cafeteria

Cafetería Una cafetería es un establecimiento de hostelería donde se sirven aperitivos y comidas, generalmente platos combinados y no comida caliente propiamente dicha. l Una cafeter[a comparte algunas características con un bar y otras con un restaurante. La tradición del café como lugar de reunión, para discutir, pasar el tiempo, y no sólo un sitio para consumir, es representativo de algunas ciudades del mundo.

A esa tradición pertenecen en la cultura occidental ciudades como Paris, Viena, Londres, donde con la excusa del café se pasa el tiempo, mientras que en países onsumidores de café como Italia el tiempo destinado al sitio es mínimo. Principalmente se caracteriza por realizar el servicio en barra y las órdenes de alimento son sencillas E-l servicio es rápido, express. En algunos países se staurante donde no 3 Svipe p se ofrece servicio de bandeja, para pasar a a ba luego a la caja para p escuelas. lientes utilizan una denar sus platos, y centros de trabajo y En lugares como Estados Unidos, una cafetería no enfatiza bebidas alcohólicas; generalmente, ni siquiera ofrece bebidas alcohólicas, en lugar se enfoca específicamente en el café, té o hocolate con leche. Otras comidas pueden variar entre pan, caldo, sándwiches, y postres que complementan su comercio. En los Estados Unidos, cafeterías tradicionalmente no ofrecen bebida alcohólica ni café en los de escuela de enseñanza primar Swige to vlew next page primaria y middle school.

Esto es porque cafeterías americanos tradicionalmente son vestíbulos comedores. Las cafeterías son habituales en cualquier lugar donde exista tráfico de gente con poco tiempo para un refrigerio; por ejemplo, en las Inmediaciones de lugares de trabajo, en las escuelas, estaciones de tren o aeropuertos. Cuando estos locales son de tamaño reducido y/o se ubican en espacios tales como parques o instituciones educativas se les conoce con el nombre de cafetín.

Existen comercializadoras de café que con el tiempo establecen sus propias cafeterías, un ejemplo muy conocido es el café Punta del Cielo y el café Juan Valdez ambas compañías comercializan café gourmet. Historia Las primeras cafeterías comenzaron a abrir en Estambul en el año 1550, cuyo número rápidamente creció. Dichos establecimientos eran puntos de encuentro para los turcos quienes se reunlan a discutir temas de hombres y de esta manera poder escapar e la vida cotidiana.

Si bien los sultanes intentaron en muchas ocasiones prohibir las cafeter(as, no lograron obtener resultados positivos, puesto que eso hubiese perjudicado el alto impuesto que obtenía del comercio del café en Europa y los territorios del Imperio otomano. Pronto la costumbre de las cafeterías se extendió por los territorios en los Balcanes del Imperio, y se presume que el concepto entró a la Europa cristiana a través del Reino de Hungría, puesto que éste era constantemente mediador entre el Sacro Imperio Romano Germánico y los Otomanos. 2 Entre una de as primeras cafeterías europeas establecidas sobre la base d 23 los Otomanos. Entre una de las primeras cafeterías europeas establecidas sobre la base de las turcas fue en 1624, en Venecia, conocida como La Bottega del Caffé. Como se mencionaba, el café ha estado presente por siglos en la historia y para muchas personas forma parte de la vida diaria y deldía a día. El café cuenta con diferentes propiedades nutricionales. Algunas cafeter[as se distinguen por el sabor de sus productos (café, té, té helado, etcétera) y por la adecuación de sus establecimientos, lo más común es que sean lugares agradables y tranquilos.

Posteriormente el concepto se extendió ampliamente por Europa y en 1 652 fue instalada en Paris la primera de las posteriormente famosas cafeterías parisinas con el nombre de Café procope, frecuentada por hombres ilustres como Voltaire, Diderot, Rousseau y Benjamín Franklin entre otros. En 1692 se abre la primera cafetería en la ciudad de Londres. Luego ocurrió lo rmsmo en Berlín, en Viena y Budapest. Las cafeterías se convirtieron en lugares de reunión de filósofos e intelectuales, donde se discut[a y se intercambiaban ideas.

El carácter de las cafeterías como lugar de contacto humano y de conversación se mantiene hasta uestros días. En España, a finales del siglo XIX y principios del XX, también los intelectuales comenzaron a reunirse en cafeterías, algunas de las cuales a día de hoy son auténticas instituciones: Café Zurich (Barcelona, Café Gijón (Madrid, 1888), Café Iruña (Pamplona, 1888),4 Café Iruña (Bilbao, 1903),5 Café Novel (Salamanca), Café Navarra (Barcelona, 1889)6 0 el Café de Fornos (Madri (Bilbao, 1 Café Novel (Salamanca), Café Navarra (Barcelona, 1889)6 0 el Café de Fornos (Madrid, 1907), entre otros.

Tertulia Una tertulia es una reunión informal y periódica de gente nteresada en un tema o en una rama concreta del arte, la ciencia o la filosofía, para debatir e informarse o compartir y contrastar ideas y opiniones. Por lo general, esta reunión se da por la tarde o la noche en un cenáculo, café, cafetería o cervecería (menos frecuentemente, y por lo general en ámbitos más rurales, en una rebotica o casino) y suelen participar en ellas personas del ámbito intelectual.

Es costumbre de origen español, asociada a veces a la costumbre hispánica de la charla de sobremesa, y se mantuvo arraigada hasta mediados del siglo XX en las colonias independizadas del mperio español. A los asistentes se los llama «contertulios» o «tertulianos».

El vocablo La voz de origen incierto tertulia empieza a utilizarse en el siglo XVIII y figura ya en el Diccionario de Autoridades (1739) en el sentido de «Junta voluntaria o congreso de los discretos para discurrir en alguna materia» y en el más mundano de «Junta de amigos y familiares para conversación, juego y otras diversiones honestas» que se solía dar tras la comida, en la llamada sobremesa. El galicismo salón no se incorpora al DRAE sino en 1925 en el sentido de «Reunión habitual en una morada e personas distinguidas por su condición o por su cultura», que suele usarse en la forma del plura salones.

En el XIX se prefiere el uso de este último término, sobre todo si se refiere al ámbito aristocrático 4 23 prefiere el uso de este último término, sobre todo si se refiere al ámbito aristocrático y habida cuenta de que con él se designa no solo la reunión, sino también el monumental marco físico en que se desarrolla; únicamente un escritor tan castizo como Juan Valera, aunque conoce ambos términos, muestra una abierta preferencia por el de «tertulia» frente al de «salón».

Clases, normas y funciones de las tertulias Puede haber tertulias taurinas, literarias, teatrales o de cualquier tipo, incluso tertulias de carácter general, y con frecuencia giran alrededor de un personaje famoso que asiste regularmente e incluso puede darles nombre: «La tertulia itinerante de Cansinos», «La tertulia de Vallelnclán» Aunque lo corriente es que se bautice por el nombre del local que la aloja, lo que puede resultar algo confuso, pues hubo a veces varias tertulias a horas distintas o en épocas diferentes en un mismo café.

Es norma no instituida, pero generalmente asumida, la de tacar y desacreditar impíamente a la persona que no viene a la tertulia o durante el tiempo en que se ha demorado en llegar, lo que sirve para que nadie falte y todos se tomen en serio su asistencia y pertenencia a ella. Los habituales a la tertulia son los denominados tertulianos o contertulios. Una tertulia de buen nivel suele ser un instrumento educativo de primer orden y lo primero que se aprende en ellas es tolerancia y sentido critico. or otra parte, una tertulia permite a los interesados por un tema amistar y estrechar relaciones con los de su gremio y enriquecer su cultura, y a los neófitos apren s 3 mistar y estrechar relaciones con los de su gremio y enriquecer su cultura, y a los neófitos aprender de los más experimentados y conocer informalmente a las personas de su esfera. Las hay de dos tipos: estables (en un solo lugar) e itinerantes (que se mudan de sitio periódicamente). Estas últimas son mucho más informales y menos frecuentes.

Historia de las tertulias españolas La tertulia, que algunos quieren hacer derivar del fogoso y polemizador teólogo cristiano romano Tertuliano, tendría sus orígenes en las llamadas academias literarias del Siglo de Oro, como la valenciana Academia de los Nocturnos o la de Sevilla, irigida por el Duque de Tarifa, que se reunía en la Casa de Pilatos. En Madrid fueron famosas la Academia Selvaje, nacida en 1 612, y la Academia Mantuana, ante la que Lope de Vega, frecuente secretario de estas instituciones, leyó su Arte nuevo de hacer comedias (1609).

Otros afirman que estas reuniones tuvieron comienzo en las que realizaban los críticos al acabar una pieza teatral en la zona de los corrales de comedias denominada tertulia, pero ambas teorías no son en modo algunos excluyentes y pueden confluir con la costumbre de tomar el café que concluye una comida fuera de casa, de forma que en la cafetería de un ector de la ciudad donde habitan muchos intelectuales suelen congregarse estos a la misma hora. En otros países existieron y existen instituciones, si no similares, al menos muy parecidas.

En Francia puede llamarse tertulia a la costumbre de los salones del siglo XVIII en los cuales una dama recibía los galanteos de una ser 6 23 de los salones del siglo XVIII en los cuales una dama recibía los galanteos de una serie de intelectuales, escritores y artistas; en Inglaterra, los clubs son una institución parecida, pero de carácter más formal. En España, una velada, sarao o soirée podía erfectamente terminar o completarse con una tertulia entre gente que departía amigablemente sobre todo lo divino y lo humano, y en concreto sobre la actualidad política y cultural.

En Italia, las reuniones tenían un carácter más formal desde el establecimiento a fines del siglo XVII de la Academia de los Arcades de Roma y sus distintas corresponsales en el resto de la península. Pero el carácter informal y sin «acta» escrita de la tertulia impide considerar a las academias de origen italiano como asociables al fenómeno estrictamente oral de la tertulia española, fenómeno lateral a la existencia, también en España, de cademias literarias (véase Academias literarias).

Fueron célebres en el siglo XVIII la granadina Academia del Trípode, y, entre las tertulias, la de la Fonda de San Sebastián o la que mantenía el helenista Pedro Estala en su celda de escolapio. Por otra parte, muchos nobles solían reunir en salons a lo francés a escritores para hacerlos partícipes de juegos cortesanos o representaciones teatrales de aficionados; en otras ocasiones, solían hacer coincidir a escritores enemigos u opuestos para divertirse con las mutuas asperezas de ambos, algo de lo que ya se quejaba Tomás de Iriarteen prosa y en verso.

Menos formales, también se constituyeron sociedades dieciochescas de libertinos para organlza 7 23 verso. Menos formales, también se constituyeron sociedades dieciochescas de libertinos para organizar bailes nocturnos, como la de la Bella Unión. La costumbre de los salons franceses, desde el primero, de madame Catalina de Rambouillet, durante el Preciosismo seiscentista, en que era cuestión del más reputado honor exhibir el ingenio más agudo, se prolongó en numerosos otros que lo imitaron a lo largo del siglo XVIII.

También en otros países y ciudades cosmopolitas, como por ejemplo en la San Petersburgo usa o en la Cádiz sitiada por las tropas francesas durante la Guerra de Independencia, se reunían en las numerosas tertulias de la ciudad los liberales que nada más podían hacer, limitándose en no pocas ocasiones a jugar solamente al monte, como cuenta Antonio Alcalá Galiano en sus Memorias.

El establecimiento de Sociedades Económicas de Amigos del Pals a fines del siglo XVIII facilitó la creación de este tipo de asociacionismo, así como la difusión de la prensa, que se solía leer habitualmente en los cafés y casinos, de forma que el comentario de las noticias o su contraste en periódicos de rientación diferente formaba en estos lugares improvisadas, animadas y hasta agitadas tertulias que, a su vez, podían generar más formales sociedades económicas o, más frecuentemente, sociedades patrióticas.

La creación de estas últimas fue fomentada por parte de los de los liberales a comienzos del XIX, sobre todo en el Trienio Liberal (18201823).

En el XIX fueron famosas, entre otras, la tertulia romántica literaria de El Parnasillo, que se reunía en el Café del Pr otras, la tertulia romántica literaria de El Parnasillo, que se reunía en el Café del Príncipe de Madrid, la de escritores posrománticos e La Cuerda en Granada y su extensión en Madrid, que era la mantenida por Gregorio Cruzada Villamil, la del Café Suizo, también en la captal, de los hermanos Bécquer o la de escritores realistas del Bilis club en Madrid, integrada por Leopoldo Alas «Clarín» y otros escritores asturianos.

A principios del XIX mantenía una en Sevilla Juan José Bueno. En Madrid el músico Santiago Masarnau reunía a personajes de todas las artes y se hizo muy influyente y poderosa la que en su casa mantenía el académico Marqués de Molíns y, en los años sesenta, congregó el dramaturgo Eduardo Asquerino en la suya numerosa gente de teatro que podía tomar el té y leer obras literarias en voz alta, de ella nació la idea de fundar un Teatro Nacional.

El periodista y crítico Manuel Cañete reunía en su casa a selectos contertulios y la de Wenceslao Ayguals de Izco tenía carácter democrático y mezclaba a literatos y a músicos, de forma que a veces se celebraban conciertos. La construcción de nuevos espacios de socialización como los casinos, ateneos y liceos, sobre todo a partir de la Revolución de 1868, posibilitó asimismo la creación de tertulias fijas en las provincias; en otras ocasiones las tertulias se celebraban n reboticas o lugares parecidos.

Paralelamente la aristocracia se reunia en sus salones para distinguirse de esas tertulias burguesas y a finales del siglo XIX ya era una costumbre plenamente establecida con una rígida rutina: las reun finales del siglo XIX ya era una costumbre plenamente establecida con una rígida rutina: las reuniones de sociedad en Madrid empezaban el 4 de noviembre, día de San Carlos, con la celebración que daban en su hotel los barones del Castillo de Chirel.

A partir de esa fecha, recibían en sus casas o palacios todos los señores destacados al menos un día a la emana; los lunes los señores de Bauer en su palacio de la Calle San Bernardo; los lunes por la noche había velada en casa de los Esteban Collantes; los viernes por la tarde en casa de la Marquesa de Bolaños.

La marquesa de Esquilache reunía a gente muy poderosa: recibía miércoles y viernes y concurrían políticos como Eduardo Dato y escritores como la condesa Emilia Pardo Bazán; sobre sus losas se forjaron y derribaron gobiernos. Las invitaciones solían redactarse en francés. Entre los siglos XIX y XX hubo una gran tertulia bibliófila y erudita en el palacio y biblioteca sevillanos de Juan Pérez de Guzmán y

Boza, II Duque de Tserclaes de Tilly a la que asistía su hermano gemelo de Manuel Pérez de Guzmán y Boza, marqués de Jerez de los Caballeros, ambos propietarios de las bibliotecas privadas más importantes de España entonces, junto con Francisco Collantes de Terán, Manuel Gómez Imaz, José María de Hoyos y Hurtado, Luis Montoto, Cano y Cueto, Joaquín Hazañas y La Rúa, José Vázquez y Ruiz, José Gestoso y Pérez, Francisco Rodríguez Marín, el impresor Enrique Rasco y, ocasionalmente, cuando pasaba por Sevilla, Marcelino Menéndez Pelayo, entre otros. De ámbito más reducido era la tertulia nocturna, también erudit 0 DF 23