Arte otomano

Arte otomano gy ternanda7 nexa6pR 02, 2010 6 pagos El Imperio Otomano irrumpió en la historia a principios del siglo XIV procedente de un pequeño emirato en el noroeste de Anatolia. llegó a convertirse en un enorme imperio que se mantuvo por 600 años bajo la égida de una única dinastía. En sus momentos de mayor poderío, reinó sobre millones de súbdltos, dominando un área que se extendía desde Túnez al oeste, hasta Irán al este, y desde Polonia al norte hasta Yemen al sur. Durante sus primeros siglos de existencia, fue conocido por sus esfuerzos por diseminar el mensaje del Islam a punta de espada.

El imperio alcanzó su punto culminante en el siglo XVI con la figura del sultán Solimán l, conocido como el Magnifico. Además de hacerse famoso por sus victorias militares en Europa, este sultán aseguró firmemente las instituciones del im erio basándolas en un sistema de leyes (qn ién el sobrenombre orfi de al-Qnuni, el Legisl to View nut*ge Solimán el Magnifico ori salén, donde remodeló totalment uita de la Cúpula de la Roca, const uyó Ciudad Vieja hasta el día de hoy y reparó las enorme cisterna que se encuentra al pie de la misma y que, con el transcurso del tiempo, llegó a ser onocida como la Pileta del Sultán.

Actualmente, se utiliza para celebrar actos culturales al aire libre, con las murallas de la Sw p to page la Ciudad Vieja como fondo. Tras la muerte de Solimán en 1566, el imperio inició un lento proceso de decadencia. El impulso conquistador se detuvo, la econom(a entró en un periodo de deterioro, las arcas imperiales estaban vacías, la inflación en alza y los sultanes que tomaron su lugar en el trono de la Sublime Puerta, fueron menos distinguidos.

El proceso de desintegración fue largo y agotador, aunque se vio interrumpido por períodos de regeneración diversos intentos de reforma que, en ocasiones, lograron resucitarlo temporalmente. La derrota turca en la Primera Guerra Mundial, terminó de sellar la suerte del sultanato: la revolución de los jóvenes turcos llevó al establecimiento de la nueva república encabezada por Kemal Ataturk.

Hubo en total 37 sultanes, todos ellos pertenecientes a la dinastía otomana. La imprecisión de las leyes que regían la herencia y las luchas por el poder, dieron lugar a guerras fratricidas que alcanzaron su cenit en 1 595, cuando Muhamad III ahogó a 19 de sus hermanos para asegurarse el trono. Su sucesor, Ahmed , siguió una política más moderada limitándose a encerrar a los principes rivales en jaulas especialmente diseñadas ubicadas en su palacio.

Este sistema produjo una situación nada sorprendente en la que, muchas veces, los que rivallzaban por el trono, resultaron ser personas inexpertas, apartadas y desligadas de los asuntos de estado, lo que permitió a los visires y a las madres de los sultanes e desligadas de los asuntos de estado, lo que permitió a los visires y a las madres de los sultanes ejercer el poder real. Fueron con mucha frecuencia estos últimos quienes manejaron las cuerdas del teatro de marionetas imperial. Los sultanes residían en el palacio Topkapi o Puerta del Cañón, que dominaba el punto de encuentro de dos continentes.

Desde sus ventanas podían ver el mar de Mármara, los estrechos del Bósforo y el Cuerno de Oro. Su tercer patio, el más interior y fuertemente custodiado, contenía la propiedad privada del sultán, su harén, las dependencias del servicio de palacio, de los eunucos, las concubinas y el tesoro real. El arte otomano refleja la historia política del imperio. Al principio sguió la tradlclón del arte islámico clásico que, en su momento de mayor esplendor, durante el reinado de Solimán el Magnífico, onsiguió notables caracteres distintivos en arquitectura y decoración, poniendo de relieve el poder del imperio y su inmensa riqueza.

Pero al debilitarse en siglos posteriores, decayó de sus anteriores logros y perdió su carácter individual. Los mejores artistas de la corte formaban un grupo llamado Ehl- 1-Hiref, la Sociedad de los Dotados. Sus integrantes abarcaban un amplio abanico étnico, enriqueciendo al arte otomano con influencias artísticas plurales: el arte de la antigua Bizanc10 se mezcló con el chino tradicional que los mongoles trajeron a lomo de caballo al invadir la zona; la subestructura S 31_1f6 radicional que los mongoles trajeron a lomo de caballo al invadir la zona; la subestructura Seljuk local, por su parte, se combinó con motivos persas.

El arte decorativo otomano se desarrolló a partir de esta cornucopia espectacular, enriquecido por una multitud de plantas, ramas entrelazadas y viñas, formaciones de nubes procedentes del Lejano Oriente, e interminables arabescos. Se trata de un arte decorativo denso y delicado que ojos occidentales contemporáneos no acostumbrados, corren el riesgo de catalogar como art nouveau otomano, ya que la pasión de los turcos por el ornamento, hace a este último retorcerse girar una y otra vez en forma de hojas y perlas, panteras y dragones, granados y cipreses, tulipanes y jacintos.

Los artistas de la corte del sultán eran muy aficionados a los tulipanes, flor que se considera como uno de los regalos principales que el imperio turco hizo a Europa (otro aporte importante fue el café, que los peregrinos turcos a La Meca llevaron de Arabia a los cafés de Estambul en el siglo WI y que, al parecer, se introdujo en Europa durante el segundo asedio turco a Viena).

Un diplomático austriaco vio por primera vez los tulipanes cuando, a su llegada a Estambul, le sorprendieron unas lores que florecían en pleno invierno y escribió: El tulipán tiene poco aroma si es que tiene alguno, pero despierta admiración por su belleza y sus espléndidos colores. El diplomático envió bulbos de tulipán turcos a un su belleza y sus espléndidos colores. El diplomático envió bulbos de tulipán turcos a un botánico amigo suyo de Leiden, Holanda. Este último los cultivó en su jardín y logró incluso vender las flores a buen precio.

Sus celosos vecinos le robaron algunos bulbos y, a partir de entonces, el tulipán conquistó Holanda. pocos siglos después, llegaron tulipanes a la capital e Israel para adornar sus parques cuando a eddy Kollek, que era entonces alcalde de la ciudad, se los enviaron unos amigos holandeses como regalo para Jerusalén. La moda de los tulipanes se propagó durante el reinado del sultán Ahmed III en el siglo XVIII. Esta época es conocida como el periodo de los tulipanes o Lale Devri.

El sultán, encantado con esta flor, invirtió sumas enormes en desarrollar variedades raras para plantar en los jardines de palacio. Las flores se ataban a caparazones de tortuga utilizados como división entre unas plantas y otras, creando así un extravagante marco para sus suntuosas fiestas. La afición de los turcos por los tulipanes se puede ver todavía en el restaurante del Museo opkapi, situado en el lugar donde estuvo el jardín de Ahmed III, así como en el logo del Ministerio de Turismo turco.

Hacia finales del siglo XVIII, se incorporaron al arte otomano influencias italianas y francesas que se tradujeron en diseños rococó, sobre todo espirales realistas de hojas y cestas llenas de rosas intercaladas con tallos entrelazados. La pasión de los o realistas de hojas y cestas llenas de rosas intercaladas con tallos entrelazados. La pasión de los otomanos por la decoración, encontró forma e expresarse en la ilustración de libros, la encuadernación y la caligrafía.

En la colección de Khalili hay manuscritos miniados que testimonian de la afición imperial al lujo, así como Coranes en miniatura que transmiten el mensaje del profeta emergiendo de una profusión de motivos florales en cobalto, azul y oro. El manuscrito principal del segundo per[odo del arte otomano clásico, incluye una descripción de las fiestas que se organizaron para celebrar las ceremonias de circuncisión de los hijos del sultán Ahmed III, mecenas del arte. Debido a las prescripciones religiosas contra el arte figurativo, a caligrafía se consideraba en el Islam la forma artística más elevada.

A los mejores escribas se les tributaron grandes honores por su pericia en copiar las palabras divinas; los calígrafos más destacados eran nombrados instructores privados de los propios sultanes. Los calígrafos se consideraban artistas de tal importancia, que sus biografías se convirtieron en fuente de leyendas. Por ejemplo, se cuenta de Hamdulah que nadaba en el Bósforo con un cálamo en la boca y, en otras ocasiones, practicaba su arte dorando los arcos del palacio. Cuando el sultán se ausentaba, mostraba sus habilidades como sastre.