ACTIVIDADES MOTRICES Y CRECIMIENTO FISICO

Actividades Motrices y Crecimiento Físico. Está comunmente admitido que la actividad física posee efectos favorecedores del proceso de crecimiento. Tanto los médicos como los educadores promueven la práctica de juegos y deportes entre los niños y jóvenes como medio, entre otros, de asegurar un crecimiento físico normal, aunque mucho de lo que se comenta sobre el deporte y el niño no posea soporte científico.

Es conocido el efecto estimulador que sobre el tejido óseo, muscular y órganos internos poseen las actividades físicas (Aahper, 1968). El profesor Trueta (en Roca, 1983) afirma que la resión íntegra del c del peso y las accion permitir el crecimie Carson (1973) es de dentro de limites fun 9 p ravedad, el soporte pensables para oporción esperada. ner que el stress miento de los huesos, siendo la inactividad un factor negativo.

Del mismo modo la superación de ese nivel funcional puede convertir lo que inicialmente poseía efectos positivos, en agente patológico. Las fuerzas mecánicas estimulan el crecimiento no sólo en longitud, sino también en anchura y en densidad, de ahí que el crecimiento óseo con claro componente genético, esté dependiendo de las uerzas biomecánicas (Mandel, 1984).

Los resultados de las experiencias espaciales, asi como las de los períodos de inmovilización (Zaichkowsky y otrosr 1980) confirman lo anteriormente expuesto, ya que en dichas situaciones se han evidenciado los desequilibrios que tienen lugar en el hueso, sobre todo en la tasa de ca calcio, y cómo se recuperan dichas tasas cuando la actividad física vuelve a realizarse. Los huesos desmineralizados se vuelven débiles y quebradizos. Aunque como expresa Borms (1986) no se han realizado estudios sobre los efectos del entrenamiento sobre el crecimiento óseo y mineralización.

LA MOTRICIDAD PRENATAL El periodo que abarca la concepción y el nacimiento es denominado PRENATAL Y a su vez está dividido en: cigótico, embrionario y fetal. Cada una de estas fases poseen características concretas y refiriéndonos al desarrollo de la motricidad humana se consideran como el comienzo de ésta. Es Minkowski el autor de más renombre en este ámbito. Sus estudios en fetos humanos son comentados por la gran mayoría de los estudiosos del desarrollo.

A pesar de que es un período de no observación directa y poco trabajado por los tratadistas del desarrollo motor, dedicaremos nas páginas a analizarlo con la intención de ofrecer una panorámica amplia del desarrollo motor humano desde su inicio. Fase aneural del desarrollo motor. Esta fase abarca de la 5a a la 8a semana de gestación y tiene como característica la aparición de movimientos de tipo vermicular en cabeza, tronco y extremidades, que son de naturaleza idio-muscular aneural, sin participación del sistema nervioso, sino que tienen su origen en el propio músculo.

No cabe duda que si existe un rasgo característico en los neonatos, éste es el de su os estados de actividad 20F normales se ven inundado mientos motores que 20 mes y se caracteriza por movimientos lentos, arrítmicos, asimétricos y desordenados, de tipo vermicular, amorfos y muy variables de la cabeza, tronco y extremidades, con tendencia a la generalización y que manifiestan una actividad inicial del S. N. C. Fase espino-bulbar del desarrollo motor fetal. Esta fase abarca del 30 al 4c mes y el feto ya manifiesta respuestas ante estímulos de presión y percusión.

Los movimientos son activos y generalizados, de gran amplitud, rápidos, bruscos y coreiformes. La diferenciación motriz se va llevando a cabo y concentrándose rogresivamente en los reflejos de flexión de las extremidades inferiores, reflejos de corto recorrido o de largo recorrido como las incurvaciones del tronco. Están regidos por la maduración de médula y bulbo, observándose reflejos tales como el oral, parpebral y de deglución así como reflejos de tipo laberíntico. Fase vestíbulo-bulbo-espinal-tegumentaria.

Esta fase abarca al 20 trimestre, manifestándose una mayor perfección de los movimientos fetales, coordinándose elementos aislados y disminuyendo la irradiación reactiva, todo lo cual deriva en una mejora del sistema de conducción nerviosa debido al rogreso de la mielinización. Los reflejos cervicales y laberínticos se perfeccionan así como los reflejos plantares, apareciendo los reflejos tendinosos. Se pone en acción la formación reticulada y las vías espinotegumentarias descendentes.

Fase pálido- rubro-cere belo-bulbo-esp inal-tegumentaria. Ultima fase fetal, que abar mes, (Hernández Gómez, 30F 1977). En esta fase se perf fleos corneal, rotuliano, rotuliano, aquileo, y ya comienzan a ejercer los órganos sensoriales su función. El proceso de mielinización es importante abarcando a las vías destinadas a la médula, cerebelo, mesencéfalo, hipo tálamo y anglios basales (palidum) así como al quiasma óptico (Fig. 62). En el noveno mes se puede observar cierto grado de mielinización en la sustancia blanca de los hemisferios, . n los llamados campos primordiales de Fleching (frontal ascendente, parietal, lóbulo olfatorio y centros auditivos y visual). La motricidad fetal es de tipo subcortical o extrapiramidal. Figura 62. Maduración del S. N. Central. La intensidad creciente (en negro) esquematiza los diferentes grados de esta maduración a 2, 4, 6Y8 meses (En Azemar,1 977). La motricidad embrionaria y fetal, por lo tanto, presenta unas aracterísticas muy específicas y que manifiestan, como expresa Buytendijk (1957), una relación causal ente ésta y la estructura del sistema nen,’ioso central.

Ajuriaguerra (1978), resume el desarrollo motor prenatal en 3 características primordiales: 1. Se pasa de movimientos lentos y de poca amplitud a movimientos bruscos, rápidos y de mayor coordinación. El crecimiento longitudinal del hueso es debido a la proliferación de las células súbepifisarias favorecido por la acción excitadora de las presiones. Del mismo modo el crecimiento en latitud está muy influido por la acción de los músculos insertos en la eriferia (Paritzcova, 1973;Tanner, 1978; Lowrey, 1978).

Asi mismo la actividad física actúa como moldeador de las articulaciones, realizando en las mismas daje. (Lapierre, 1977) obstante, hemos de. resaltar que si bien se considera como factor importante, es muy difícil evaluar su influencia ya que principalmente el crecimiento óseo está bajo control hormonal y no existen indicios claros de que las actividades físicas influyan sobre las hormonas. Asimismo no se puede negar que las actividades físicas combinadas con otros factores, contribuyen a dicho crecimiento, como lo demuestra la comparación entre ujetos atletas y no atletas (Paritzcova, 1973).

Los movimientos anormales pueden llegar a modificar el crecimiento de los huesos adaptándolos a dichas trayectorias. La ley de Delpech formulaba que los huesos colocados en posiciones anormales crecerán de manera anormal. Bayley (1976) resume este interés por las actividades fisicas y los deportes en la infancia con la siguiente frase: «Es tan importante la cantidad de actividad física que un niño desarrolla corno la leche que debe tornar. A pesar de lo expuesto, una revisión de la literatura al respecto no destaca claramente el efecto de las actividades fisicas en el recimiento en longitud del hueso o el aumento de estatura. ASPECTOS EVOLUTIVOS DEL FACTOR FUERZA. El aumento del tamaño muscular va acompañado del incremento de la fuerza corporal. Diversos autores (Fleishman, 1964;Rarick, 1980)han mostrado como con la edad el factor Fuerza se diferencia en subfactores tales como: FUERZA ESTATICA, FUERZA DINAMICA, FUERZA EXPLOSIVA Y FUERZA DEL TRONCO.

Si a la hipertrofia progresiva natural de todo sujeto se le añade ejercitación física, se obtendrá una hipertrofia mayor, de ahí que afirma que la práctica coincidamos con Mandel ( deportiva eleva el nivel de niños, e incluso es po 1984) cuando afirma que la práctica deportiva eleva el nivel de fuerza de los niños, e incluso es posible demostrar histológicamente, en algún caso, que en el joven sometido a entrenamiento aparece hiperplasia muscular.

Las investigaciones de Paritzcova (1973) mostraron que los niños que participaban asiduamente en actividades físicas poseían un porcentaje mayor de tejido magro que los más inactivos. Luego el entrenamiento y la práctica juegan un papel importante en el desarrollo de la fuerza de los niños y jóvenes, la falta de estimulación adecuada determinará rendimientos inferiores. Los saltos, las carreras, lanzamientos, etc. , se convierten en elementos favorecedores del desarrollo muscular y por lo tanto de la fuerza.

El entrenamiento especializado en la época preescolar debe ser rechazado. En estas edades la fuerza es un factor poco diferenciado (Rarick, 1973) ‘y no específico, siendo más clara su presencia en la adolescencia. Desarrollar la fuerza en estos niños no parece adecuado ni efectivo ya que no poseen la base hormonal necesaria. Parece correcto admitir que los incrementos de la fuerza y velocidad en estas edades anteriores a la pubertad son debidos a una mejora de la coordinación.

Del mismo modo, debe tenerse en cuenta al exigir esfuerzos con contracciones rápidas Y repetidas, de carácter máximo, que los músculos y huesos infantiles están en proceso activo de crecimiento y que los primeros son más fuertes que los segundos, por lo que son zonas de peligro las de inserción, pudiéndose producir fracturas por avulsión. Las diferencias sexuales se van haciendo más marcadas a medida que los sujetos alcanzan mayor edad. La fuerza es mayor en los varones que en las marcadas a medida que los sujetos alcanzan mayor edad.

La fuerza es mayor en los varones que en las chicas, debido a ambios de naturaleza estructural y bioquímica de las células musculares por acción de las hormonas sexuales masculinas (Tanner, 1978). EI tamaño de los músculos esqueléticos, asi como el músculo cardíaco, son, en general, mayores en los niños que en las niñas. Otras funciones tales como el transporte de oxígeno están más favorecidas en los varones; Todo lo anteriormente comentado, hace que los varones estén más predispuestos a tareas de fuerza que las chicas (Tanner, 1978), apreciándose diferencias en tareas como correr, lanzar, saltar, golpear, etc. entre varones y hembras. Finalmente, en las edades tempranas es difícil separar las tareas que desarrollan la fuerza de las que desarrollan la resistencia muscular pues depende del número de repeticiones para conseguir uno u otro objetivo. Es preferible favorecer la resistencia, aumentando la duración de las contracciones y adaptando el ritmo, las actividades. (*) Hasta edades de 11-12 años no es fácil que los niños puedan realizar una o dos flexiones suspendidos en la barra por lo que deberían emplearse tests seleccionados al respecto que tengan como índice de fuerza otras pruebas o tareas.

Parece lógico que, como consideración didáctica, en las sesiones e actividades físicas las tareas de fuerza se ubiquen en la parte final de la sesión para que el efecto de fatiga no interfiera en los aprendizajes (Cratty,1967). Las actividades globales en las primeras edades (correr, saltar, lanzar, reptar, trepar, etc. ) son estímulos suficientes para el desarrollo de la fuerza. ASPECTOS EVOLUTIVOS DE LA RESISTENCIA CAR 7 OF suficientes para el desarrollo de la fuerza.

ASPECTOS EVOLUTIVOS DE LA RESISTENCIA CARDIOVASCULAR El factor cardiovascular tal vez sea uno de los aspectos más estudiados por la participación predominante del corazón, circulación y musculatura. Es un factor de primer orden en el mantenimiento de la SALUD. Del mismo modo, en determinadas épocas y en ciertos textos no se recomendaba que sujetos en períodos de crecimiento realicen tareas de larga duración (Zaichkowsky y otros, 1980). A pesar de las diferentes opiniones los niños responden al parecer adecuadamente, a los esfuerzos de larga duración como lo hacen los adultos (Mandel, 1984).

Si el niño o niña no posee ninguna alteración cardíaca ni enfermedad excluyente, no existe riesgo de sobrecarga ya que los fenómenos adaptativos son similares a los adultos (Karpovich, 1979; Corbin, 980; Astrand, 1977) lo cual parece que se ve favorecido por la existencia de un mecanismo de control de la fatiga nerviosa que coadyuva a evitar esa sobrecarga. En todo caso se deberían resaltar los perjuicios que la Inactividad puede provocar en el organismo infantil.

En los corazones infantiles entrenados, el volumen oscila entre 15 y 18 ml/kg, mientras que los valores normales oscilan entre 11 y 12 ml/kg (Mandel, 1984). En relación al consumo máximo de oxígeno (V02) los niños activos pueden llegar a obtener hasta 60 ml/mn/kg mientras que la media (x) no sobrepasa los 45/ml/mn/kg. Podemos afirmar que desde que los niños poseen la capacidad de correr, montar en triciclo, bicicleta o nadar manifiestan una progresiva adaptación al esfuerzo de mayor duración.

Como expone Seybold (1977), los niños de manera natural en sus juegos infantiles realizan v 80F Como expone Seybold (1977), los niños de manera natural en sus juegos infantiles realizan verdaderos interval-training. Macek y Vavra (1976) afirmaron que, según sus investigaciones, si los niños no participan de forma más asidua en actividades de larga duración es por falta de motivación, por la monotonía nherente a las mis 1 mas y por falta de atractivo, por lo que unido a su limitada capacidad de atención, se colocan entre las menos escogidas.

Pero si estas tareas están involucradas en el mundo de los intereses infantiles, son aceptadas por los niños siendo capaces de practicar una misma actividad durante tiempo considerable. Desde el punto de vista deportivo, la resistencia cardiovascular o endurecimiento como factor que mejora la relación cardiopulmonar y aporte de oxígeno, necesario a los músculos estriados, es un factor básico para la construcción del deportista y elemento importante para lograr un desarrollo corporal óptimo.

Si la capacidad aeróbica es fácilmente observable en los niños, la capacidad anaeróbica lo es en menor medida, aunque puede mejorar con el entrenamiento. Su eficiencia es más elevada con la llegada de la pubertad, en la que puede evidenciarse analíticamente el aumento de la tasa de lactato en tanto que suministro energético anaeróbico y cuya aparición está relacionada con las modificaciones hormonales que ocurren en este período de la vida (testosterona).

Otra hipótesis que Mandel apunta es la inexistencia en el niño pequeño de una enzima que participa en la glicolisis anaeróbica denominado osfofructoquinasa. Parece por lo tanto que todo habla en favor de las prácticas de larga duración que en los niños se reducen a minutos, como bien apunta Diem las prácticas de larga duración que en los niños se reducen a minutos, como bien apunta Diem (1978) de 9 a 10 minutos, para ir progresivamente aumentando, teniendo siempre en cuenta el factor motivacional cuando de niños se trate. Lo que daña no es la duración Sino la intensidad, es un aforismo común entre los expertos. » En materia de alto rendimiento, las opiniones son diversas y encontradas. Es harto difícil responder a preguntas tales como: ?cuáles son los efectos del entrenamiento intensivo precoz a largo plazo en los organismos jóvenes? ; ¿a qué edades pueden comenzarse dichos entrenamientos? ; ¿qué contribución aporta la herencia y cual el entrenamiento en la capacidad física infantil? LOS informes médicos (FIMS, 1981 ; Informe Delmas, 1982) o los estudios psicológicos (AAHPER, 1968)4no parecen aconsejar entrenamientos intensivos precoces en organismos en proceso de crecimiento, así como no es recomendada la realización de esfuerzos de gran efecto sobre el organismo infantil tales como correr una maratón completa (Informe de valor clínico-médico xpresado por la Asociación Americana de Pediatría en 1982). ASPECTOS EVOLUTIVOS DE LA FLEXIBILIDAD Este es un factor cuyas características son muy peculiares.

Es el único cuyo apogeo coincide con el paso de la infancia a la adolescencia, perdiéndose después progresivamente (Fig. 60). La flexibilidad es la capacidad de movilizar una articulación hasta su máxima amplitud, lo que requiere el concurso de todos los elementos constitutivos de cada articulación. Conseguir flexibilidad óptima permite mayor fluidez y amplitud n de actividades físicas, lo de los movimientos duran 0 DF 19 que mejora la capacidad i