lo que pase. Él me acepta, pase lo que pase. Y es así que yo sé en qué consiste el amor incondicional, porque he ido a la Fuente misma. El amor incondicional cambia vidas Pero ese es Dios, puede que alguno esté pensando. ¿Cómo es que el amor incondicional y la aceptación operan en forma práctica a un nivel humano?

Mateo y Melania Permítame decirle cómo opera, en ambos niveles, para Mateo y Melania. Hace dos veranos, Mateo subió a un autobús con un grupo de hombres de su iglesia para dirigirse a una conferencia de Cumplidores de promesas. Su esposa, Melania, y sus hijos estaban emocionados y entusiasmados ya que habían orado por Mateo por varios años, y ahora aquellas oraciones podrían ser respondidas. Y lo fueron. Mateo hizo un compromiso personal con Cristo en la conferencia y volvió a su hogar con una vida nueva y redimida.

Luego comenzó a reunirse semanalmente con un grupo masculino de estudio bíblico y rendición de cuentas, y estaba creciendo espiritualmente. Entonces Mateo comenzó a recibir o bíblico y rendición de cuentas, y estaba creciendo espiritualmente. Entonces Mateo comenzó a recibir ondas negativas de parte de los compañeros de oficina. -¿Qué pasó con Mateo? ¿Acaso no está llevando este tema de la religión demasiado lejos? – Encima de eso, sus padres expresaron su preocupación de que se había asado del límite, que quizá estaba siendo demasiado extremista.

En los próximos meses, el compromiso de fe de Mateo comenzó a disminuir, y volvió a viejos hábitos: Horarios excesivos de trabajo, reuniones con sus amigos para beber después del trabajo. Como él se aferró a la creencia de que podía «manejar su propio pecado en vez de ser transformado por el poder de la obra del Espintu Santo en él, se alejó más y más de su carmnar con Cristo y de su revitalizado matrimonio. Las esperanzas que Melania tenía de que su matrimonio cristiano y su familia fueran algo distinguido se estaban desvaneciendo rente a sus ojos.

Con todo, ella sabía que había aceptado un compromiso cuando tomó sus votos matrimoniales, y que los mismos implicaban amar a Mateo pese a su temor de perder todo lo que ella consideraba querido. Sus fieles amigos hacían eco de esta verdad. -Ámale incondicionalmente,- le animaban. -Has visto la obra de DIOS en Mateo. Sabes que es posible. No claudiques nunca. – Así que Melania continuó amando a su esposo, pese a que él hizo cosas que le decepcionaron a ella profundamente, e incluso cuando él se comportó en formas que hicieron muy difícil que ella le amara. Mateo está muy con