0013 Heilein Historia del futuro i

0013 Heilein Historia del futuro i gy santacloys OcopaTIR 16, 2016 | 309 pagos HISTORIA DEL FUTURO Robert A. Heinlein Titulo original: The past through tomorrow Traductor: Domingo Santos @ 1967 Robert A. Heinlein 0 1986 Hyspamérica Ediciones S. A. Corrientes 1437 – Buenos Aires ISBN: 84-7634-842-4 Edición electrónica de Umbriel R6 08/02 para GINNY or309 to View nut*ge ÍNDICE La línea de la vida Las carreteras deben Ocurren explosiones El hombre que vendió la Luna LA LÍNEA DE LA VIDA El presidente golpeó fuertemente la mesa llamando al orden.

Gradualmente, los silbidos y abucheos fueron cesando, mientras varios oficiales de rden espontáneos persuadían a algunos acalorados individuos de que se sentaran de nuevo. El orador en la tribuna al lado del presidente parecía no darse cuenta del tumulto. Su fofo y algo insolente rostro estaba impasible. El presidente se giró hacia él y le dirigió la palabra, con una voz sus observaciones. Sin embargo, debo pedirle que intente no insultar nuestras inteligencias con ideas que cualquier hombre educado sabe que son erróneas. por favor, limítese a hablarnos de su descubrimiento… si es que ha descubierto usted algo.

Pinero extendió sus gordezuelas y blancas manos, con las palmas hacia abajo. ¿Cómo puedo poner una idea nueva en las cabezas de ustedes, si primero no quito de ahí sus falsos conceptos? La audiencia se agitó y murmuró. Algu’en gritó desde el fondo de la sala: – iEchen de ahí a ese charlatán! iYa hemos oído bastante! El presidente levantó su maza. – iSeñores! iPor favor! – Y luego, dirigiéndose a Pinero -: ¿Debo recordarle que no es usted miembro de esta corporación, y que nosotros no le invitamos? Pinero frunció las cejas. – ¿De veras? Creo recordar una invitación con el membrete de la Academia.

El presidente se mordió el labio inferior antes de responder. Cierto. Yo mismo escribí esa invitación. pero fue a petición de uno de los miembros del directorio… un caballero muy educado y sociable, pero no un científico, no un miembro de la Academia. Pinero exhibió su irritante sonrisa. – ¿De veras? Debería haberlo supuesto. ¿Acaso fue el viejo Bidwell, el de la Unión de Seguros de Vida? ¿Tal vez esperaba que sus adiestradas focas demostraran que soy un fraude? Porque si yo puedo decirle a un hombre la fecha de su muerte, nadie va a comprar sus preciosas pó de vida. ?Pero cómo suponiendo que tengan la suficiente inteligencia como para comprenderme? iBah! Han enviado hacales para vencer a un león. – Les volvió deliberadamente la espalda. Los murmullos de la concurrencia crecieron y adquirieron un tono amenazador. El presidente gritó en vano pidiendo orden. Alguien de la primera fila se levantó. – iSeñor presidente! El presidente aprovechó la circunstancia y gritó: – iSeñores! El doctor Van Rheinsmitt tiene la palabra. – La agitación cedió. El doctor carraspeó, se apartó un mechón de su hermoso pelo blanco y se metió una mano en el bolsillo de sus elegantes pantalones hechos a la medida.

Asumió los modales de su club femenino. – Señor presidente, compañeros miembros de la Academia de Ciencias, seamos tolerantes. Incluso un asesino tiene derecho a hablar antes de que la justicia le exija su tributo. ¿Vamos a ser nosotros menos? ¿Aunque todos estemos intelectualmente seguros del veredicto? Me gustaría garantizarle al doctor Pinero las mismas consideraciones que habitualmente dispensamos en esta augusta corporación a cualquier colega no afiliado a ella, Incluso en el caso – hizo una ligera inclinación en dirección a Pinero – de que no nos sea famillar la universidad donde obtuvo su graduaclón.

Si lo que tiene que decirnos es falso, no va a perjudicarnos. Y si lo que tiene que decir es cierto, eberíamos conocerlo. Su suave y cultivada voz fluía suavemente, tranquila y apaciguadora – s del 3 eminente doctor nos pare os a nuestros paladares, cuenta que el doctor tal vez proceda de un lugar, o de un estado social, no tan meticuloso en estos detalles. Nuestro buen amigo y benefactor nos ha pedido que escuchemos a esta persona y que sopesemos cuidadosamente los méritos de sus afirmaciones. Les pido que lo hagamos con dignidad y decoro.

Se sentó entre un estruendo de aplausos, consciente de que había reforzado su reputación de lider intelectual. Al día siguiente los periódicos mencionarían de nuevo el uen sentido y la persuasiva personalidad del «presidente de Universidad Más Apuesto de América». ¿Quién sabe? Quizá el viejo Bidwell terminara concediendo aquella donación para la piscina. Cuando cesaron los aplausos, el presidente se giró hacia el lugar donde estaba sentado el foco de la perturbación, con las manos cruzadas sobre su pequeña y oronda barriga y el rostro sereno. – ¿Desea continuar, doctor Pinero? ¿por qué debería hacerlo? El presidente se alzó de hombros. Vino aqui para esto. Pinero se levantó. – Exacto. Exactísimo. Pero, ¿fui inteligente al venir? ¿Hay aquí alguien que tenga una ente abierta, que pueda enfrentarse cara a cara con un hecho desnudo sn enrojecer? Creo que no. Incluso ese apuesto caballero que acaba de pedirles que me escuchen ya me ha juzgado y condenado. Él busca el orden, no la verdad. Supongamos que la verda desafía al orden; ¿la acept ustedes? Creo que no. hombrecillos, me han desenmascarado a mí, a Pinero, como a un embaucador, un farsante.

Esto no va con mis planes. Así que hablaré. «Repetiré mi descubrimiento. En lenguaje sencillo, he inventado una técnica para predecir cuan larga será la vida de un hombre. Puedo anunciarles por anticipado la legada del Ángel de la Muerte. Puedo decirles cuándo el Camello Negro se arrodillará ante su puerta. En cinco minutos, con mi aparato, puedo decirles a cada uno de ustedes cuántos granos de arena quedan aún en su reloj. – Hizo una pausa y cruzó los brazos sobre su pecho. Por un momento nadie habló. La audiencia empezó a inquietarse.

Finalmente, el presidente intervino. – ¿Ha terminado, doctor Pinero? – ¿Qué más puedo decir aqul? No nos ha dicho cómo funciona su descubrimiento. Pinero alzó las cejas. – Está sugiriendo usted que exponga aquí los frutos de mi trabajo para que los niños jueguen con ellos. Es un conocimiento muy peligroso, amigo mío. Lo para el hombre que sepa entenderlo, es decir, yo mismo – se golpeó e pecho. – ¿Cómo podemos saber que hay realmente algo detrás de sus infundadas afirmaciones? – Muy sencillo. Envíen a una comisión para observar mis demostraclones.

Si funcionan, excelente. Ustedes las admiten y se lo comunican al mundo. Si no funcionan, yo quedo desacreditado y pido disc n yo, Pinero, soy capaz de pedir disculpas. eminente doctor proponer seriamente una tal prueba? ¿Acaso espera que aguardemos algo así como unos veinte o treinta años hasta que muera alguien y pruebe sus afirmaciones? Pinero ignoró la presidencia y respondió directamente: iPuf! iQué estupidez! ¿Es usted tan ignorante de las estadísticas que no sabe que en un grupo lo suficientemente numeroso hay al menos alguien que va a morir en un futuro muy inmediato?

Le hago una proposición; déjeme probar con cada uno de ustedes, los que están reunidos en esta sala, y nombraré al hombre que morirá antes de quince días, sí, y el día y la hora de su muerte. – Miró desafiante a toda la sala ¿Aceptan? Otra persona se puso en pie, un hombre corpulento que hablaba midiendo las silabas. – Yo, por mi parte, no puedo apoyar tal experimento. Como médico, he observado con dolor los claros indicios de profundos desarreglos cardíacos en algunos de nuestros colegas más ancianos.

Si el doctor Pinero conoce esos síntomas, como es probable, y selecciona como víctima a uno de ellos, el hombre seleccionado tendrá muchas posibilidades de fallecer en el plazo previsto, tanto si el maravilloso aparato de nuestro distinguido orador funciona como si no. Otro asistente se puso inmediatamente de su lado. – El doctor Shepard tiene razón. ¿Por qué tenemos que perder tiempo con trucos de vudú? Creo que esa persona que se llama a sí mismo doctor Pinero desea utilizar esta corporación para dar autoridad a sus afirmaciones. Si participamos en esta fars seguiremos su juego.

Igno siste su fraude, pero qué consiste su fraude, pero puedo suponer que ha ideado alguna forma de utilizarnos como propaganda para sus planes. Señor presidente, ruego que procedamos de la forma acostumbrada. La moción fue aceptada por aclamación, pero Pinero no se sentó. Entre gritos de «iOrden! iOrden! », agitó su descuidada cabeza hacia ellos y dijo: – iBárbaros! ilmbéciles! iêstúpidos bobalicones! Vosotros sois quienes habéis bloqueado el reconocimiento de todos los grandes escubrimientos desde el principio de los tiempos. Una gentuza ignorante como vosotros haría removerse a Gallleo en su tumba.

Ese estúpido gordo de ahí abajo que se está hurgando los dientes se llama a si mismo médico. iCurandero sería un término más adecuado! Ese personajillo calvo que está ahí… isí, usted! Se considera un filósofo, y cacarea acerca de la vida y del tiempo sin ton ni son. ¿Qué sabe usted de ambos? ¿Cómo podrá nunca aprender si se niega a examinar la verdad cuando le es presentada en bandeja? iBah! – escupió al estrado -. Llaman a esto una Academia de Ciencias. Yo le llamo una onvención de sepultureros, interesados tan sólo en embalsamar las ideas de sus valientes predecesores.

Hizo una pausa para tomar aliento, y fue agarrado por ambos lados por dos miembros de la presidencia y echado fuera del estrado. Varios periodistas se pusieron apresuradamente en pie de sus lugares en la mesa de la prensa y fueron a su encuentro. El presidente decretó un aplazamiento. Los periodistas lo alcanzar ia por la puerta del escenario. Andaba con paso ligero y despreocupado, silbando una cancioncilla. No hab(a en él el menor rastro de la belgerancia que había exhlbido hacía un instante. Lo rodearon. – ¿Nos concede una entrevista, doc? – ¿Qué opina usted de la Educación Moderna? Los ha apabullado, doc. ¿Cuál es su opinión sobre la Vida después de la Muerte? – Quítese el sombrero, doc, y mire al pajarito. Pinero sonrió. – Uno a uno, muchachos, y no tan aprisa. Yo también he sido periodista. ¿Qué tal si vienen a mi casa y hablamos de todo esto? Unos pocos minutos más tarde estaban intentando hallar algún lugar libre para sentarse en el desordenado estudio – dormitorio de Pinero, mientras encendían sus cigarrillos. Pinero miró radiante a su alrededor. – ¿Qué prefieren, muchachos? ?Escocés o bourbon? Una vez resuelto el problema, volvió al asunto que interesaba. Bueno, muchachos, ¿qué es lo que quieren saber? – Díganoslo con franqueza, doc. ¿Ha descubierto usted algo, o no? – Muchacho, claro que he descubierto algo. – Entonces, díganos cómo funciona. Con lo que les ha dicho a los sesudos de ahí no va a ir a ninguna parte. – Por favor, mi querido amigo. Es mi invento. Espero sacarle algo de dinero. ¿Quiere usted que se lo revele todo a la primera persona que me lo pregunte? – Mire, doctor, tiene que decirnos algo si espera que saquemos alguna cosa en los eriódicos de mañana. ¿Qué es lo que utiliza usted? ¿Una bola de cristal? – No, nada de eso. ¿Les gu parato? abitación contigua, y extendió la mano. – Aquí está, muchachos. – El conjunto del equipo que apareció ante sus ojos se parecía vagamente a los aparatos de rayos X que utilizan los médicos en sus consultorios. Más allá del hecho evidente de que funcionaba con electricidad, y que algunos de los diales estaban calibrados en términos familiares, una primera inspección no dejaba entrever cuál era su uso. – ¿Bajo qué principio funciona, doc? Pinero frunció los labios y se quedó pensativo. Imagino que todos ustedes estarán famlliarizados con el axioma de que la vida es eléctrica por naturaleza.

Bien, pues ese axioma no vale un pimiento, pero nos ayudará a proporcionarles una idea del principio. Ustedes han oído decir también que el tiempo es una cuarta dimensión. Quizá lo crean, quizá no. Es algo que se ha dicho tantas veces que ha dejado de tener signficado. Es un simple cliché que emplean los charlatanes para impresionar a los tontos. Pero ahora deseo que intenten visualizarlo y sentirlo de una forma emocional. Avanzó hacia uno de los reporteros. – Supongamos que lo tomamos a usted como ejemplo. Se llama Rogers, ¿verdad?

Muy bien, Rogers, usted es un fenómeno espaciotemporal cuya duracion se extiende a través de cuatro dimensiones. No llega usted a un metro ochenta de altura, tiene usted unos cuarenta y cinco centímetros de ancho y quizá veinte de grueso. En el tiempo, hay tras de usted una cierta cantidad eno espaciotemporal que se prolonga quizá hasta transversal que forma un ángulo recto con el eje del tiempo, del grosor del presente. En su extremo más alejado hay un bebé, oliendo a leche agria y echándose encima el desayuno de su biberón. En el otro extremo yace, quizás, un ombre viejo en algún lugar de los años ochenta.

Imaginemos este fenómeno espaciotemporal al que llamamos Rogers como un largo gusano rosado, continuo a través de los años, con un extremo en el seno de su madre y el otro en la tumba. Se extiende aquí junto a nosotros, y la sección transversal que podemos ver se nos aparece como un cuerpo normal y corriente. Pero esto es una ilusión. En este gusano rosado hay una continuidad física, que permanece a través de los años. En realidad esta continuidad ffsica es un concepto común a toda la raza, ya que esos gusanos rosados surgen de otros usanos rosados.

De este modo la raza es como una enredadera cuyas ramas se entrelazan y dan nacimiento a otros vástagos. Tan sólo efectuando una sección transversal de esta enredadera podríamos caer en el error de creer que los vástagos son individuos independientes. Hizo una pausa y miró a los rostros reunidos a su alrededor. Uno de ellos, un tipo recio y hosco, inteNino: – Todo esto es muy hermoso, Pinero, si es cierto, pero ¿adonde quiere ir a parar? Pinero le dedicó una sonrisa totalmente exenta de todo resentimiento. Paciencia, amigo mío. Le saran en la vida como en 309 algo eléctrico.